ante la migración necesaria de la coca a la quinua

12/10/2005
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Después del gobierno nacional, popular y democrático del Dr. Hernán Siles Zuazo y sus exportaciones superiores a los 1.700 millones de dólares en 1983-84 debido a la producción de las empresas públicas principalmente, se ingresó a la lógica neo-liberal del decreto 21060 que accedió a clausurar o privatizar a prácticamente todas las empresas e instituciones que daban vida a nuestro país. El ocaso de occidente comenzó entonces. Estas empresas son COMIBOL y sus minas en Oruro, Potosí y La Paz; ENAF y su polimetalúrgico de Vinto; YPFB con sus respectivas refinerías, gasoductos, distribuidoras, ENFE y sus ramales a ciudades y provincias en occidente y oriente, ENDE y sus planes de producción de energía eléctrica termo e hidro para consumo interno y exportación, ENTEL y sus alta productividad y asociatividad con cooperativas locales; Corporaciones de Desarrollo encargadas de incubar empresas, construirlas y ponerlas en funcionamiento; COFADENA y las empresas militares mixtas de la química industrial básica vinculadas a los salares de Uyuni y Coipasa; SIDERSA que debía producir hierro esponja, arrabio y aceros en los yacimientos del Mutún, etc, etc. Esta política de clausurar las empresas públicas de producción y de servicios para reemplazarlas por empresas privadas que se adueñaron de sus bienes y reservas, no ha dado resultado en Bolivia, y el BM o FMI conocen muy bien esta situación deteriorada que ha llevado a decenas de miles de orureños y potosinos a abandonar su terruño y afincarse en Chapare, Santa Cruz o Beni. El desempleo es la señal más contundente. La evidencia es que miles y miles de mineros y metalúrgicos y fabriles fueron despedidos y no pudieron jubilarse en forma digna. En gran parte muchos de ellos se dedicaron a la producción de la coca y a su comercialización. Resultado de esta política salvaje es que Bolivia sigue siendo uno de los principales productores de coca en Sudamérica tanto legal como ilegal. Y desde entonces Bolivia no puede salir del circuito coca-cocaína pese a que se ha planteado desde entonces dedicar gran parte de la producción de la coca a su industrialización acelerada para producir diversos alimentos balanceados y medicamentos. Lo evidente sin embargo es que Bolivia contribuye a la producción de cocaína en forma indirecta y no necesariamente este debería ser su destino manifiesto, bajo ninguna circunstancia los bolivianos deberíamos contribuir a la producción de cocaína porque ella hace daño a generaciones enteras de jóvenes principalmente del primer mundo. Entonces los gobiernos nacionales están llamados a revertir esta situación usando la tecnología y las semillas sagradas de los cereales andinos como la quinua y amaranto o quiwicha. Si un próximo gobierno de izquierda en manos del MAS o del Almirante Gildo Angulo y su equipo de militares patriotas, tendría la posibilidad de planificar la economía boliviana hacia un nivel altamente productivo, la opción alternativa claramente es la de plantear la producción masiva de quinua y quiwicha real en las zonas del Altiplano aptas para ello. La producción actual de quinua sobrepasa 50 mil toneladas y con precios internos su valor monetario llegaría fácilmente a 20 millones de dólares. Pero se trata de exportar quinua real procesada e industrializada en grandes cantidades tanto a la Comunidad Europea y Japón principalmente. Grandes cantidades significa una producción inicial de al menos un millón de toneladas que con precios de exportación a Europa podría superar un ingreso neto de más de mil millones de dólares y acercarse a los mil quinientos millones. Si Bolivia y los gobiernos que propongan este plan - con base en un incremento de la producción agrícola de quinua para exportación y seguridad alimenticia - negociaran con la CE y Japón (también China y la India) una venta garantizada anual de 10 millones de toneladas de quinua real se podría tener ingresos de al menos 10 mil a 15 mil millones de dólares anuales. Cifra muy superior a todo lo que exporta Bolivia actualmente que alcanza a superar apenas los dos mil millones de dólares. La soya quedaría muy rezagada frente a la quinua. La soya con ser un producto estrella de la producción agroindustrial de Bolivia solamente llega a un millón de toneladas pero con precios de casi diez veces menos que la quinua real por tonelada. Es decir que si Bolivia y sus campesinos y comunidades rurales consolidaran un acuerdo de producción con el Estado boliviano para alcanzar estas metas los próximos cinco años, entonces Bolivia tendría un porvenir asegurado para sus comunidades campesinas beneficiando a millones de productores andinos y sus familias. En el acuerdo de producción debe ingresar el incentivo gubernamental de entrega de semillas, tecnología apropiada, capacitación, créditos, adelantos financieros, maquinarias, riego, infraestructura, caminos y electrificación. Pero fundamentalmente aseguramiento del mercado comprador en la Comunidad Europea y Japón en una primera fase. Países que acordarían con el gobierno nacional la provisión segura de diez millones de toneladas de quinua real por año y proveerían del adelanto financiero necesario de un 50% de la venta final. Adelanto que por lo visto anteriormente podría alcanzar la cifra millonaria de más de siete mil millones de dólares por año y otro tanto a la entrega de la quinua real debidamente industrializada y procesada apta para el consumo humano en Europa y Japón. El gobierno boliviano por realizar las tareas de coordinación y procesamiento industrial en plantas estratégicamente situadas más la comercialización respectiva podría tener ingresos del 30% de la cifra total, es decir de cuatro a cinco mil millones de dólares. Cifra muy superior a la venta de gas natural o de minerales o de soya. Con esta política agraria y agrícola y agroindustrial ganaríamos todos al mismo tiempo. Se abandonaría parcial o totalmente la producción de coca para dedicar todos los esfuerzos humanos y técnicos a la producción de quinua real y quiwicha o amaranto. Productos que son ampliamente requeridos actualmente en Europa y Japón para alimentar a humanos y animales como cerdos y vacas. Mientras mejor se alimente a los animales mejor alimentado estará el ser humano. Problemas como los virus de las vacas locas no deberían darse alimentando a los animales con quinua o quiwicha. Vale la pena para no tener que liquidar a millones de vacas como sucedió en Inglaterra hace pocos años atrás. Pero también ganaría la misma CE o Japón ya que no tendrían que dar préstamos ni cooperación financiera y menos limosnas en el futuro a Bolivia, solamente deberían comprometerse a dar un adelanto financiero del 50% para comprar semillas y apoyar inicialmente la infraestructura del área rural. Los europeos y asiáticos no producen en sus países quinua ni quiwicha y por tanto no tienen problemas con sus propios campesinos que reclaman proteccionismo frente a otros productos. Finalmente gana el gobierno nacional debido a que conseguiría por primera vez en la historia de Bolivia coordinar la producción agrícola con miles de comunidades campesinas para la exportación. Se habría dado apertura para la alianza real campo-ciudad y el desarrollo integral y científico del agro. Se habría alcanzado el ansiado desarrollo rural integrado y la eliminación definitiva del atraso y la miseria. - Ricardo Ángel Cardona es catedrático de Políticas de Gas y Petróleo de la Universidad Mayor de San Andrés, Bolivia, y de Planificación y Gerencia Energ
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