Breves comentarios sobre el colonialismo racista de opositores e intelectuales
18/08/2004
- Opinión
El análisis de los pronunciamientos de opositores y buena parte
de la intelectualidad venezolana, antes y después del
referéndum, constituyen un ámbito privilegiado para explorar la
presencia del pensamiento colonial y racista en las élites de
nuestro continente. Puede hablarse, sin dudas, de los límites
de la conciencia posible de una matriz epistemológica de
conocimiento que entiende la realidad a partir de determinados
supuestos.
Para el pensamiento liberal/colonial (y racista) de parte de la
oposición venezolana, incluyendo muchos de sus intelectuales,
nos encontramos en Venezuela en presencia de un proyecto
político militar, dictatorial, autoritario, demagógico,
decimonónico, antihistórico, estatista, etc., etc. En estas
condiciones, es obvio que es absolutamente imposible que el
gobierno de Chávez pueda contar con el apoyo de la mayoría de la
población. Se trata simplemente de una imposibilidad
epistemológica. Algo que no es concebible en el pensamiento, y
por lo tanto, algo que es imposible que ocurra en la realidad.
Dado que las profundas separaciones, deslindes y rupturas
sociales, políticas, e incluso cognitivas, de la actual sociedad
venezolana tienen igualmente una nítida correspondencia
territorial, la visión de la realidad está radicalmente
fragmentada. Sólo se ve lo que se tiene cerca, aquello con lo
cual se tiene contacto. Y como la mayoría de los sectores de
clase media y clase media alta son antichavistas, como los
medios privados son radicalmente antichavista, el país entero
es, necesariamente, antichavista. Es esta la fuente de las
interpretaciones de los analistas y cientistas políticos más
lúcidos de la oposición.
Es tal la fuerza de esta profunda convicción en torno a la
realidad absoluta de esta imposibilidad epistemológica, que no
existe ningún hecho empírico que sea capaz de poner en cuestión
esta incuestionable verdad.
Cuando las encuestas previas al referéndum (casi unánimes) y los
resultados mismos del referéndum entran en contradicción con
esta realidad objetiva es necesaria una explicación. El
pensamiento colonial/liberal/racista da entonces dos tipos de
respuestas.
En la primera se formula a partir de una perspectiva racista y
descalificadora del pueblo venezolano. Si los sectores
populares mayoritarios votan por el gobierno, no es porque
compartan las propuestas o los programas del gobierno, sino por
el contrario, porque el gobierno, con los enormes recursos de la
renta petrolera, está comprando su voto. Ejemplo
característico, y de ninguna manera excepcional ni extremo de
esta lectura de la realidad venezolana, es la caricatura de
Rayma publicada en el periódico El Universal de Caracas el 7 de
agosto del 2004. Dice un Chávez ataviado como pescador
deportivo en su yate: "En época electoral lo mejor para pescar
imbéciles es soltarles el guaral presupuestario". Esto es, en
conocimiento de que prácticamente todas las encuestas le dan la
ventaja a la ratificación del mandato popular de Chávez, se
caracteriza al pueblo que lo apoya como un pueblo "imbécil" que
se deja comprar por políticas públicas demagógicas y
clientelares. No son propiamente seres humanos, no corresponden
al modelo liberal de sujetos autónomos con juicio moral propio.
Son unas cosas, unos "imbéciles" que, en ausencia de juicio
moral y de opinión política propia, se dejan comprar al mejor
postor. Como el gobierno de Chávez cuenta con los recursos
petroleros para ello, es entonces posible explicar lo
inexplicable, que la mayoría pueda votar por Chávez.
Esta explicación sobre la compra de estos sub-humanos ha
aparecido reiteradamente en el discurso político y los artículos
de opinión de la oposición en estos últimos años. Si hay una
concentración popular pro-Chávez grande, necesariamente es
porque el gobierno utilizó los recursos públicos para pagarle a
los asistentes y para darles licor con el propósito de que se
emborrachen y actúen como si estuviesen contentos en la
manifestación. Si en el referéndum revocatorio la mayoría
popular vota ratificando el mandato de Chávez esto es
necesariamente el resultado de que el gobierno le pagó a esos
electores inconcientes con ese preciso objetivo. Incluso el
Cardenal venezolano Rosalio Castillo Lara formuló públicamente
esta acusación, afirmando que quienes votaron por el NO lo
hicieron porque el gobierno los compró con 50 0 60 dólares cada
uno.
La otra senda argumentativa utilizada por voceros de la
oposición para resolver la aparente inconsistencia entre la
imposibilidad epistemológica de que la mayoría del pueblo
venezolano pueda apoyar a Chávez y el aparente resultado del
referéndum consiste en negar la realidad. Si lo que ocurrió era
de antemano imposible, si era una radical imposibilidad,
entonces, obviamente, simplemente, no ocurrió. Como no era
posible que la oposición perdiera el referéndum, entonces,
necesariamente, e independientemente de lo que digan los
resultados electorales, la oposición ganó. Y como
necesariamente la oposición tenía que ganar por una amplia
mayoría, entonces, evidentemente, e independientemente de los
resultados electorales, la oposición necesariamente ganó por una
amplia mayoría de votos. No importa lo que anunciasen las
encuestas de opinión, no importa el resultado oficial dado por
el Consejo Nacional Electoral, o los resultados similares
producto del llamado "quick count" (conteo rápido sobre la base
de una muestra representativa de centros electorales) realizados
en forma conjunta por el Centro Carter y la OEA, e incluso
resultados parecidos producidos por el muestreo de la propia
organización de la oposición SUMATE.
Dado que no era posible que Chávez contase con el apoyo de la
mayoría de la población, ya que es evidente que la mayoría de la
población necesariamente tiene que rechazar a un dictador
mesiánico y autoritario, entonces la única explicación posible
del resultado del referéndum es un enorme fraude. No se trata
de una cuestión empírica. No se trata de una afirmación que
requiera una comprobación práctica. Dado que lo que ocurrió no
era posible, simplemente, obviamente no ocurrió. La única
explicación para esta discrepancia entre las previsiones
incontestables que había asumido la oposición y la realidad, es
que la realidad no es verdad. Los resultados son mentira.
Desde su profundo convencimiento de que son dueños no sólo del
país, sino igualmente de la verdad, de que los otros simplemente
no existen como seres humanos dignos de tomar en cuenta,
cualquier asomo de posibilidad de que sus supuestos no
correspondan a la realidad del país tiene, necesariamente, que
ser negado. Sobre todo si está más allá de los límites de lo
posible.
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