El sol no se puede tapar con un dedo
04/03/2005
- Opinión
La escalada de la administración Bush contra Cuba se intensifica por días. Se trata de una estrategia de acoso para no dar respiro al pueblo cubano y asfixiar a la revolución. Cuba es el único país al que una comisión presidencial bushista le ha dedicado un plan para "acelerar el fin del régimen" que prevé el desmantelamiento del Estado revolucionario y sus programas sociales para sustituirlos por un sistema de anexión colonial de la isla, donde reinen el libre mercado y la democracia "made in USA". El plan contempla la designación por Estados Unidos de un procónsul con el título de "coordinador para la reconstrucción y la estabilización". No en balde el académico Wayne Smith, que fuera representante de Estados Unidos en La Habana durante la administración de Carter, ha bautizado este plan como Irak II.
En esta perspectiva, los actos hostiles estadounidenses se suceden sin solución de continuidad. La semana pasada fue una disposición del Departamento del Tesoro de Estados Unidos que trata de liquidar la rendija en el bloqueo que permite la compra de alimentos por Cuba en ese mercado. La nueva disposición obliga a Cuba a pagar por adelantado los embarques antes que zarpen de puertos estadounidenses en lugar de cuando arriban al puerto de La Habana como se venía haciendo desde que el Congreso logró aprobar esta excepción. Además de complicar burocráticamente las compras esta medida podría ponerlas en riesgo tomando en cuenta los antecedentes de bienes cubanos confiscados anteriormente por jueces estadounidenses, lo que obligaría a Cuba a suspender estas operaciones. Como otras veces, se trata de una provocación burda tendente a incitar una respuesta airada de las autoridades de la isla. Sin embargo, la empresa cubana encargada de la importación de alimentos ha declarado su intención de honrar los contratos suscritos y continuar las adquisiciones "siempre y cuando se ajusten a las reglas del comercio internacional".
La nueva medida provocó la ira de los senadores de los estados agrícolas de Estados Unidos que la conceptúan como un intento de la administración de terminar con este negocio y están preparando un proyecto de ley para contrarrestarla que cuenta ya con el apoyo de 14 miembros de la cámara alta. Proyectos similares en el pasado han fracasado obstaculizados arbitrariamente por el liderazgo republicano o vetados por la Casa Negra. Pero muestran que en el Congreso existe una mayoría que desea relajar el bloqueo así como la inconstitucional prohibición de viajar a Cuba a los ciudadanos de la potencia norteña.
Cientos de miles de dólares se están canalizando a Cuba por el National Endowment for Democracy -financiado por Washington- que van parar a los bolsillos de los así llamados periodistas independientes, disidentes y activistas de derechos humanos, lo que los confirma como colaboradores a sueldo de Estados Unidos en el intento de desestabilizar a Cuba. Algo que se oculta persistentemente en los grandes medios de información internacionales.
Este grupo de personas es funcional a la campaña de desprestigio contra La Habana estipulada en el citado "Plan para la asistencia a una Cuba Libre" y al designio del imperialismo de condenarla en la Comisión de Derechos Humanos(CDH) de la ONU en Ginebra, un ejercicio próximo en el cual el ilegal invasor de Irak, torturador de Abu Ghraib y Guantánamo, autor de la célebre Acta Patriótica y de la xenofobia contra los migrantes se erigirá en juez y fiscal contra Cuba aprovechando la colaboración de sus aliados imperialistas europeos y la debilidad o genuflexión de gobiernos del tercer mundo. La CDH ha perdido toda autoridad precisamente por esa trayectoria de complicidad y sumisión de muchos de los países miembros. Este hecho se ha ido abriendo paso en la opinión publica pese a la manipulación mediática. Lo que está claro es que un voto contra Cuba en ese foro es un voto contra la dignidad de los seres humanos y contra la realidad incontrastable de la libertad y la justicia social imperante en la isla comparada con la dictadura de las trasnacionales vigente en la mayoría de las naciones, entre el ser humando en proceso de liberación de los traumas del consumismo y el ser humano devenido en consumidor esclavizado por la publicidad. En Cuba el pueblo es dueño de su destino, hay elecciones libres y transparentes, no hay ejecuciones extrajudiciales, ni policías que golpeen a manifestantes, ni desaparecidos. El sol no se puede tapar con un dedo.
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