Una respuesta de los trabajadores
Fábricas recuperadas en Argentina
29/04/2004
- Opinión
La creatividad de las fuerzas sociales como alternativa a la
crisis provocada por una década de neoliberalismo fundamentalista.
Un proceso que se mantiene y se acentúa
Al promediar la pasada década del cuarenta se inició en Argentina
un proceso de industrialización que cambió la historia de esta
nación sudamericana. Ante la necesidad de sustituir las
importaciones que las grandes potencias internacionales no podían
producir debido a las consecuencias de la segunda guerra mundial,
el país comenzó a tener una economía acorde a la modernidad: se
pasó de exportar carne y granos a producir bienes industriales que
se vendían tanto el mercado interno como externo. Se inició así
una nueva etapa que permitió un crecimiento económico sin
precedentes.
Treinta años después, los grupos económicos más conservadores
iniciaron el proceso de desmantelamiento de la industria
"nacional" con el golpe de estado de marzo de 1976, que no dudó en
desaparecer a más de 30 mil argentinos que lucharon por una vida
más digna. Con las dos presidencias del neoliberal Carlos Menem
(1989 - 1999) las pocas industrias que habían sobrevivido a la
brutalidad militar fueron arrasadas: las que pertenecían al Estado
fueron privatizadas y regaladas a grupos económicos extranjeros,
las privadas no pudieron resistir la paridad un peso - un dólar.
En la actualidad, según datos oficiales, el 50 por ciento de los
argentinos son pobres, de los cuales la mitad son clasificados
como "indigentes", por no contar con los ingresos suficientes para
cubrir la canasta mínima de alimentos.
En este contexto es normal que pequeños y medianos empresarios
hayan entrado en bancarrota o directamente hayan abandonado sus
empresas, sin pagar a sus obreros algún tipo de indemnización.
Pero muchos de esos obreros no se resignaron e iniciaron un nuevo
fenómeno social: en lugar de abandonar sus fuentes de trabajo las
ocuparon y formaron cooperativas de trabajo, las que, en muchos
casos, lograron el reconocimiento legal de su tenencia y
explotación.
El sociólogo Walter Fromento, director del CIEPE (Centro de
Investigaciones en Política y Economía) planteó que aquella crisis
fue parte del desarrollo a nivel internacional de un nuevo tipo de
capital financiero, el transnacional.
El mismo organiza el proceso productivo monopolizando el
conocimiento estratégico y el nodo de ensamble, y descentraliza -
tercerizando, informalizando, superespecializando y
transnacionalizando - el resto del proceso productivo. La forma
"flexible" de organización de la nueva forma de capital financiero
dominante genera un proceso acelerado de quiebras, más un proceso
de crecimiento de la desocupación, de la ocupación intermitente y
de la caída de los ingresos para los pequeños empresarios y
trabajadores. Históricamente, la cooperativa fue la forma jurídica
asumida por las empresas que debieron asociar esfuerzos para
sobrevivir. El capital siempre las promovió en época de crisis
porque permiten contener el empobrecimiento, mantener la mano de
obra en disposición y frenar el resquebrajamiento ideológico y
político.
"Fábrica cerrada, fábrica tomada" es una de las consignas que se
ha popularizado en Argentina en los últimos tiempos. Como
cooperativas de trabajo - en su mayoría - o con la modalidad de
control obrero, en la actualidad son 170 las fábricas y empresas
recuperadas, que en total suman más de 10 mil trabajadores. Los
sectores productivos representados son electrónica, metalúrgica,
gastronomía, informática, textil, gráfica, educación y salud,
entre otros.
El proceso de toma de estas fábricas tiene características en
común: una situación de crisis terminal por vaciamiento de la
empresa, abandono de los propietarios, convocatoria de acreedores
o quiebra. Las tomas incluyen una brutal represión policial ante
la "ocupación" de inmuebles y la rápida presencia de
organizaciones populares a través de acciones solidarias.
Al ser un fenómeno nuevo, trabajadores de distintas fábricas
comenzaron a reunirse para compartir sus experiencias y ayudarse
entre ellos. El Movimiento Nacional de Empresas Recuperadas (MNER)
agrupa a más de 80 empresas y fábricas recuperadas, planteándose
como una nueva organización de la clase trabajadora, en lucha por
la recuperación del empleo y por el mantenimiento de la fuente de
trabajo. Entre sus objetivos está la necesidad de fortalecer la
solidaridad entre los trabajadores que viven este tipo de
experiencia y con los que pelean por un salario más digno en
fábricas tradicionales, y lograr que el Estado promulgue leyes que
beneficien la constitución de cooperativas de trabajo.
Eduardo Murúa forma parte del MNER y explicó el por qué el lema
del movimiento es ocupar, resistir y producir: ocupar y después
resistir porque estamos fuera de la ley, los jueces se acuerdan de
alguna fábrica cuando los compañeros deciden tomarla pero no
reaccionaron así ante la falta de salarios durante más de un año,
ni cuando hubo despidos injustos, ni cuando los empresarios
violaban las leyes jubilatorias.
"Nosotros somos una parte más de la resistencia del pueblo
argentino, no nos pusimos como meta desarrollar un plan para
cambiar el Estado, somos parte de esa pelea de resistencia al
sistema capitalista que no está destruido solamente en Argentina",
dijo Eduardo Murúa.
El mismo dirigente consideró además que "hay una crisis del
sistema a nivel mundial. Esto explica la existencia de una guerra
comercial contra esta región desde el poder central - Estados
Unidos y Europa -, y por eso no te dejan desarrollar. Una región
en desarrollo conforme a nuestra propuesta no sería soportada por
el mundo capitalista, creemos que el sistema ha llegado a su
límite".
"Hay que empezar a pensar en una sociedad distinta, en un modelo
distinto, no puede ser que en un país que hace alimentos para 300
millones de personas haya hambre. Es imposible entender esto si no
se lo analiza desde la incapacidad del sistema para la
distribución de sus recursos, y esta incapacidad del sistema es
mundial y tiene que ver con que los pueblos todavía no han logrado
crear nuevas instituciones", concluyó Murúa.
Dos claros ejemplos de la ardua lucha por la recuperación de la
fuente de trabajo son la metalúrgica IMPA y el Hotel Bauen.
Marcelo Ruarte empezó a trabajar en el Hotel Bauen en el año 1980
como portero, con la esperanza de tener una situación laboral más
digna que en la metalúrgica, su oficio hasta entonces.
"El Hotel Bauen abrió sus puertas en Buenos Aires en 1976, para
mejorar la hotelería de la ciudad con vistas al Campeonato Mundial
de Fútbol de 1978. Representó la "modernización" del país que
pregonaba la dictadura militar. Contaba con tres salones, teatro,
piscina, era un verdadero hotel cinco estrellas. Pero el lujo y
esplendor duró poco. A mediados de los '90, sus propietarios
comenzaron a relacionarse con gran parte de los políticos de
turno, ofreciéndoles las instalaciones para sus reuniones
partidarias, lo que alojó a los huéspedes tradicionales", afirmó
Ruarte.
Para el año 2000 la situación económica del hotel estaba en un
punto crítico: la deuda con los acreedores rondaba los 8 millones
de dólares, por lo que el 28 de diciembre del 2001 la justicia lo
declaró en bancarrota, dejando en la calle a más de 70
trabajadores, los últimos que quedaban de los 400 que allí se
desempeñaban en los mejores momentos.
Durante dos meses los trabajadores intentaron encontrar otra
fuente de trabajo pero no tuvieron éxito. El 20 de marzo se
reunieron y tomaron una decisión. Al día siguiente ocuparon el
hotel.
Gracias al apoyo del MNER formaron la "Cooperativa Callao" y a
partir de la presión social que generaron con la toma lograron el
reconocimiento del Estado. Por un lado firmaron un convenio con
el gobierno de la ciudad de Buenos Aires quien, a cambio del uso
de los salones del hotel, otorga a cada integrante de la
cooperativa mensualmente un subsidio de 60 dólares y una caja con
alimentos. Por otro lado la justicia les dio la guarda del
edificio y de los muebles que lo componen, con la posibilidad de
realizar diversas actividades sociales y culturales que les
reditúan con algo más de dinero.
Pedimos la expropiación definitiva del edificio, sabemos que lo
podemos administrar e incluso generar cien nuevos puestos de
empleo, pero como trabajador que soy, sostiene Ruarte, lucho para
que los integrantes de la cooperativa no perdamos la esencia de
donde venimos, porque sino vamos a terminar explotándonos entre
nosotros.
IMPA fue fundada en 1910 por capitales alemanes e inició la
laminación de aluminio en la Argentina durante la década del '30.
En 1946 participó de la nacionalización en masa posterior a la
guerra y en 1948, el presidente Juan Perón la reunió con las demás
empresas de origen alemán en la Dirección Nacional de Industrias
del Estado. En 1961 el presidente Arturo Frondizi les planteó a
los trabajadores el cierre o la formación de una cooperativa, y
ellos optaron por la cooperativa.
"Era una cooperativa sólo formal, se trabajaba como en una
sociedad anónima. Los obreros no participábamos en la toma de
decisiones, no podíamos comer ni con los de administración, nos
decían los cabecitas negras. Cuando había reclamos echaban gente,
mucha gente. En el año 1997 la situación estaba mal, nos hacían
esperar toda la tarde para darnos dos dólares. A mi me despidieron
a fines de ese año por reclamar y estuve seis meses en la calle,
hasta que los trabajadores nos organizamos", sostuvo Oracio
Campos, actual presidente de la nueva Cooperativa.
Actualmente, IMPA es una verdadera cooperativa de trabajadores:
desde el presidente hasta los trabajadores de limpieza todos
cobran el mismo salario, un promedio de 300 dólares mensuales. La
facturación anual de la fábrica ronda los 250 mil dólares.
Continúa con el procesamiento de aluminio y la producción de
envases. Todos los productos salen terminados, es decir, se hace
desde la fundición hasta la impresión de la marca.
Otra actividad importante de IMPA es el Centro Cultural, donde se
realizan diversos talleres y actividades, hecho que permitió una
relación más profunda con la comunidad. Es el único caso en el
mundo en donde un Centro Cultural funciona dentro de una fábrica
en actividad.
AGENCIA PERIODÍSTICA DEL MERCOSUR (APM). Facultad de Periodismo y
Comunicación Social de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP)
https://www.alainet.org/es/active/6051
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