Se realizaron la semana anterior las primeras elecciones para el Parlamento Europeo en las cuales participaron los nuevos miembros de la UE, es decir la Europa de los veinticinco. Las mismas presentaron algunas sorpresas, pero probablemente la más importante fue la escasa participación, o mejor, el alto nivel de abstención. Destaquemos algunos de las más importantes lecciones de este certamen democrático. 1. La precaria participación electoral, del 44.7% en promedio, parece estar asociada a varias razones: de una parte, lo que podríamos llamar la 'saturación electoral', es decir, convocatorias reiteradas que llevan a los votantes a una fatiga que se reflejó en el desgano en la participación –este fue claramente el caso de España, Francia, Grecia-; de otra parte, probablemente la más importante, una sensación de cierta ineficacia en el Parlamento Europeo que lo perciben como un organismo sin mucha capacidad real de controlar la tecnocracia de la UE, esto a pesar de ser éste el único organismo con real legitimidad popular en la arquitectura europea. Probablemente a esto se asocia igualmente una especie de paradoja: la mayoría de estos países tienen regímenes políticos parlamentarios, en los cuales el ejecutivo proviene del Parlamento, sin embargo, en la construcción de la UE, el esquema se modifica y se tiene por un lado un ejecutivo producto de negociaciones entre los gobiernos y por otro lado un Parlamento, sin un poder real en políticas comunes como la de seguridad y defensa, agricultura, etc. 2. Se castigó la participación en la guerra de Irak a gobiernos como los de Inglaterra e Italia, en contra del querer de sus sociedades, que claramente expresaron su rechazo. En el caso inglés, con un sólido bipartidismo, incluso dejando al Partido Laborista en el tercer lugar, por debajo del pequeño partido Democracia Liberal, tanto en las elecciones regionales como en las europeas. 3. En general hubo una tendencia a castigar a los gobiernos, independiente de si son de izquierda o derecha. En este caso las elecciones europeas fueron utilizadas para 'castigar' la gestión de gobiernos en asuntos locales. Fue el caso de Alemania en el cual la socialdemocracia en el gobierno fue ampliamente sancionada por los electores, igual que el gobierno de centro-derecha de Francia, que había sido castigado en las recientes elecciones regionales. En el caso español, hubo un estrecho triunfo del PSOE que sin duda puede saberle a victoria al Partido Popular de Aznar. 4. La comparativa más baja participación se dio en los países que por primera vez participaban en estos comicios –con la excepción del pequeño país, la Isla de Malta, en la cual la participación estuvo por encima del 80%-, lo cual puede significar varias cosas: la poca información acerca de la importancia del Parlamente Europeo dentro de la arquitectura de la UE; el desgano que en muchos de estos países generan elecciones que no ofrecen al electorado la posibilidad de solución de los problemas reales; la debilidad de sus instituciones democráticas. 5. Hubo importantes resultados electorales para partidos, que con distintos matices, se oponen a la propia idea de la integración europea, los llamados euro-escépticos que en algunos casos como el inglés o el sueco fueron muy relevantes. Una síntesis global podría ir en la dirección de señalar si las elecciones parlamentarias europeas reflejan el desgano de estas sociedades en participar en la configuración de sus instituciones de representación transnacional o si por el contrario se trata de una situación coyuntural, que podría modificarse en futuros certámenes. Si es lo primero esto sería un llamado a repensar el apoyo que el proceso de construcción europea tiene en estas sociedades, si es lo segundo se trata de una situación transitoria que se podría modificar. * Alejo Vargas Velásquez es profesor Universidad Nacional