Haití: ¿Cambiará el viento?

25/04/2006
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Puerto Príncipe

El “viento cambia” en Haití, decía una canción popular del carnaval de febrero pasado, inmediatamente después de las elecciones del día 7, que dieron la victoria a René Préval, de la plataforma política Espoir (Esperanza), una agrupación de varias estructuras políticas de carácter regional o nacional.

Préval se prepara para asumir por segunda vez la Presidencia de Haití el próximo 14 de mayo, luego de haber sido jefe de Estado de 1996 a 2001. Una vez en el palacio presidencial, Préval tendrá que superar rápidamente el escollo de formar un Gobierno capaz de hacer frente a los distintos retos de la hora, que son numerosos, y de ganar la confianza de varios sectores, cuyos intereses muy a menudo están opuestos.

Un ambiente de relativa calma

Sin embargo, desde ahora se observa un cierto apaciguamiento a nivel político y en la situación de violencia e inseguridad, que llegó a proporciones extraordinarias durante los dos últimos años, con un balance de al menos 1500 muertos, incluyendo a 80 policías, 9 cascos azules de las Naciones Unidas y 4 periodistas.

Se reportan menos casos de asesinatos o secuestros, lo que no quiere decir que la máquina de la criminalidad ha dejado de funcionar, ya que varias familias se quejan en privado. El hecho es que las condiciones objetivas generadoras de la inseguridad de ningún modo han cambiado, ya que ningún desarme real se ha efectuado. Según organismos internacionales, 210 mil armas de fuego, en manos de la policía y de grupos armados, circulan en Puerto Príncipe.

Esta situación se nutre, en parte, de un conjunto de condiciones socioeconómicas dominadas por la morosidad y la precariedad. Los aumentos sucesivos de los precios de los derivados del petróleo tuvieron consecuencias directas sobre los precios del transporte público y de los productos de primera necesidad. El reciente incremento de los precios de la gasolina superó el 12%, causando descontento en distintos sectores.

Ahora bien, según datos proporcionados por economistas, la tasa del desempleo no oficial gira en torno a un 80%, y aproximadamente el 65% de la población vive por debajo del nivel de la pobreza, con menos de un dólar al día.

A nivel político, la polarización que se había intensificado en Haití durante los últimos seis años, con la crisis electoral de 2000-2001, parece haberse desactivado. Se observa un cierto silencio por parte de los jefes de la mayoría de los partidos políticos, cuyo resultado en el escrutinio del 7 de febrero fue extremadamente débil (entre 0 y 12 %).

El veredicto de las últimas presidenciales obliga a una cierta reserva por parte de formaciones políticas, cuya representatividad no está demostrada. De la treintena de partidos y agrupaciones políticos que participaron en el concurso electoral, solamente seis de las principales formaciones se mantuvieron en la segunda vuelta de las legislativas: la Esperanza, la Fusión de los Socialdemócratas, la Unión, la Familia Lavalas, la Alianza Democrática y la Organización del Pueblo en Lucha (OPL).

La formación del Gobierno tendrá que negociarse con estos protagonistas, siendo que la agrupación de Préval no tiene la capacidad de lograr una cómoda mayoría en el Parlamento, conformado por 30 senadores y 99 diputados. Sólo, no podrá elegir a un Primer Ministro ni formar un Gobierno.

Después de su elección, Préval, cuyo primer mandato se caracterizó por relaciones conflictivas entre el Ejecutivo y el Parlamento, emprendió consultas con los responsables de los partidos mejor posicionados, con el fin de asegurarse el apoyo de estos últimos a la acción del futuro Gobierno.

Ambiciones relativas

Préval abriga ambiciones relativas para sus próximos cinco años de mandato, pero está consciente de los retos que lo esperan. Afirma que el futuro Gobierno tendrá dos misiones esenciales, una de las cuales será la instauración de las instituciones previstas por la Constitución, con el fin generar condiciones para la estabilidad del país. La otra será la creación de condiciones propicias para la inversión privada, a fin de generar empleos.

Préval promete también luchar contra la corrupción en la Administración pública, dialogar con los distintos sectores del país para poder encontrar respuestas consensuadas a algunas dificultades y garantizar la continuidad del Estado.

El 27 de marzo, ante el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, Préval declaró que Haití es “un país que debe construirse (...) La pobreza, el desempleo generalizado, el estado calamitoso de las infraestructuras básicas indispensables para el desarrollo, la inseguridad crónica, representan retos mayúsculos, que deberá enfrentar el próximo Gobierno”.

“Una asistencia internacional significativa es indispensable para el desarrollo sostenible de Haití”, considera Préval, quien destaca la existencia de una “estrecha correlación entre la democracia y el desarrollo económico”.

Préval quiere también poner en juego las relaciones de proximidad Sur-Sur. En una reciente visita a Cuba, abogó por la integración de Haití al Caribe y América Latina. “Si nosotros no nos integramos a la región, tendremos grandes dificultades para desarrollarnos”, declaró a la prensa.

Préval se muestra seguro de poder contar con la ayuda de este país en distintos ámbitos, entre ellos, el de la energía y la salud pública. Según el nuevo mandatario electo, Cuba está dispuesta a enviar a Haití a un grupo de técnicos con el fin de evaluar la crisis de la electricidad, que afecta, entre otras, a Puerto Príncipe, la capital, que apenas cuenta con 30 megawatios.

Al mismo tiempo, Préval anuncia que Haití pronto integrará la iniciativa Petrocaribe del Gobierno venezolano, que ofrece la posibilidad a los Estados miembros (del Caribe) de obtener petróleo a un precio preferencial.

El nuevo Presidente confía también que aumente la ayuda médica cubana. Actualmente, alrededor de 400 trabajadores cubanos de la salud están desplegados en la mayor parte de las regiones del país, mientras que alrededor de 600 jóvenes haitianos realizan estudios de medicina en Cuba.

Préval, quien hizo una gira a Brasil, Argentina y Chile en marzo pasado, saluda la “voluntad de cooperación” encontrada en estos tres países latinoamericanos, que asumen la mayor parte de la Misión de las Naciones Unidas para la Estabilización de Haití (MINUSTAH), compuesta por 7.300 militares y alrededor de 1.700 policías de varios países.

El mandatario electo, que no piensa restablecer al ejército de Haití, desea que se mantenga el MINUSTAH con “una nueva orientación”, pero no se pronuncia sobre la duración del mandato de la fuerza de la ONU.

Las demandas fundamentales vuelven a la carga


En vísperas de la próxima entrada en funciones de Préval, se reanudan los debates en los sectores sociales sobre las prioridades inmediatas. El Movimiento Democrático Popular (MODEP), la organización Tèt Kole Ti Peyisan (Unión Campesina) y Solidaridad entre Jóvenes (SAJ) creen que en la actual coyuntura, los sectores populares deben organizarse aún más y movilizarse alrededor de demandas concretas, entre ellas, “contra la ocupación (extranjera) del país”, contra la privatización de las empresas públicas, por la rebaja de los precios de los productos alimentarios, “el control” de los precios de la vivienda y una “verdadera reforma agraria”.

Por su parte, la organización Batay Ouvriye (Lucha Obrera) aspira a que se tomen medidas inmediatas destinadas a incrementar el salario mínimo. Es también el momento “de obligar a los burgueses” a que respeten la libertad sindical y negocien los contratos de trabajo colectivo.

El Foro Ciudadano por la Reforma de la Justicia, que reúne a varias instituciones de defensa de los derechos humanos, ya está presentando al nuevo Presidente propuestas de reforma judicial, a fin de corregir la “fuerte dependencia” de la justicia frente al poder ejecutivo, la ineficacia del aparato judicial, cuyas investigaciones “casi nunca llegan a término” y poner fin “a la corrupción que gangrena el sistema”.

Para la Plataforma Haitiana de Defensa de un Desarrollo Alternativo (PAPDA), el “asunto principal que está en juego en la coyuntura” es “la emergencia de un nuevo sistema político”. Según esta organización, el pueblo “debe poder finalmente encontrar un espacio político adecuado” para “construir una democracia participativa con una visión moderna e inclusiva”.

Un conjunto de movimientos, entre ellos, el Colectivo Solidaridad Identidad y Libertad, Kay Fanm (la casa de las mujeres), la Unión de los Médicos Haitianos y la Coordinación Regional de las Organizaciones del Sureste propugnan, en este “momento histórico”, por la creación “de un campo sólido (Fuerza Social Solidaria) para refundar la nación (y) sentar el poder de la sociedad”.

Marc Arthur Fils-Aimé, director del Instituto Cultural Karl Leveque, considera que Préval tiene por delante “cinco largos años difíciles”. Estima que “sus límites ideológicos y materiales no le ayudarán a satisfacer la mayoría de las pretensiones populares”, mientras que “sus enemigos políticos de distintos horizontes no tardarán tampoco en ponerle trabas”.

Según Fils-Aimé, “la única tabla de salvación de Préval sigue siendo el apoyo político inquebrantable de las masas”. Para ello, será necesario que Préval “mantenga el rumbo de sus ofertas: de cambiar o al menos mejorar la vida de las mayorías con la promoción de la producción nacional”. Pero estas “pretensiones” son “incompatibles con la opción neoliberal” del primer quinquenio de Préval.

- Gotson Pierre, AlterPresse

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