Derrotada la trampa uribista

04/11/2003
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En Colombia se suele decir que "hecha la Ley, hecha la trampa". Este doble juego fue el que nos pretendió imponer el gobierno de Avaro Uribe Vélez a los colombianos con su llamado referéndum, que no era nada más ni menos que una verdadera contrarreforma constitucional, la cual, afortunadamente fue derrotada ampliamente en las elecciones del sábado 25 de octubre. Esta contrarreforma constitucional, que muchos catalogamos como un proceso plebiscitario a favor del autoritarismo uribista y su pretendida reelección presidencial, buscaba, entre otros propósitos, legitimar, por la vía de la consulta popular, el amancebamiento gubernamental con el Fondo Monetario Internacional y darle respaldo político a la guerra total y al aniquilamiento por la vía militar de la insurgencia colombiana. Buscaba, además, la legalización del paramilitarismo, la condena a muerte política de los partidos y movimientos de oposición, el recorte de las pocas libertades democráticas conquistadas en la Constitución de 1991, un ajuste fiscal sin precedentes donde se congelaban los gastos del sector público, se aumentaban el IVA de manera indiscriminada a todos los artículos de primera necesidad, se congelaban las pensiones y los sueldos de los empleados públicos, se aumentaban los impuestos para la guerra, se reducían o eliminaban los otros poderes del Estado diferentes al ejecutivo como son el poder legislativo y el judicial. En fin, el régimen uribista esgrimió el referéndum como una segura carta de triunfo política sin pensar jamás en la eventualidad de una derrota. En los días previos, prácticamente todas las cadenas de televisión, los medios escritos y radiales, con honrosas excepciones, presentaban a Uribe como el "Superman" de Colombia y a su referéndum como el mecanismo por el cual íbamos seguros a conquistar el paraíso terrenal. Nunca como en esta coyuntura gobierno alguno contó con tanto cortesano mediático, igual que los grandes gremios económicos, las altas jerarquías de la iglesia e importantes dirigentes de los partidos políticos, dispuestos a convertirse en espoliques del régimen en función de sus nefastos propósitos guerreristas y fondomonetaristas. Este ayuntamiento entre todos los poderes hizo que hasta el mismo día de las elecciones el uribismo contara con la supuesta legitimidad del 72% que le endosaban todas las encuestas. Pero, como lo insólito suele convertirse en realidad, el país y el pueblo real, ese que sufre a diario la dureza de la vida y la crueldad de la guerra, se organizo y movilizo para no dejarse arrebatar sus pocos derechos y le produjo al prepotente Alvaro Uribe y su gobierno, la mayor derrota política de su historia, absteniéndose de participar en el referéndum de una forma activa y consciente. Escrutadas el 98% de las mesas de votación el promedio nacional de abstención es de un 76%, dándose el caso que, en muchas regiones, sobrepasó el 85%. En estas condiciones, ninguna de las 18 preguntas contenidas en el referéndum lograban el umbral electoral de 6`275.000 votos correspondiente al 25% del electorado colombiano. El sábado 25 de octubre a las ocho de la noche cuando ya la derrota del referéndum estaba cantada, el "Superman" de Colombia, quien en el último año no desaprovechó ningún pantallazo de televisión para aparecer como el salvador de la patria, canceló de forma insólita la rueda de prensa que había convocado, se encerró dos horas con su profesora de yoga a exorcizar los espíritus y a las diez de la noche, en tono melancólico y sombrío, llamó a su esposa Lina a dormir por que "definitivamente este barco se hundió". Victoria de izquierda independiente Pero las sorpresas no terminaban ahí, el domingo 26 de octubre, en una histórica jornada política, el pueblo colombiano redondeaba su faena y con la elección popular de alcaldes, gobernadores y concejales depositaba su confianza en la izquierda, en los sectores democráticos e independientes, entregándole, por primera vez, un amplio y claro mandato popular para que se convierta en realidad la consigna de ser Gobierno y ser Poder enarbolada desde años atrás por los sectores patrióticos del país. El Polo Democrático Independiente (PDI), amplia coalición de todas las fuerzas revolucionarias, de izquierda, sociales y patrióticas de Colombia, que hizo suya la consigna de nuestro padre Camilo Torres Restrepo de "coger lo que nos une y dejar lo que nos separa", se constituyó en la fuerza política con más futuro en el país derrotando a las maquinarias tradicionales de los partidos liberal y conservador y a los candidatos derechistas del uribismo, quienes hicieron campaña política por fuera de estos partidos. La amplia victoria del PDI en ciudades como Bogotá, en Medellín en unidad con la Alianza Indígena, en Bucaramanga con la Alianza Nacional Popular, en Villavicencio, en Pasto, en Barrancabermeja, capital petrolera de Colombia, y a nivel departamental con la conquista de las gobernaciones del Valle del Cauca, Nariño y Santander, colocan al PDI y a sus aliados en un sitial determinante para el proceso de nueva gobernabilidad y democracia que el país requiere y exige. Vale decir, además, que la mayoría de alcaldes y gobernadores electos por el PDI y las fuerzas independientes han conquistado la confianza del pueblo por su insistente labor en la búsqueda de la solución política al conflicto social y armado que nos desangra y en el caso particular de Lucho Garzón, alcalde electo de Bogotá, y de Angelino Garzón, gobernador electo del Valle del Cauca, son miembros permanentes del Grupo de Facilitadores de la Sociedad para el diálogo del ELN y el gobierno de Colombia.
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