El bueno, el malo y el feo: Las políticas agrarias del Banco Mundial
22/11/2004
- Opinión
El próxima mes de diciembre, representantes de movimientos campesinos de todo el mundo se
congregarán, junto con especialistas en políticas de reforma agraria, en el Foro Mundial de la
Reforma Agraria, que se realizará en Valencia, España. Un punto de destaque en la agenda es
desmitificar el discurso promocional que emana del Banco Mundial en el asunto de la reforma
agraria, y la organización de una campaña global para luchar contra los impactos perniciosos de
las políticas agrarias del Banco.
De hecho, las cambios recientes en las políticas del Banco Mundial respecto a la tierra nos
recuerdan el título de la vieja película de Clint Eastwood, "El bueno, el malo y el feo". En este
caso, lo "bueno" es que el Banco ha "descubierto" que cuando un país tiene una distribución de
la tierra muy inequitativa, y que por consiguiente gente pobre en áreas rurales carece del acceso
a los recursos productivos, se resiente el desarrollo económico en general. Esto es por supuesto
lógico, puesto que, cuando la mayoría de la población de un país queda prácticamente excluida
de la economía nacional, resulta imposible un desarrollo económico con base amplia.
Ello no es ninguna noticia para quienes han estudiado el tema desde hace décadas, salvo el
hecho que, como resultado, el Banco Mundial ahora dice estar favorable a la Reforma Agraria,
como solución a esta situación común a muchos países. Desafortunadamente, lo que el Banco
entiende por "reforma agraria" está muy lejos de lo que reivindican las organizaciones de los
sin tierra.
Lo "malo" entonces, es que el Banco Mundial no se ha asociado al grito global por la
expropiación de las propiedades excesivamente extensas de los super-ricos, y por su
redistribución a los pobres sin tierra. No ha reconocido realmente lo que está claro para la
mayoría de la gente: que las propiedades agrarias descomunales en manos de unos pocos, en
medio de la pobreza de muchos, son moralmente perversas, y hacen imposible el desarrollo.
El Banco más bien está utilizando la retórica de la reforma agraria, para presionar por "la
facilitación de los mercados agrarios", donde la tierra puede ser comprada y vendida como
mercancía, sin tener en cuenta que el sustento de la gente está en juego. Con este fin, el Banco
ha impulsado políticas para privatizar las tierras públicas, y para dividir las propiedades
comunales en pequeñas parcelas, con títulos individuales de propiedad que pueden ser
vendidos. La consecuencia de poner a merced de las fuerzas del mercado el acceso a la tierra de
la gente pobre e indígena, generalmente ha sido desastroso; ha provocado ventas masivas
desesperadas por parte de los pobres, nuevas oleadas de concentración de la tierra para la gente
rica, y una más profunda miseria para la mayoría rural.
El Banco Mundial también ha impulsado una estrategia de "banco de tierras" en varios países,
en donde se induce a los muy pobres a contratar préstamos con altas tasas de interés, para
comprar la tierra de mala calidad que los propietarios ricos desean vender, a precios
supuestamente "del mercado", que son a menudo mucho mayores al valor verdadero. Ello
equivale a regalar fondos fiscales a los propietarios ricos, a cambio de tierras sin valor, y de baja
fertilidad. El peso de las deudas que las familias supuestamente beneficiarias tienen que asumir
es imposible de superar en la mayoría de los casos, dada la escasa productividad de la tierra
adquirida; y el costo de este tipo de "reforma agraria" es tan prohibitivo –puesto que la
existencia misma del programa causa la inflación de los precios de la tierra- que en cualquier
caso no es práctico.
El término "feo" reservamos al hecho de que el Banco Mundial apunta con sus programas del
banco de tierras hacia los países donde los movimientos populares están más activos y exitosos
en la ocupación de la tierra ociosa, como en Brasil, donde el Movimiento de los Trabajadores
Sin Tierra (MST) ha colocado a la reforma agraria en destaque en la agenda de debate nacional.
El Banco Mundial intenta despolitizar el tema de la tierra, en tales casos, desplazando la
reforma agraria del ámbito de la política hacia el ámbito del mercado, a la vez que intenta
socavar el apoyo para los movimientos más exitosos. Lo trágico es que la dimensión de la
privación de tierras es tan grande, que únicamente una solución desde el ámbito de las políticas
y de la acción política puede responder a su magnitud, mientras que los enfoques basados en el
mercado, en el mejor de los casos, apenas topan los márgenes del problema. Al socavar la lucha
política por la reforma agraria verdadera, el Banco la empuja cada vez más lejos de alcanzar.
* Peter Rosset es co-coordinador de la Red de Investigación-Acción sobre la Tierra
(http://www.acciontierra.org ) y miembro del comité internacional de planificación del Foro
Mundial sobre la Reforma Agraria a realizarse del 5 al 8 de diciembre de 2004 en Valencia,
España (http://www.fmra.org ).
https://www.alainet.org/es/articulo/110913?language=es
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