Perdida de oportunidad de institucionalizar la república
24/02/2005
- Opinión
El descubrimiento del cadáver de Cecilia Cubas, escandalosamente asesinada es uno de los capítulos negros de la violencia en nuestro país. Presentada, por las autoridades, como la acción de un sector de un partido político de izquierda –PPL- , tratado morbosa y melodramáticamente por los medios de comunicación, para concluir con las disparatadas afirmaciones del Presidente Nicanor Duarte. Este hecho, sin embargo, es imposible de aislar de las condiciones en que nuestro país se está desarrollando.
Este no es un hecho aislado de otros casos de violencia que se están dando en el país. Ahora mismo, un novio enojado bañó a su novia con nafta, la muchacha está luchando por su vida, el magnicidio de Argaña generado en los círculos colorados de poder quedó en el opa rei, la violencia desatada por el diputado Colmán contra una Fiscal, por ser fiscal y por ser mujer, es protegido por la mayoría parlamentaria, las inútiles muertes de jóvenes en la plaza del Parlamento, los más de noventa campesinos muertos desde el inicio de la transición a la “democracia”, los más de mil campesinos criminalizados por la policía y el poder judicial, el continuo desangre del patrimonio del Banco Nacional de Trabajadores por los encargados de cuidarlo, los cientos de muertos en el Ikua Bolaños, etc, etc. Múltiples hechos de violencia que podemos ir citando.
La percepción que nos dan todos estos hechos de violencia, antes que su demonización y de búsqueda de culpables individuales o poniendo el énfasis en la discusión sobre la naturaleza de las penas que deberían sufrir los responsables, como ahora se está haciendo y, más allá del estado de shock en que nos sumió el asesinato de la joven Cecilia, es la del descalabro institucional de la República.
En sus aspectos más generales, en la actualidad más de 50% de la población vive en la pobreza y la mitad de ellos en la extrema pobreza y, la situación viene deteriorándose cada vez más. Por parte del estado no se ha generado nada para mejorar tal situación. Es más, pareciera que nos les interesa para nada, como si fuera una situación episódica. Los enormes esfuerzos, realizados por los movimientos campesinos, los sin techo, los sin trabajo, no son motivos de reflexión y acciones propositivas. No, se sigue con negociaciones y acuerdos jare, destinados a tapar baches. Se sigue concientemente en la mentira.
Por contrapartida, todos los sectores vinculados a los sectores de poder, los parlamentarios de los diferentes partidos, los sojeros, los memnonitas, los pulcros Obispos pareciera viven en un limbo, en el cual los límites se sus actuaciones son lapsos, arbitrarios. Como norma se apela a las acciones de violencia, al compadrazgo de la impunidad, al hacerse del ñembotavy, a la práctica de la no solidaridad. Cuando, como ahora suceden actos como el actual, se rasgan la vestiduras, discuten cuales serán las penas más dolorosas, no cuáles son las razones por la que suceden esos hechos y, así, se sigue mintiendo. Ellos se presentan como inocentes palomas cuando muchos de sus integrantes son identificados como los perpetradores de hechos de violencia directa, como el que involucró al Fiscal Latorre y a la propia fiscalía, al mentado diputado Colmán, a las desvergonzadas disputas entre policías, entre otros. Carecen absolutamente de credibilidad!
Pareciera que las instituciones del Estado, creadas para proyectar e impulsar el bienestar de los paraguayos no existen para eso, sino para desechar gente con violenta saña y dar impunidad a los responsables. Ante esta situación, se irán dando respuesta, primero como reclamo, como enojo y después como violencia reactiva, del sálvese quién pueda; pero si se sigue en este andar y no se buscan caminos para la convivencia en la justicia social, se generará aún más violencia y no bastarán los idiotas militares tomando terere en las esquinas.
En este camino resulta claro que este proceso que se inició en 1989, con la caída del dictador Stroessner, en que parecía se iniciaba la construcción de una nueva institucionalidad republicana se va perdiendo, se va alejando la posibilidad real de los paraguayos vivir en democracia. Ha existido, en la historia Paraguaya, pocas oportunidades de realizar este proceso. Parecería que nuevamente los que están orientando el mismo carecen de interés, de convicción, de la moral y de la capacidad para hacerlo hacerlo.
La muerte de esta joven y las respuestas del poder, expresan una nueva pérdida de la oportunidad histórica para nuestro país. ¡Pobre Paraguay!
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