Un nuevo paso atrás en estrategia de recolonización
10/05/2005
- Opinión
Como ocurriera en 1996 con Abdala Bucaram y en el 2000 con Jamil Mahuad, el
suelo se abrió bajo los pies del ya ex presidente del Ecuador Lucio
Gutiérrez, depuesto como consecuencia de la profundización de la crisis
económica y política vivida por el país hermano. Una masiva movilización
popular y la ruptura del bloque dominante sellaron la suerte de Gutiérrez
quien, luego de traicionar el mandato popular, se empeñara en recorrer la
ya conocida senda de las políticas neoliberales, llegando a presentarse a
sí mismo como el mejor aliado de los Estados Unidos en América Latina.
Bloques económicos y representación política
Ecuador, uno de los territorios que formara parte de la Gran Colombia
concretada en el siglo XIX por Simón Bolívar, con 13 millones de habitantes
vive desde finales de la década del 80 una crisis que fue agudizándose en
un espiral de políticas de ajuste y concentración económica por un lado y
resistencia antineoliberal (cuyo actor más importante ha sido el movimiento
indígena) por otro. Las distintas fracciones de las clases dominantes han
detentado el poder a través de los partidos Social Cristiano (representante
de las tradicionales oligarquías de la costa), la socialdemócrata Izquierda
Democrática y la utilización por parte de fracciones empresariales y
financieras de identidades políticas como el Partido Roldosista
Ecuatoriano de Abdala Bucarán (presidente en 1996 y depuesto a principios
de 1997) y Alvaro Novoa (el millonario "magnate del banano") o la
Democracia Popular/Unión Demócrata Cristiana que llegara a la presidencia
en 1998 con Jamil Mahuad, (responsable de la dolarización de la economía en
enero del 2000).
La disputa político-económica está asentada en una moldura física presente
en otros países andinos: la división histórica entre la Sierra y la Costa.
Si el poder político está asentado en la capital Quito (sierra), el poder
económico está en la Costa (Guayaquil), donde se encuentra lo más
concentrado del sector agroexportador y la banca. Los principales renglones
de la economía ecuatoriana se encuentran en la exportación de bienes
primarios: Petróleo (en manos del Estado), banano y camarones representan
el 75% del total, siendo el petróleo el más importante. Un dato que
sintetiza la crisis económica ecuatoriana es el hecho de que las remesas de
los exiliados económicos en Europa y Estados Unidos constituyen la segunda
fuente, luego del petróleo, de divisas del país.
La volatilidad política, expresada en la deposición de tres presidentes en
menos de nueve años, expresa claramente, por un lado, un estado de cosas
signado por la disputa al interior del bloque dominante, entre el capital
financiero internacional, los grandes exportadores y el complejo financiero
importador por imponer un proyecto que les garantice, en medio de la crisis,
la continuidad en la recepción de "su" parte de la renta nacional; y por
otro lado el poder de veto logrado por la resistencia de las organizaciones
sociales como la CONAIE y en menor medida los sindicatos hacia las
manifestaciones más agresivas de las políticas neoliberales.
De la dolarización a la caída
La profundización a finales de la década del 90' de la crisis económico-
financiera atizada por la presión de los organismos internacionales de
crédito hacia la implementación de "reformas estructurales", impulsó una
cada vez más poderosa y representativa resistencia de los sectores
populares (movimiento indígena, sindicatos transportistas, trabajadores
petroleros). Ello fue un toque de alerta para las clases dominantes en su
conjunto. Y es así que a pesar de los intereses encontrados que genera la
dolarización, ésta fue adoptada en tanto respuesta común del conjunto del
poder económico, al ser vista en esa coyuntura -con el beneplácito de
Estados Unidos- como la única vía para sacar al país, es decir a sus clases
dominantes, de la crisis.
La respuesta popular fue el levantamiento indígena que tumbó al presidente
Mahuad en el año 2000, con el apoyo de un sector nacionalista del ejército
y de los trabajadores, guiado por el rechazo a las políticas de ajuste
estructural y la dolarización de la economía. En ese marco la aparición de
la cúpula de las fuerzas armadas forzando la salida institucional (que
llevó el gobierno desde las manos de los rebeldes al vice Noboa) da cuenta
de la aceptación orgánica de la política dolarizadora por parte de los
factores de poder ante la amenaza de una salida popular a la crisis.
Llegado a la presidencia con un discurso y un programa nacional, popular y
latinoamericanista y apoyado por el movimiento indígena y la izquierda
ecuatoriana, Lucio Gutiérrez traiciona y abandona sus apoyos políticos
originales para alinearse con las políticas neoliberales amarrando un
acuerdo con la oligarquía costeña representada por el socialcristianismo:
suscribió acuerdos con el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial
por un conjunto de reformas legales para la privatización del petróleo, la
energía eléctrica, las telefónicas y la seguridad social (llamadas Ley
"Trole 4") y sostuvo la firma y ratificación del tratado de libre comercio
con Estados Unidos.
Como prerequisito para avanzar en esos objetivos, Gutiérrez desarrolló una
agresiva política de cooptación, división y debilitamiento de los
movimientos sociales organizados (en especial el indígena). Pero aun así,
el pase a la oposición y la resistencia de parte de la CONAIE, el
Pachakutik y buena parte de la izquierda sumado a las consecuencias de la
dolarización con la consiguiente diferenciación al interior del bloque de
poder (algo similar a lo sucedido en la disputa convertibilidad/devaluación
en nuestro país), llevaron al empantanamiento de la política entreguista,
agudizándose la confrontación entre los partidos políticos tradicionales.
Así se llega al proceso que culminará con la destitución de Gutiérrez;
muchos de los sectores que impulsaron y aceptaron la dolarización, por
ejemplo los grupos exportadores, los capitales ecuatorianos en el exterior,
el poder político marginado del reparto del Estado y la clase media
profesional (que pensaba resguardar sus ingresos de la devaluación a través
del dólar), comenzaron a confrontar con el gobierno buscando una salida que
contemplara sus intereses. La respuesta de Gutiérrez fue una alianza con
los grupos financieros Isaías y Noboa, y en sus expresiones políticas, los
partidos Roldosista Ecuatoriano (PRE), y Renovación Institucional Acción
Nacional, (PRIAN) para concentrar el poder político (elección de una nueva
Corte Suprema) y avanzar por sobre la resistencia del campo popular y de
las fracciones desplazadas de la burguesía imponiendo el programa
neoliberal a través del disciplinamiento de la mano dura.
La oposición del conservador Partido Socialcristiano de Jaime Nebot
(Alcalde de Guayaquil) y Febres Cordero, de la socialdemocracia a través de
Izquierda Democrática en lo político y la Coordinadora de Movimientos
Sociales, y la resistencia expresada por el movimiento indígena (que esta
vez se mantuvo en un segundo plano), abrió la brecha para que la
movilización popular de los sectores medios (fundamentalmente en Quito)
fuera determinante en la caída de Lucio. Las masivas y sostenidas
movilizaciones de los "forajidos" (nombre que se dieron en respuesta a una
acusación del gobierno) con importantes aspectos de autoconvocatoria y
organización por fuera de las orgánicas políticas y sociales, dieron la
orientación antineoliberal al proceso.
Perspectivas de cambio
La conjunción de distintos intereses tras el objetivo de la deposición de
Gutiérrez tiene como punto de sutura el rechazo (aunque en algunos de los
actores de forma oportunista) a las principales políticas de Estados Unidos
para Ecuador. Ese es el cauce central de los sucesos. Lo cual no niega que
cada actor del bloque anti-Gutiérrez busque afirmar su hegemonía en el
rumbo económico y político. Esta realidad se pone de manifiesto en la
composición del gabinete del nuevo presidente Alfredo Palacio, donde
conviven figuras como el Ministro de Economía Rafael Correa y su vice Pablo
Dávalos, y el Ministro de Gobierno Mauricio Gándara, opositores a las
políticas de ajuste, a los tratados de libre comercio y de la participación
ecuatoriana en el Plan Colombia, junto a representantes de los sectores
oligárquicos tradicionales.
Por su parte, la CONAIE, junto a varias organizaciones políticas y sociales,
han manifestado su unidad en torno a las medidas que los llevaran a la
lucha. Esto quiere decir que con Gutiérrez debe irse su proyecto económico:
el TLC, la abierta intervención en el Plan Colombia, las "reformas
estructurales", el pago indiscriminado de la deuda, la corrupción, el
nepotismo y el acelerado empobrecimiento de la población. Otro elemento a
seguir es el horizonte organizativo y de acción que resulte del proceso
movilizador de la clase media y su posibilidad de transformarse en un actor
político permanente en el país.
La caída del "mejor amigo" de los Estados Unidos en el Ecuador, es, sin
dudas, un retroceso en la estrategia de recolonización de Washington para
Nuestra América, situación que abre en una etapa de fuerte disputa,
posibilidades de cristalizar en el país hermano un cambio en la correlación
de fuerzas favorable al campo popular. Dependerá de la capacidad de este
último de proyectar sobre la sociedad ecuatoriana un modelo de país, sus
alianzas necesarias y las formas organizativas correspondientes que
confronten con aquellos que buscan cambiar algo para que nada cambie.
- Daniel Ezcurra es Coordinador de las Cátedras Bolivarianas de la
Universidad Popular Madres de Plaza de Mayo, Director del Instituto de
Investigación Social, Económica y Política Ciudadana.
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