China: Las tres líneas básicas

20/07/2005
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IV.- Las tres líneas básicas de China La grandeza china, sin duda, descansa sobre un conjunto de valores que los habitantes de ese enorme pueblo comparten. Son valores que se han venido moldeando a lo largo de muchos siglos, milenios, incluso. En el viaje que hicimos por las muchas ciudades y proyectos de ese continente constatamos una ideología que identificaba a todos los chinos: la identidad con su familia y con la comunidad. Otro elemento, quizás aún más importante, es el sentimiento que tienen los chinos sobre la necesidad de cumplir con un objetivo político. Es decir, la fortaleza interior de la familia y de la comunidad tiene que expresarse políticamente. Para ello se requiere de una organización social capaz de transformar las energías del pueblo chino en logros concretos. Es sobre esta plataforma que descansan la existencia y el éxito del Partido Comunista. A diferencia de Europa donde se plantea una especie de divorcio entre las llamadas sociedad política y sociedad civil, en China las diferencias son borradas de manera explícita por la práctica misma del pueblo. Hay una noción que prevalece en el sentido de que los dirigentes y los dirigidos son los mismos. Es el legado de Mao Tse Tung. Los valores que descansan sobre la familia y la organización política que han logrado los chinos, culminan en la concepción que tienen sobre la Nación. Esta entidad política es vista en forma distinta por los chinos a la forma de interpretarla en América Latina, que la recibe de herencia de Europa. La Nación es el proyecto de un pueblo, con objetivos transparentes y definidos. Se diferencia de la visión que se tiene en estas latitudes cuando se percibe la Nación como una imposición sobre uno o más pueblos. Esta visión de unidad que caracteriza a China es el motor que le ha permitido construir la nueva sociedad. En un período de un poco más de 50 años, China ha pasado por tres momentos muy distintos. El primer momento se extendió entre 1949, el triunfo de la revolución, y mediados de la década de 1960. Fue el período en que el Partido Comunista consolidó su poder en toda China. La amenaza militar extranjera fue neutralizada y los viejos señores feudales fueron derrotados. El segundo período se inició con la Revolución Cultural, desatada por Mao para expurgar del Partido Comunista a los sectores que querían abandonar el proyecto nacional y regresar a una relación de sumisión ante las potencias mundiales. Entre 1966 y 1978, la Revolución Cultural reordenó las prioridades y lanzó a China en el camino de desarrollo y de crecimiento económico. A partir de 1978, China comenzó a avanzar sobre la base de la unidad nacional, con una organización política y con un pueblo que había recuperado su identidad. En un cuarto de siglo ha realizado grandes progresos en todos los terrenos. El más importante, sin duda, es la organización de una población de más de mil millones de habitantes que están incorporándose a la fuerza de trabajo de manera productiva. Este logro material habría sido imposible sin la ideología que subyace, consistente en una identidad a nivel comunitario así como nacional. - Marco A. Gandásegui, hijo, es profesor de Sociología de la Universidad de Panamá e Investigador asociado del CELA. Texto parte de una serie de 10 artículos que el autor preparó después de realizar una gira de diez días - entre el 20 y 29 de abril de 2005 - como miembro de una delegación de la Facultad de Humanidades de la Universidad de Panamá que visitó cinco ciudades, privilegiando centros académicos, productivos y culturales de la República Popular de China.
https://www.alainet.org/es/articulo/112563
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