Lula se desmarca del PT
23/07/2005
- Opinión
São Paulo .- La gran novedad de los últimos días (fin de semana pasado) ha sido
el reconocimiento por parte del extesorero del PT, Delúbio Soares, y, atención!,
del propio presidente de la República, Luiz Inácio Lula da Silva, de la
existencia de un esquema de financiación ilegal de campañas electorales del
Partido de los Trabajadores-PT y otros partidos aliados. El primero, Delúbio, se
presenta como responsable exclusivo, y el segundo, Lula, como víctima inocente
del “sistema político brasileño”.
Las dos declaraciones, a la que hay que sumar la del publicista Marcos Valerio
de Souza, que habría sido avalista y operador de la tramitación de los préstamos
millonarios que permitieron la señalada financiación ilegal, no paran en la
autoinculpación de uno y el reconocimiento de los hechos por el segundo. Ambos
denuncian que todos los partidos políticos brasileños hacen lo mismo
“sistemáticamente”. O sea, parecería implícita la afirmación de que, más allá de
los “errores” cometidos, según denominación de Lula, el verdadero responsable
del caso sería el sistema político brasileño. En cualquier circunstancia,
momento o lugar, esa afirmación en boca del máximo representante del susodicho
sistema debería ser poco menos que una bomba. Lo sorprendente es que ésta no
explotó. De momento.
Pero, hay más. Delúbio, por su parte, afirma no saber nada de ningún pagamiento
de “mensualidades” extras a diputados de los partidos aliados a cambio de apoyo
al gobierno. Los millones de Reales en danza, por tanto, serían exclusivamente
para pagar campañas electorales, y eso “lo hacen todos”. Nada de compra de votos
y diputados. El extesorero, además, se hizo responsable, individualmente, de
todo el montaje.
Quien no dejó fuera del caso al Partido de los Trabajadores fue el presidente
Lula, que afirmó no saber nada de las tramas orquestadas por Delúbio y aseguró,
además, que su relación con el PT es solamente en calidad de militante desde
hace algunos años y que no forma parte de la dirección del partido. Según el
presidente de la República, los problemas del PT pueden tener raíces en su
“rápido crecimiento” y, consecuencia de eso, en el “debilitamiento de la
dirección”, puesto que “gran parte de los cuadros”, “los mejores cuadros de la
política de izquierda”, “fueron para el gobierno”. “Posiblemente, por eso
hayamos cometido errores que en otro momento no cometeríamos”, sentenció. A
pesar de esto, sin embargo, afirmó su “confianza” en que el partido sabrá
superar sus dificultades.
Un día antes de hacerse públicas las declaraciones de Lula, el expresidente del
PT José Genoino firmaba en un diario paulistano un artículo titulado “Errores y
salidas”. En éste, pide “disculpas” a la opinión pública y “principalmente” a la
“militancia petista” por los “errores y fallos”. Genoino plantea, como hace
Lula, que el partido “se debilitó en su capacidad dirigente”, consecuencia de
haber crecido “mucho”. Admite que se apostó en una “campaña excesivamente
dimensionada, que no tuvimos capacidad de sustentar”. Con todo, afirma su
inocencia: “no cometí ilegalidades y en ningún momento actúe para corromper la
cosa pública”.
Si el escándalo en cuestión fuese, como pretenden los apuntados como
responsables, solamente consecuencia de un delito electoral de financiación
ilegal de campañas, delito del que, por otro lado, se acusa a todo el mundo y,
seguramente, no sin falta de fundamentos, las consecuencias penales y políticas,
siendo graves, serían bastante menos graves que en el supuesto de que también
estuviésemos ante un caso de compra de diputados. Podría ser que, efectivamente,
no exista el tal montaje de las “mensualidades” y que Delúbio sea sincero cuando
habla, por más que los indicios que hasta hoy presenta el caso, indican en
dirección contraria. Y en ese supuesto, no sería muy difícil concluir que la
admisión parcial de culpa del principal protagonista del caso, por el momento,
podría ser, en realidad, un intento de desviar el foco de atención de las
investigaciones para el caso de delito electoral en exclusiva.
Pero, el ritmo de las investigaciones ha traído, durante la semana, más nuevas y
sorpresas: han empezado a aparecer listas de los beneficiados por los generosos
emolumentos distribuidos vía cuentas bancarias del publicista Marcos Valério. En
las listas, diputados de todos los partidos. Y es sólo el principio.
Hasta aquí, la cosa está que arde y el fuego va consumir algunos currículos,
carreras políticas y ambiciones. Pero puede empeorar todavía. De hecho, todo
indica que empeorará. Incluso en el supuesto de que no existiese el caso de la
compra de diputados. Porque, después de las listas de los beneficiarios de
ayudas para campañas electorales, diputados y partidos, deberían aparecer otras
listas: las de los lugares de origen de todo ese dinero. Si hubiese dinero
procedente de cajas públicas, ministerios o empresas estatales, por ejemplo, el
caso adquiriría nueva y más grave dimensión. Si fuese solamente de “donadores”
privados, aunque menos grave desde el punto de vista jurídico-legal, las
implicaciones políticas pueden ser demoledoras para los partidos y candidatos.
En medio del torbellino, la popularidad de Lula se mantiene alta. De acuerdo con
los resultados de una encuesta publicados el domingo 24 de julio, el fundador
del PT ganaría hoy tranquilamente la reelección. El resultado no parece ser sólo
efecto de las gracias particulares del Presidente. De hecho, por más que la
agitación política y mediática es grande, la vida social y económica en el país
mantienen el ritmo de crecimiento, por más tímido que pueda ser, que viene
marcado por las políticas de este gobierno.
Quien lo tiene peor, al menos a corto y medio plazo, es el propio PT que perdió
en pocas semanas a los integrantes principales de la cúpula dirigente. Con todo,
la nueva dirección parece empeñada en imprimir una nueva dinámica, consciente de
sus “errores” y pérdida de legitimidad. En su última comparecencia pública, hace
dos días, el actual presidente del partido, Tarso Genro, se refirió siempre a la
tendencia mayoritaria y responsable principal de la crisis, autodenominada como
Campo Mayoritario, como la “antigua mayoría”. Mientras tanto, un destacado
dirigente de esa tendencia, José Eduardo Dutra, que acaba de abandonar la
presidencia de la estatal extractora de petróleo Petrobrás, afirma que “el Campo
Mayoritario tiene que asumir que es suya la mayor parte de la responsabilidad.
Quiero decir, nosotros, del Campo Mayoritario. Creo que éste es hasta un nombre
bastante arrogante, que tendría que cambiar”. No ayuda mucho para ese cambio la
citada declaración de Lula. Y, además, como ya se ha dicho, todo indica que
tienen que aparecer todavía novedades y revelaciones. Y pocas de éstas, si
alguna, en principio, van a ayudar al partido a salvar la cara.
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