La Privatización del Agua y el Banco Mundial
18/06/2004
- Opinión
En un spot publicitario que se pasa por el cable, el Banco
Mundial toma el rostro y la voz de algunos niños y niñas, que
inocentemente anuncian que el sueño de dicha institución es un
mundo sin pobreza.
Pero cuando están despiertos, los del Banco Mundial, que son
siempre mucho mayores y recorridos que los de la propaganda,
promueven las privatizaciones, a lo largo y ancho del mundo.
Otro sueño propagandístico del Banco Mundial es que todos los
habitantes de la Tierra logren acceso al agua limpia, para
mejorar su calidad de vida.
Pero cuando están despiertos, los del Banco Mundial están más
preocupado en las transnacionales que van a comprar en las
subastas de los servicios nacionales de agua, que en ayudar a
cambiar el desbalance mundial en la distribución de este vital
recurso e impulsar políticas públicas y participaciones del
sector privado para llegar a los que no son atendidos.
Actualmente un habitante del sur consume un promedio de 20
litros de agua por día. Un estadounidense supera los 600 litros.
A la velocidad actual consumo se llegará al final de los
próximos 20 años con más de 3 mil millones de seres humanos sin
acceso al agua potable.
Y con una perspectiva de conflicto global por el control de las
fuentes de abastecimiento, que podría ser la guerra más pavorosa
que se haya conocido.
Todo esto podría evitarse de dos maneras: (a) reduciendo el
sobre consumo del norte a un nivel razonable, lo que permitiría
desacelerar la tendencia de agotamiento de las reservas y
compartir mejor con los pobres del sur; (b) ampliando nuevas
fuentes de agua para su uso planificado, evitando su
depredación.
¿Qué hace y qué propone el Banco Mundial, que concentra un
enorme capital para créditos y donaciones aportado globalmente,
y que tiene un indiscutible poder de convencimiento sobre los
gobiernos que saben cualquier pelea con ellos equivale a chocar
con la banca y las inversiones internacionales, ante este
escenario de desastre que se anuncia en el horizonte?
Promueve las privatizaciones.
El Banco Mundial, ha defendido permanentemente la tesis que la
forma de aumentar la disponibilidad de agua, es tratándola como
un producto más del suelo y del subsuelo, que como el cobre, el
oro y el petróleo, debe ser explorado y desarrollado por
capitales privados que tengan el aliciente de la ganancia para
animarse a invertir.
Pero, como la condición para que el capital invierta en
explotaciones nuevas es que no tenga obstáculos para apropiarse
también de las viejas, el Banco Mundial también defiende la
privatización de las empresas de servicio de agua en
operaciones.
Al final, por cierto, este termina siendo el tema clave y no las
inversiones nuevas.
En términos de capital los plazos no están dictados por la
velocidad en que las poblaciones pueden quedarse sin bebida,
sino en el que pueden hacer las mayores ganancias, por el más
largo tiempo y con el menor costo d inversión y riesgo de
capital posible.
Por eso hablamos de la necesidad de tener más agua y se contesta
que hay que vender las empresas de agua, como si una cosa
tuviera que ver con la otra. Como si alguna de las experiencias
de privatización de servicios públicos, el objetivo de los
compradores hubiese sido llevar el servicio al que le falta, si
tienen tanto techo para explotar a los que ya están conectados.
El Banco Mundial, sin embargo, tiene su propia respuesta. La
privatización conduce a llevar a nivel real el precio de venta
del agua a los usuarios finales.
¿Cuál es el precio real? No el que cuesta extraerlo y
distribuirlo. Sino el que el mercado esté dispuesto y en
condiciones de pagar en un escenario de creciente escasez, de
incapacidad de reemplazar por un sustituto y de oferta
monopólica.
El Banco Mundial además dice que en el largo plazo funcionará un
mercado mundial del agua, tal y cual hay con el petróleo. Así
que el precio real será, todo lo anterior, pero bajo condiciones
de competencia en la demanda:
- mucho mayor consumo en el norte con poder adquisitivo
mucho más alto que en el sur ¿cuál puede ser el resultado?
En el futuro, para que una empresa o una familia de Estados
Unidos, Europa o Japón puedan seguir consumiendo los volúmenes
de agua que hoy mantienen, van a tener que pagar por ello.
Muy bien. Pero eso hará que los precios del mercado sean
prohibitivos para una parte muy grande de la población del
mundo. Les repartirán seguramente bolsas cada cierto tiempo con
agua racionada.
El sueño del Banco Mundial se estará pareciendo entonces a una
pesadilla.
Por todo ello, además, no hay como tomar en serio la fórmula que
usan los gobiernos de países como el nuestro para justificar la
privatización y el sometimiento al Banco Mundial:
- como no hay dinero en la caja fiscal que prioriza el
pago de la deuda externa y la compra de armamento a los países
del norte, la opción que queda es privatizar. Si hay un millón
de personas sin agua en Lima y más del doble en el resto del
país, sólo cabe pedirle al capital privado que ponga la plata y
santa solución.
Centenares, tal vez miles, de estudios se han hecho a todo
costo, para llegar siempre a la misma conclusión: si quisiéramos
dar servicio a todos los que no tienen, tener reservas para el
largo plazo, modernizar el servicio, cambiar la tubería obsoleta
y reducir las fugas, etc., se necesita tanta y tanta plata que
los Estados nunca podrán hacerlo.
Curiosamente cuando se hace el balance país por país se
comprueba que lo gastado en estudios que llegan normalmente a la
conclusión que ya sabemos, y que plantean propuestas técnicas
que con seguridad no serán tomadas en cuenta ni por los Estados
que quieren privatizar ni por los compradores de la
privatización, alcanza cifras extraordinarias que hubieran
permitido pagar una parte importante de las inversiones
necesarias para la mejora del servicio.
No se crea, sin embargo, que este es un mero error por
propensión al intelectualismo. Nada que ver. Los estudios son un
excelente negocio del Banco, ya que siempre se devuelve el monto
prestado con sus respectivos intereses, y se logra en cambio el
beneficio de comprometer gobiernos y sobre todo gobernantes,
instituciones y sobre todo sus equipos técnicos, en la dirección
que el Banco alienta. Muchos privatizadores han salido
convencidos de los estudios del Banco Mundial, también del BID y
otras multilaterales, de que la privatización es la única
alternativa. Pero es legítimo preguntarse si lo que los
convenció fue la investigación o del sueldo pagado por ella.
Lo mismo puede decirse del trato de prensa. La moda actual es
que el Banco Mundial y sus sucedáneos inviertan en prensa. ¿Y
cuál es el problema? Que tenemos una prensa que aparenta una
sinceridad privatista, pero que suele recibir un pago importante
por el ejercicio de esa sinceridad.
Otro efecto de los estudios es que de repente nos convencen que
el problema era nuestro y mucho más grande que como lo íbamos
viendo. Creíamos que el no uso del crédito japonés para la
ampliación de las reservas de agua de Lima había sido la causa
del atraso de los planes de expansión hacia las zonas de
ocupación reciente en la ciudad y que deben consumir agua en
cilindros. Creíamos que la empresa tal o cual, era mal manejada,
por la interferencia de los alcaldes, el manejo político y
antitécnico, las administraciones corruptas, etc.
Creíamos que había soluciones a la mano.
Pero de pronto las cifras de los estudios del Banco Mundial,
irrumpen sobre nosotros y nos lanzan el mensaje de que no hay
manera como el Estado, las regiones y los municipios puedan
hacerse cargo del problema.
Así parece que la privatización es una bendición de dinero ajeno
que anda por ahí y que es cosa de agarrarnos fuerte de ella.
No hay un plan de privatización global; hay empresas nacionales
que funcionan mal y que piden a gritos ser privatizadas.
Este es el cuento que vende el Banco Mundial, creyendo que
también nosotros hemos terminado adormecidos en tantos años de
mecedora neoliberal.
Veamos algunos datos:
- existen procesos de privatización de los servicios de
agua potable en países desarrollados (Inglaterra) y
subdesarrollados, desde la segunda mitad de los años 80.
- desde 1994, el tema del mercado de los servicios en
todo el hemisferio americano y de la apertura de las grandes
fuentes de agua: Canadá, Amazonía, Patagonia, ha estado siendo
tratado en el marco de las negociaciones del ALCA.
- en 1995 se suscribió el Acuerdo General de Comercio de
Servicios AGCS, como parte de los compromisos impulsados por la
Organización Mundial de Comercio OMC, que establece un proceso
de liberalización, desregulación y privatización de los
servicios básicos, apuntando a la creación de mercados globales
del agua, la energía, las telecomunicaciones, la salud, la
educación, entre otros.
- los acuerdos sobre servicios son especialmente
peliagudos para la negociación internacional, lo que significa
que cuando sus principales promotores que son los países
desarrollados se encuentran en dificultades para lograr
decisiones finales en escenarios de muchos países, se corren a
un acuerdo de ámbito más restringido: de la OMC al ALCA, por
ejemplo, y si allí tampoco les es fácil, pasan a los TLC
bilaterales.
Todos los compromisos de libre comercio han tenido una especial
atención al asunto de los servicios y las privatizaciones. ¿Cómo
afirmar entonces que este es un problema de alguna empresa o
alguna provincia específica de un país perdido en el mundo como
el Perú?
Lo que sí es claro, es que en el caso concreto del agua estamos
ante un fenómeno que aún no ha sobrepasado el carácter
experimental. El modelo todavía no está listo. Y es que hay
detrás una tradición demasiado larga de concebir el servicio de
agua como una obligación del Estado y no como factor de negocio.
Actualmente sólo el 5% de la prestación de servicio de agua está
bajo manejo de compañías privadas a nivel mundial.
Además, en el caso de estas privatizaciones, la cantidad de
fracasos y reversiones es muy superior que en cualquier otro
sector: Cochabamba, Buenos Aires, Atlanta, Manila, que fueron
experiencias modelo del Banco Mundial y terminaron en devolución
de las empresas luego que la población no aceptó el ajuste de
tarifas y las nuevas reglas del servicio, y que han conducido al
planteamiento de denuncias con abultadas pretensiones de
indemnización por parte de las transnacionales.
Otras privatizaciones del agua funcionan muy mal.
Recientemente nos hemos enterado que el primer caso de entrega
de una gestión de agua a una empresa privada en la provincia de
Pacasmayo en La Libertad, concluyó en la devolución de la
concesión. Las inversiones ofrecidas no se cumplieron. La
cobertura no creció. El tiempo del servicio se redujo de cuatro
horas diarias a una hora, etc.
Recuperada por los municipios, la empresa ha mejorado de
inmediato. Este caso está requiriendo una profunda
investigación.
Una de las razones por las que la apuesta de la privatización es
tramposa y mentirosa, es que las empresas privadas que invierten
en agua en todo el mundo, son contadas con la mano,
principalmente de origen europeo y en menor grado
norteamericanas. Por más poderosas que sean cada una de ellas,
la suma de toda su capacidad económica no podría cubrir sino una
fracción minúscula de las necesidades detectadas por los
estudios del banco Mundial y otros organismos similares, y para
afrontar la crisis del agua para los próximos 20 años.
Entonces, ¿cómo se puede dar como solución a lo que no tiene
capacidad de serlo?
Una sola explicación cabe aquí, y es que el Banco Mundial está
trabajando objetivamente para estas empresas y que las cifras
globales son solamente una manera de dramatizar la situación
para dar paso a inversores muy concretos.
Parece que el sueño del Banco Mundial cuando asume su cara
adulta, es que estas empresas se apoderen de lo que puedan hacer
suyo dentro del mercado de agua del mundo y que desde allí
puedan ensancharse y con las ganancias de un lugar abrir nuevos
negocios en otros, o convencer a inversionistas de otros
sectores a entrar en este pleito.
¿Eso resuelve la crisis que se viene y las escaseces actuales?
Que cada uno de su respuesta.
Por ahora tengamos claro lo que se busca desde el Banco Mundial
al promover la privatización en el Perú.
- continuar la experimentación hasta alcanzar el modelo
eficiente de privatización.
- empezar desde algunas empresas de provincias que
podrían mejorar el servicio con un simple programa de
racionalización y ajuste de tarifas.
- preparar las condiciones para la concesión de Sedapal
que es el gran negocio a la vista por el número de conexiones
que representa, y de otras prestadoras de servicios de mayor
cobertura.
- incorporar en perspectiva al Perú dentro del mercado
global del agua.
En esas estamos.
Claro, por ahora estamos discutiendo la solución a la crisis de
las empresas nacionales y locales, y leyendo las cifras locas
que se requerirían, según los estudios del Banco Mundial, para
superar esta trágica situación.
Y sólo sospechamos que nos va a ocurrir lo que ha pasado en
otras partes y es la experiencia de las privatizaciones de
empresas de servicios en el Perú.
Sospechamos que las tarifas van a ser mucho más altas. Porque
cualquier empresa que esté mal, podría estar rápidamente bien si
triplica sus precios y obliga a pagar por su condición de
monopolio. Sólo que si ahora lo hacen las empresas municipales o
el gobierno de Toledo los cuelgan en una plaza. Pero creen que
es más difícil hacerlo si se trata de una transnacional.
Sospechamos que en vez de asociarse, las ideas de venta de agua
y conservación ambiental van a estar más distantes que nunca. Y
si esto ocurre, porque los concesionarios argumentan que ellos
sólo tienen el encargo de distribuir agua potable, con toda
seguridad estaremos yendo a generar daños muy serios al entorno
natural que permite el agua limpia y sana. En perjuicio de la
población.
Sospechamos que con nuestra plata se van a realizar las
inversiones que dicen que justifican la privatización.
Sospechamos, es decir lo sabemos, pero no tomamos plena
conciencia de lo que significa, que la privatización creara
fuertes monopolios. Que Sedapal privatizada será como una
segunda Telefónica, con gran poder político. Y que las
provinciales serán probablemente las empresas más importantes de
cada región.
Sospechamos que perderemos democracia, porque el tema del
servicio del agua ya no será un debate con las autoridades,
sino una fría oficina de informes de una empresa privada.
Sospechamos que otra tanda de trabajadores va a perder su empleo
para que los operadores privados reduzcan sus costos.
Sospechamos que si nos metemos en este camino, después va a ser
mucho más difícil volver para atrás, ya que habrá todo tipo de
presiones, demandas, juicios y demás, para castigar la osadía de
intentar desarmar la privatización.
Sospechamos que el tema de los pobres sin servicios no lo
encararán los concesionarios y dirán que si el Estado quiere
aumentar la cobertura deberá pagar la extensión. Si eso ocurre,
como ha ocurrido tantas veces, la justificación de que el Estado
ya no debe seguir gastando y que la esperanza de los pobres
sería una transnacional, caerá por los suelos.
Sospechamos que cuando una o más empresas extranjeras
administren nuestras fuentes de agua potable, será mucho más
fácil vender este recurso a compradores del exterior. Parece
fantástico. Para eso se está preparando el mundo desarrollado
desde hace algunos años, que ya tiene buena parte de la
infraestructura de importación. Le faltan los exportadores
confiables.
¿Excesiva suspicacia de nuestra parte?
No creemos. Treinta años de recetas neoliberales, consenso de
Washington, ajustes, liberalización de mercados, reformas y
privatizaciones, son más que suficientes, para que nuestros
sueños actuales se realicen con los ojos bien abiertos.
El primer principio que tenemos que subrayar cuantas veces sea
necesario, es que nuestros problemas no coinciden con los de las
economías desarrolladas y en algunos casos son contradictorios.
El trato sur-norte, debe ser para cambiar las reglas de juego,
para que apunten a conservación, protección, justicia, equidad,
democracia, solidaridad. No para adaptarnos al despilfarro, la
contaminación, la desigualdad, la imposición, el interés
cortoplacista que domina a los más ricos y para los cuales
trabaja el Banco Mundial.
Si tenemos un sueño es el de cambiar lo existente. Y si tenemos
instrumentos para hacerlo esos son nuestros recursos naturales y
el trabajo de nuestra gente.
El agua es una especie de línea de frontera en el proceso de
anulación de nuestros Estados como factores de desarrollo
interno y actores autónomos en el escenario global.
Pueden discutirse aquí las medidas de salvataje y mejora,
empresa por empresa, región por región. No tenemos condiciones
para hacerlo. No somos los llamados tampoco a dar todas las
respuestas.
Quede que si tenemos valores en el país debemos usarlos en
nuestro favor.
Si el fuerte tiene una debilidad, mejorar nuestra posición de
negociación.
Si requerimos capital, no vender por ello la dignidad.
Informar, siempre decir la verdad a la población.
Democratizar, siempre hacer que en los asuntos importantes prime
la opinión de la sociedad.
En Argentina, unos niños y niñas, salen en un spot y dicen:
"nuestro sueño es un mundo donde el futuro y la sed de los
pobres no dependa de la sed de ganancia de los más ricos"
"nuestro sueño es un mundo sin Banco Mundial"
https://www.alainet.org/es/articulo/110158
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