Costa Rica en la encrucijada:

Libre comercio y polarización social

29/11/2005
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Algunos elementos que subyacen a la situación actual Como todos los países latinoamericanos, Costa Rica ha experimentado desde los años 80' la imposición del Consenso de Washington bajo la forma de programas de ajuste estructural, "reforma" del Estado, procesos de apertura comercial y desmantelamiento del aparato productivo interno y del campesinado, deterioro y privatización de servicios públicos, entre otros. Aunque esto no es un secreto para nadie, la estrategia de las clases dominantes costarricenses ha sido la de ir implementando estas transformaciones de forma paulatina, para así evitar la generación de protestas y movilizaciones populares que las impidieran o retrasaran. Esto último, a despecho de los intereses de la élite, no ha sido del todo posible, ya que a lo largo de las dos décadas y media de neoliberalismo, el descontento popular y la movilización han acompañado y a veces bloqueado, la aplicación de estas políticas. Lamentablemente, sin embargo, la clase dominante costarricense ha cumplido casi en su totalidad sus objetivos, especialmente aquellos que atañen a la transformación del régimen jurídico para la protección del capital y de la propiedad privada.(1) Desde los años 80', entonces, el país ha vivido un cambio profundo en todos los órdenes de la vida social. La apertura comercial y la atracción de inversión extranjera se presentaron como los dos grandes pilares del nuevo 'modelo' de desarrollo, acompañados por una reforma del Estado que, se nos dijo, era necesaria para trasladar al mercado la asignación de recursos y la consecución del desarrollo social. Sin embargo, el resultado de tales políticas ha sido un absoluto fracaso social. Después de 23 años de ajustes, aperturas, liberalizaciones, privatizaciones, atracción de inversión extranjera, desmantelamiento del aparato productivo orientado al mercado interno, etc., el resultado evidente de todo ello es una sociedad más pobre, más violenta y más polarizada, donde no solo siguen sin resolverse problemas de larga data, sino que se ha retrocedido en aspectos que el país logró resolver adecuadamente en épocas anteriores al ajuste, notándose en particular un severo retroceso en la inversión social y en la prestación de servicios públicos como salud y educación. En este último campo, sorprende la creciente desescolarización de la población costarricense, ya que a partir de los 12 años de edad se registra una creciente deserción de los estudiantes del sistema educativo, lo cual redunda en una mayor exclusión de las oportunidades laborales, de acceso al conocimiento y desarrollo personal y colectivo. Hoy día, Costa Rica cuenta con una población levemente superior a los 4 millones de personas, de las cuales 1 millón son pobres. El 36% de los hogares se encuentra en situación de pobreza, mientras que si sumamos el desempleo abierto (6,5%), el subempleo (28,7%) y la población que trabaja en el sector informal (35%), tenemos que un 70% de la población ocupada tiene algún tipo de problema para conseguir un trabajo digno y estable: desde aquellos que no encuentran trabajo del todo, hasta los que trabajan en condiciones absolutamente precarias e inestables, sin prestaciones sociales ni garantías de ningún tipo.(2) Todo esto, a pesar de que Costa Rica es el mayor receptor centroamericano de inversión extranjera directa, que para el 2004 fue de 617 millones de dólares. En lugar del paraíso prometido, se observa un crecimiento sostenido de la desigualdad y una incapacidad recurrente para superar la exclusión creada por el mismo modelo. Negociación y eventual ratificación del TLCEUCA-RD polariza escenario político En este escenario, someramente descrito, el país comenzó a negociar un Tratado de Libre Comercio con los Estados Unidos y los demás países centroamericanos a inicios del 2003, integrándose en el 2004 la República Dominicana. Dicho Tratado constituye la culminación y consagración definitiva del modelo de ajuste y apertura comerciales, por lo cual en el momento presente Costa Rica experimenta una radical polarización entre los sectores empresariales y gubernamentales que apoyan el Tratado, y los sectores populares que lo adversan. La multitudinaria marcha de oposición al TLCEUCA-RD, realizada el pasado 17 de noviembre en la ciudad capital, demuestra hasta qué punto las organizaciones sociales y populares han logrado articular sus fuerzas para luchar contra un instrumento de dominación política, económica y cultural que desmoronaría las posibilidades de un desarrollo endógeno y una integración comercial justa y equitativa. Se estima que participaron unas 60 mil personas, por lo que se trata de la mayor movilización contra el libre comercio registrada en el país en su historia reciente. Costa Rica es el único país (de un total de siete) que no ha ratificado el TLCEUCA-RD. Esto se debe en muy buena medida a las acciones sostenidas del movimiento popular, que a lo largo de 3 años ha ido logrando calar en la conciencia ciudadana, sobre las negativas consecuencias que el Tratado tendría para el país. A pesar de los millones de dólares que se invierten todos los días para promover el Tratado, ni el gobierno ni el empresariado han logrado revertir la tendencia creciente de la población a manifestar su rechazo al mismo. Sin embargo, prevale en el país una gran confusión debido a la manipulación y chantaje de los grandes medios de prensa, que pintan un apocalipsis inmediato si el país se "queda fuera" del Tratado, caos que se generaría por la estampida de las inversiones y la pérdida inmediata de miles y miles de puestos de trabajo.(3) En las últimas semanas, el nivel de confrontación entre opositores y defensores del TLCEUCA-RD, ha llevado al país a una evidente polarización, que difícilmente podrá resolverse mediante la vía del diálogo institucional.(4) Hay muchas cosas en juego en este momento: las identidades colectivas de los sectores populares y clases medias, que están cansadas del saqueo y la pérdida de sus derechos; instituciones públicas muy valiosas y valorizadas, a punto de ser entregadas al mejor postor; la percepción, por no decir certeza, de que la profundización del modelo de apertura traerá la ruina a más productores y trabajadores a lo largo y ancho del país. No se trata solo de que el TLCEUCA-RD se negoció a espaldas del pueblo costarricense, sino de que esa "negociación" constituye un golpe profundo –y quizá irreversible– a las bases que han construido la Costa Rica contemporánea. Pero también están en juego los intereses de aquellos pocos que sí le han sacado ventaja al ajuste y a la apertura comercial, y que con el Tratado en vigencia tendrían el paso libre para seguir haciéndolo: los grandes inversionistas extranjeros y sus socios locales que, sobre la base de todo tipo de privilegios y abusos han logrado amasar escandalosas fortunas; los intereses de los magnates que se han enriquecido con la privatización de empresas públicas en toda América Latina (a la manera del mexicano Carlos Slim, interesado en "invertir" en Costa Rica en el negocio de las telecomunicaciones); los importadores de productos agrícolas esenciales como el arroz, el fríjol, la papa y el maíz, cuya actividad importadora ha traído la ruina a miles de productores agropecuarios costarricenses; las industrias farmacéuticas interesadas en el control cuasi-monopólico del mercado de la salud y en el acceso ilimitado a las fuentes de la biodiversidad costarricense; los que han saqueado a las instituciones públicas mediante todo imaginable acto de corrupción. Estos y otros por el estilo también saben que el TLCEUCA-RD es su "oportunidad de oro" para consolidar sus privilegios y su poder, por lo cual no van a dejar pasar esa oportunidad tan fácilmente. Entonces se comprende cómo, el pasado 24 de octubre, el principal medio de la derecha costarricense, el periódico matutino La Nación, publicara en su página 43-A un campo pagado del "Movimiento Costa Rica Libre", una agrupación de extrema derecha, de corte fascista y anticomunista, creada en 1961 y que ocupó un lugar muy importante en la lucha contra el comunismo durante los años sesentas a los ochentas. En este espacio pagado, se calificaba a los opositores al TLCEUCA-RD como "turbas salvajes que pretenden gobernar y legislar desde las calles", amenazando a los sectores opuestos al Tratado con que deben "atenerse a las consecuencias" si persiste su oposición, y exhortando a la población a "defender el Estado de Derecho […] a nuestras familias y de nuestra querida Costa Rica". Aunque la posición del Movimiento Costa Rica Libre no fue públicamente reivindicada por ningún partido ni sector político –ni tampoco por el periódico que la publicó–, es claro que el país transita por la vía del autoritarismo creciente, la intolerancia y la criminalización de los movimientos sociales y del disenso.(5) Esto nos acerca cada vez más a cruzar un umbral muy peligroso, el de una oligarquía cada vez más poderosa y por eso cada vez más agresiva, y de movimientos sociales cada vez más radicalizados en sus aspiraciones y demandas por una Costa Rica y un mundo sin exclusiones e inequidades. ¿Qué resultará de todo esto? Es difícil saberlo. Por lo pronto, parece claro que Costa Rica está frente a una encrucijada histórica. El neoliberalismo ha fracasado, pero el poder que lo sostiene busca consolidar su situación jurídica y su dominación política a largo plazo, incluyendo un aumento del autoritarismo y el uso de la amenaza para disuadir la protesta. Los movimientos sociales y crecientes sectores populares, han tomado conciencia de que no se puede seguir por ese camino y que deben formularse urgentes alternativas. En medio, la mayoría de la población permanece ajena al debate, preocupada más por la subsistencia diaria que por el avance del libre comercio en Centroamérica o el mundo. En marzo del 2006 se cumplirá el 200 aniversario de la gesta heroica de 1856, cuando los filibusteros de William Walker, financiados por los estados esclavistas del sur de los Estados Unidos, fueron derrotados y expulsados por la milicia costarricense. La historia siempre se nos muestra como un proceso dialéctico que nos confronta con nuestra propia herencia y nos obliga a tomar decisiones en el presente, desafiando nuestra capacidad de imaginar y construir el futuro. Por eso, en el transcurso de los próximos meses, las tensiones y contradicciones acumuladas en la lucha contra el libre comercio, darán como resultado un país cuya clase dominante se subordinó y entregó a los voraces designios del Norte, o bien un país cuyos sectores populares supieron levantarse una vez más con dignidad y proclamar que otro mundo es posible, que otro mundo es necesario, que no podemos esperar más. Nada está escrito aún, porque a pesar de todas las cadenas, ataduras y exclusiones, los pueblos siguen siendo capaces de irrumpir en la historia y forjar su propio destino de forma libre y soberana, como lo demuestra la larga historia de nuestra resistencia durante 513 años. Gerardo Cerdas Vega, sociólogo costarricense integrante del Grito de los Excluidos Mesoamérica / Minga Informativa de los Movimientos Sociales Notas: (1) Para poner solo un ejemplo, desde la creación en 1995 de la Organización Mundial del Comercio, Costa Rica ha modificado por completo su régimen de propiedad intelectual, habiendo sido aprobadas en el Congreso un total de 12 leyes y 2 Decretos por parte del Poder Ejecutivo. Estas leyes se han dictado bajo los principios que inspiran a la OMC y que son la base de las negociaciones del Tratado de Libre Comercio negociado con los Estados Unidos (TLCEUCA-RD, también conocido como CAFTA-DR por sus siglas en inglés). Esta maratónica transformación del régimen jurídico en materia de propiedad intelectual, en poco menos de 10 años, demuestran hasta qué punto el país se ha adecuado a las necesidades de la dinámica de acumulación capitalista de las grandes potencias económicas y militares, especialmente de los Estados Unidos y Europa. (2) Para el Gobierno, sin embargo, el problema se reduce al 6,5% de la población económicamente activa en desempleo abierto. Ni el subempleo, ni el empleo informal, ni las precarias condiciones laborales de quienes trabajan para la industria exportadora, son objeto de atención por parte de las autoridades públicas, lo cual ya es un sesgo que minimiza el problema e impide abordarlo adecuadamente. (3) Como lo han señalado algunos estudios, la estampida de las inversiones en la maquila se dará con o sin TLCEUCA-RD, ante la feroz competencia de la China que recién se integró a la Organización Mundial del Comercio. Otro tipo de inversión (no maquila) es muy poco probable que se vaya a ir del país, debido a los privilegios con que ya cuentan los inversionistas. (4) La Constitución Política de 1949, así como otras leyes importantes de la época, entre ellas el Código de Trabajo, reforzaron la vía del diálogo institucionalizado como mecanismo para resolver el conflicto interclasista. Con matices y diversos grados de cumplimiento, así se han resuelto muchos conflictos sociales en el país a lo largo de 5 décadas, entre ellos el llamado "Combo ICE" que en el 2000 logró revertir la privatización de las telecomunicaciones. No obstante, las posibilidades de negociar o dialogar cuando se trata de una entrega total de la riqueza, la soberanía y el patrimonio nacionales al capital transnacional, no solo se reducen sino que se vuelven inviables por completo. La confrontación en torno al TLCEUCA-RD revela una confrontación más profunda aún: la de distintas y antagónicas maneras de comprender el desarrollo social, económico, político y cultural de nuestros pueblos. (5) Desde el año 2000, se ha hecho común que dirigentes sociales y populares sean llevados a juicio tras el desarrollo de protestas callejeras de cualquier naturaleza. Actualmente, se ventilan en los Tribunales de Justicia de Costa Rica, al menos 5 causas contra dirigentes, acusados de violentar el orden público, de agredir a la policía y de secuestro, entre otras acusaciones similares, todas ellas carentes de fundamento y, lo que es peor, hasta de prueba.
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