Oaxaca, tierra de migrantes
30/04/2006
- Opinión
La guerra es la destrucción de la humanidad, es el gigante de la violencia y generador de odio. Pero la guerra no es menos peor que un inmigrante mexicano; y el inmigrante tampoco es apestado de la sociedad, es un ser humano con derecho a la libertad de transitar y trabajar honradamente para poder subsistir.
En lugar de criminalizar al inmigrante, habría que dignificarlo; sobre todo por que éste cuida y trabaja mejor la tierra que quien se dice dueño; la mano de obra es más barata, mas aún si se sabe que no cuenta con documentos que acrediten la estancia legal en el país; y lo que es peor aún, no sólo soporta el exceso de trabajo sino la discriminación con que es tratado por no ser güero, rubio y no saber hablar inglés; y no se diga si la primera discriminación con la que se topa un paisano es la de su propio compatriota por disputarse el mejor trabajo.
La sobreexplotación no sólo de mexicanos sino de los latinos y el ser “ilegal” no es un delito: es una necesidad resultado del hambre y del empobrecimiento que produce el sistema neoliberal. Los afectados; más de 12 millones de indocumentados.
Las medidas que han sido tomadas por Bush en relación a los inmigrantes con una “calidad migratoria” que los convierte en terroristas; los condena como los peores criminales, sin cometer otro delito más que el deseo de tener un trabajo mejor remunerado.
Las medidas de presión para obligar a nuestros compatriotas a abandonar aquel país es sin lugar a dudas inhumano; sobre todo retirarles la asistencia pública, entre las cuales está la asistencia médica, y por si fuera poco multar a las empresas que empleen mano de obra inmigrantes.
La Comisión Diocesana de Justicia y Paz se une a la defensa y a la protección de los derechos fundamentales, a la dignidad y a los intereses de todos los mexicanos y de los que no lo son con residencia en Estados Unidos de Norteamérica y que han emigrado en busca del sueño americano. Nos pronunciamos por la justicia, por el derecho que radica en el ser humano, por la dignidad y por la superación de quien la busca dentro de los cauces civiles y pacíficos.
1º. de Mayo del 2006.
COMISIÓN DIOCESANA DE JUSTICIA Y PAZ
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