Honduras va a las urnas
31/10/2005
- Opinión
El próximo 27 de noviembre, el electorado hondureño irá las
urnas para elegir Presidente de la República, 128 diputados y
298 corporaciones municipales. Los candidatos presidenciales
de los dos partidos políticos tradicionales, que han gobernado
el país durante un siglo, -el Nacional y el Liberal-,
registran un empate técnico, según el último sondeo de Gallup,
con un 36% de la intención de voto cada uno.
Porfirio Lobo Sosa, actual presidente del Congreso Nacional,
es el candidato del gobernante Partido Nacional, identificado
con los intereses del sector más conservador, incluyendo los
terratenientes y el sistema financiero. Lobo Sosa es ganadero
y terrateniente de la provincia de Olancho, de la región
oriental del país, y administrador de empresas. Con su lema
"trabajo y seguridad", promete aplicar mano fuerte contra las
maras y la delincuencia, y una propuesta de trabajo y
seguridad para el campo.
El Partido Liberal, asociado más bien con la burguesía
liberal, candidatiza a Manuel Zelaya Rosales, empresario y
ganadero, también oriundo de Olancho. Su propuesta se
fundamenta en el Poder Ciudadano que presenta como una forma
de compartir las decisiones del poder con la ciudadanía, como
eje central de la reforma del Estado. Propone mejorar la
política agropecuaria y la seguridad del país, aumentando la
fuerza policial.
En la contienda electoral, pululan la propaganda y las
acusaciones mutuas, (Lobo Sosa, por ejemplo, ha tildado de
izquierdista el discurso de Zelaya), pero se oyen pocas
propuestas concretas frente a los agudos problemas que
enfrentan los siete millones de habitantes del país, como lo
ratifica un estudio sobre la campaña preparado por el Centro
de Investigación y Promoción de los Derechos Humanos.
Otros tres partidos participan en la contienda, aunque sin
mayores opciones para ganar las presidenciales. Entre ellos
está Unificación Democrática -UD-, un nuevo partido de
izquierda, que cuenta con la participación de varios
dirigentes populares. Uno de ellos, Rafael Alegría, dirigente
internacional de la Vía Campesina, y candidato a diputado de
la UD, señaló en entrevista con ALAI que el pueblo no vota por
los partidos pequeños para presidente, porque no les ve como
ganadores. Además, reconoció que el candidato de su partido,
Juan Armendáriz, doctor en medicina y premio nacional de
ciencia, "es un hombre humanista, muy entregado a las luchas
populares, pero no tiene una trayectoria política".
Para la elección de diputados, sin embargo, el escenario es
distinto. "Sentimos que pueden haber cambios en el Congreso
Nacional, porque el pueblo está pensando no darle hegemonía
absoluta al que gane la presidencia -sostuvo el dirigente-.
Podría haber un Congreso Nacional donde no tengan mayoría los
partidos tradicionales. Queda una posibilidad futura de hacer
alianzas tácticas en el Congreso para impedir ese control". Y
añadió que en el Congreso: "ya tenemos una experiencia
acumulada, y la gente tiene preferencia por nosotros.
Entonces sí podemos tener incidencia en el Congreso".
Crisis energética y TLC
El dirigente campesino considera que, cualquiera de los dos
candidatos de los partidos tradicionales que gane, no habrá
cambios sustanciales en la economía, puesto que "ninguno va a
plantear una revisión del modelo económico neoliberal".
El nuevo gobierno contará, sin embargo, con un factor a su
favor, que es la condonación de más del 50% de la deuda
externa. Honduras es uno de los 18 países a los que el G8
(grupo de los ocho países más poderosos del mundo) acordó en
junio pasado condonar la deuda. Se ha anulado cerca de 2.500
millones de dólares de deuda, principalmente con varios países
miembros del Club de París, el Banco Mundial y el Fondo
Monetario Internacional. Alegría reconoció que "eso podría
mejorar un poco la situación del presupuesto, al tener más
recursos; pero el problema es que no hay planes concretos para
orientar esos recursos a los sectores más desposeídos, o sea
los campesinos, indígenas, mujeres, barrios pobres. Eso va a
quedar, como siempre, entre la burocracia estatal, las grandes
consultorías, y no va a pasar nada".
Por otro lado, el nuevo gobierno heredará una aguda crisis
energética, ligada al alto precio internacional de los
combustibles. A inicios de septiembre, el gobierno del actual
presidente Ricardo Maduro intentó liberalizar los precios
internos, desatando una ola de protestas de trabajadores,
taxistas y del pueblo en general, que paralizaron la capital
durante dos días, y le obligaron a retroceder a los precios
anteriores.
Alegría opina que esto crea la oportunidad para iniciar un
proceso de diálogo sobre una estrategia energética de mediano
y largo plazo, en lo nacional y lo regional. En materia
petrolera, Honduras es parte del Convenio de San José, (a
través del cual, desde 1980, Venezuela y México suministran
petróleo a la Cuenca del Caribe a precios preferenciales, a
cambio de facilidades crediticias para el intercambio
comercial). Sin embargo, ello le ha beneficiado poco, porque
el control del negocio del petróleo está en manos de las
empresas transnacionales.
El Congreso ha nombrado una comisión de notables -compuesta
mayoritariamente por empresarios-, para buscar una salida al
problema del petróleo, que estaría considerando un nuevo
acuerdo con el gobierno venezolano. No obstante, según
Alegría, "el problema es que la visión de ellos no es
nacionalizar la compra del petróleo, sino una mayor
liberalización. Si el monopolio antes lo han tenido la
Texaco, la Chevron y la Shell, dicen que ahora todo el mundo
puede importar. Nosotros, al contrario, proponemos que el
Estado asuma directamente el control del manejo de los
recursos energéticos, porque beneficiará a los consumidores -
al pueblo-, y además constituye una cuestión estratégica, de
seguridad. La presión del pueblo tiene que ir en el sentido
de quitarles el monopolio a las empresas transnacionales".
Otro problema señalado por el postulante de la UD, tiene que
ver con la producción de energía en Honduras, que está bajo el
control de tres o cuatro empresas nacionales, con capital
internacional, que producen energía térmica a un costo muy
alto. Pero lo más grave es que la empresa eléctrica del
Estado paga un alto monto a las empresas generadoras de
electricidad, sin siquiera utilizar la energía, simplemente
para que lo tengan como reserva. "Es una estafa millonaria al
Estado. Estamos exigiendo que se rescindan estos contratos
que hacen un enorme daño al Estado y al pueblo", recalcó.
Otro tema central en la política del próximo gobierno será el
Tratado de Libre Comercio con EE.UU., que debe entrar en
vigencia a partir de enero. Honduras fue uno de los primeros
países de Centroamérica en ratificar el TLC, no obstante la
enérgica oposición de las fuerzas sociales organizadas. Ahora
se están introduciendo diversos programas, -por ejemplo de la
USAID-, para "preparar las condiciones".
Las maquiladoras, que incluyen capital norteamericano y
coreano, son consideradas el sector que más se beneficiará del
tratado, por sus mejores condiciones para competir. La
maquila emplea a alrededor de 130 mil personas, siendo uno de
los sectores de mayor concentración laboral. Incluso mucha
gente joven abandona el trabajo en el campo para ir a trabajar
en las maquiladoras. No obstante, la política de los
gobiernos de apostar a la maquila como principal fuente de
trabajo e ingreso de divisas del país es arriesgado, en un
país donde el desempleo y subempleo afectan al 30% de la
fuerza laboral. De hecho, ya se ha incrementado el cierre de
fábricas, que se van a Asia dejando a veces a los trabajadores
desamparados, sin el pago de sus prestaciones laborales.
Para los demás sectores de la economía, especialmente los
pequeños y medianos productores industriales, el comercio y el
sector campesino y agrícola, la situación se vislumbra
sombría. "Ya somos un país deficitario en producción de
granos básicos: maíz, arroz, frijoles, hortalizas, están
llegando de México, EE.UU. y Canadá, -señaló Alegría-. No hay
ninguna oportunidad. En Honduras, como en todos los países de
Centroamérica, no hemos podido desarrollar un mercado interno
propio. Y mucho menos podríamos competir en un mercado
exterior". El candidato cree que en algunos temas, como
telecomunicaciones, energía, salud y educación, habrá mucha
resistencia de la población a entregar estos servicios a las
empresas transnacionales y norteamericanas.
Este dirigente campesino considera que los hondureños
necesitan estar más atentos y contribuir mucho a los procesos
de integración a nivel de Centroamérica y América Latina.
"Ahora hay un debate sobre esto: desde qué perspectiva se da
la integración. Si es desde la perspectiva bolivariana, de
Venezuela, o es parte de esos procesos integracionistas, que
ya han habido, por ejemplo, en los años 80 y 90". Frente a
ello, reivindica el pensamiento integracionista de Francisco
Morazán, héroe hondureño y centroamericano. "Es un hombre que
luchó contra las dictaduras, contra el hegemonismo, contra la
dominación, en toda la región, y formó la Federación
Centroamericana de países. Frente al bolivarianismo lanzamos
el morazanismo, que no es contradictorio, es complementario",
concluyó.
Recomposición de las luchas sociales
Luego de haber sufrido una relativa desarticulación durante
los años 90, a partir del año 2000 las fuerzas sociales
hondureñas iniciaron un período de paulatina reconstitución de
su capacidad de resistencia a las políticas neoliberales. Un
momento importante fue la lucha contra la privatización del
agua, en agosto del 2003, que movilizó una marcha
multitudinaria. También fueron importantes los actos de
resistencia al TLC.
El movimiento social está agrupado en el Bloque Popular
(capítulo nacional del BP Centroamericano), donde se agrupan
diversos sectores, incluyendo entre otros a campesinos,
indígenas, maestros, sindicalistas y estudiantes, y la
Coordinadora Nacional de Resistencia Popular. "Estos
movimientos permanentemente están en la calle, aunque
cuantitativamente no representan demasiado, -comentó Alegría-,
pero hemos hecho manifestaciones impresionantes".
El dirigente considera que los maestros son el sector de mayor
convocatoria, se movilizan incluso masivamente, pero
principalmente por sus propios intereses: el estatuto del
docente, el salario. "Para la defensa de la soberanía,
contra el TLC, hay algunos sindicatos que tienen más
conciencia: el Sindicato del Instituto Nacional Agrario, la
Universidad, sindicatos del sector público, porque en el
sector industrial el sindicalismo prácticamente ha
desaparecido. En la maquila ha sido difícil constituir
sindicatos; allí hay un irrespeto absoluto al código del
trabajo", acotó.
Históricamente el sindicalismo ejercía el liderazgo en el
movimiento social, sin embargo, ahora no es tan visible,
debido a la crisis que ha sufrido. "Hay una especie de
colectivo, donde se expresa lo sindical, lo campesino, lo
indígena, los maestros. En este momento no hay una
organización protagónica, hay decisiones más colectivas de
todos los sectores, que en cierta manera no deja de ser
positiva. Las 'vanguardias' en los movimientos a veces
terminan por trabar los procesos", comentó Alegría.
Otro sector movilizado son los estudiantes, que están
volviendo a organizarse, tanto en segundaria como en
universitaria, luego de que, durante un tiempo estuvo
proscrita su organización y movilización.
Entre las organizaciones campesinas, la instancia de
articulación más importante es el Consejo Coordinador de
Organizaciones Campesinas de Honduras -COCOCH-, que agrupa a
nueve organizaciones. Pero en el campo, la movilización por
ahora es débil. "Hay bastante capacidad en el análisis, en la
discusión y en la propuesta; pero una propuesta que está allí
en la mesa a veces se discute y a veces no. El gobierno sabe
que la movilización es débil, y ha tenido una estrategia de
que cada vez que hay obligaciones del Estado, llama a
dialogar; y eso coopta la capacidad de movilización", afirmó
Alegría.
Una de las organizaciones fundadoras del COCOCH es la Central
Nacional de Trabajadores del Campo (CNTC), "que desde hace
unos 20 años ha sido la más beligerante", observó Alegría, ex-
dirigente de esa Central. "Permanentemente está en lucha, en
las calles, tomándose oficinas, es la que le ha dado vida al
COCOCH. Es una expresión muy progresista; pero han asesinado
a muchos de sus dirigentes. Hace poco asesinaron a varios
compañeros, y no hay duda que eso golpea muy fuerte. La
COCOCH tiene mucha membresía, pero tiene la debilidad de la
que hablábamos. Hay capacidad de convocatoria, pero hay una
debilidad de visión. Hay una especie de confianza de que el
gobierno pudiera resolver algunas cosas. Incluso había mesas
agrícolas, donde el gobierno convocó al movimiento campesino,
se pusieron de acuerdo, pero no pasó nada; ninguna iniciativa
al Congreso, ninguna reforma".
En el campo, el sector indígena es el más movilizado, si bien
ha decaído un poco últimamente, por problemas internos.
"Permanentemente están en la carretera, en la movilización.
Hace cuatro o cinco años era el sector más movilizado, con
tremendas peregrinaciones, con mucha simpatía de la población;
y siguen teniendo un espacio muy importante", reconoció
Alegría.
Honduras tiene un 10% de población étnica, incluyendo Lencas y
otros pueblos indígenas, concentrados principalmente en el
occidente del país; y los negros, el pueblo Garífuna, en el
Atlántico. La población indígena es la más pobre del país.
Según cifras de la ONU, el 70% de la niñez indígena sufre
desnutrición crónica. Existe una coordinadora nacional
indígena, el Consejo Cívico de Organizaciones Populares e
Indígenas De Honduras -COPINH-. Los pueblos negros están
agrupados en la Organización Fraternal Negra Hondureña -
OFRANEH-. Algunas bases indígenas están afiliadas a
organizaciones campesinas. "Es importante que el movimiento
campesino ha reconocido la organización propia del movimiento
indígena -destaca Alegría-. En algunos momentos se ha tratado
de juntar algunas iniciativas. Pero siento que el movimiento
indígena quiere mantener su propia autonomía".
Otro movimiento bastante organizado es el movimiento de
mujeres, que es un referente en Centroamérica y ha ido
conquistando espacios en el país. "Hay una confederación
hondureña de mujeres campesinas, bastante dinámica; hay
mujeres del sector profesional, mujeres contra la violencia
doméstica, mujeres de los barrios marginales". En la actual
campaña política, exigieron el 50% de participación en las
candidaturas (la ley fija al menos el 30%), y en algunos
partidos lo obtuvieron. El partido UD, por ejemplo, en sus
estatutos estipula el 50%. No obstante, en la práctica no
siempre se logra siquiera el 30%. Alegría señala que,
especialmente en el sector campesino, las mujeres no siempre
están dispuestas a asumir un cargo político; pero es un
proceso que avanza.
Las mujeres están muy activas también en las movilizaciones en
torno a temas como los combustibles o el TLC. "En instancias
como el Bloque Popular y la Coordinadora de Resistencia
Popular, la mujer es muy visible en esas luchas, incluso creo
que son mayoría, lo cual va constituyendo una esperanza",
afirmó el dirigente.
Derechos Humanos en vilo
Las luchas sociales en Honduras se libran en medio de una
situación de represión, violaciones a los derechos humanos y
agresiones a las organizaciones y dirigentes sociales, donde
los asesinatos y desapariciones son frecuentes.
El Bajo Aguán, por ejemplo, en el Norte del país, es una zona
donde hay muchos conflictos por la tierra entre el campesinado
y los terratenientes, en torno a la implementación de la
Reforma Agraria. Una de las formas para detener la lucha
campesina es la criminalización de sus líderes.
Recientemente se dictó una orden de captura contra 11 de los
principales dirigentes campesinos y sociales de esa región.
La COPINH, por su parte, ha denunciado ataques recientes
contra indígenas por parte de paramilitares, que buscan
expulsarlos de sus tierras, para entregarlas a gente rica.
Afirma que las autoridades no hacen nada por detener las
agresiones y amenazas, y acusa que esos sicarios estarían
pagados por terratenientes en contubernio con las autoridades.
Esa organización también ha reportado agresiones y desalojos
practicados por la Policía Nacional.
En julio, el Comité de Familiares de Detenidos-Desaparecidos
en Honduras (COFADEH) denunció la implementación de una
política nacional de persecución y muerte, por parte del
Gobierno del Presidente Ricardo Maduro, que calificó de
"terrorismo de Estado". Ha documentado numerosos casos de
allanamiento ilegal, infiltración en las organizaciones
sociales, vigilancia física y electrónica de dirigentes
populares, intimidación, amenazas de muerte, acusaciones
criminales a luchadores sociales, desapariciones y asesinatos
políticos. (Ver http://www.alainet.org/active/8746).
La situación de violencia y represión con relación a la
delincuencia y las pandillas también es preocupante,
incluyendo la actividad paramilitar. Más de 2.900 jóvenes
hondureños resultaron asesinados en Honduras desde 1998 hasta
la fecha por organizaciones delincuenciales. Por su parte, la
actual candidata a la vicepresidencia de la República por la
UD, María Borjas, anteriormente jefa de Asuntos Internos de la
Policía, fue destituida de su puesto en 2004, por denunciar
que el Estado conformó "escuadrones de la muerte" para
asesinar a pandilleros juveniles o mareros. Borjas declaró
que, con anuencia del ejecutivo, una banda se dedicaba al
exterminio de presuntos integrantes de pandillas juveniles en
una labor de "profilaxis social". Después de su destitución,
testificó ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos
(CIDH), con sede en Washington, sobre la existencia de esta
organización ilegal, conocida localmente como "Los
Magníficos", afirmando que es comandada por ex oficiales de la
Policía y el Ejército, que en los ochenta integraron el
Batallón 3-16, una unidad de inteligencia militar entrenada
por la Agencia Central de Inteligencia (CIA) y por militares
argentinos.
https://www.alainet.org/es/active/12334?language=pt
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