La Iglesia de Aguarico ante los últimos sucesos en el Pueblo Huaorani

11/06/2003
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Francisco de Orellana -COCA, 12 de junio de 2003 La muerte de unas 15 personas de un pueblo selvático aislado, ocurrido en fechas recientes, ha sacudido la conciencia nacional. Como Iglesia de Aguarico lamentamos profundamente las muertes ocurridas, nos declaramos defensores de la vida y, como herederos de la acción evangelizadora y de acercamiento a las minorías étnicas de Monseñor Labaka, queremos la vida y la libertad de todos los pueblos. La Misión de Aguarico ha defendido tradicionalmente la necesidad de un ordenamiento territorial justo en esta zona patria, con respeto a los pueblos indígenas. Concretamente fue propulsora desde 1977 de la legalización del Territorio Huao, así como de su eficaz linderación y protección; ha auspiciado la creación de la Zona Intangible y una serie de medidas concretas que posibiliten una relación pacífica entre las distintas culturas del área. Mons. Alejandro Labaca y la Hna. Inés Arango arriesgaron y ofrecieron su vida en 1987 para que ellos vivieran; no es bajo ningún concepto aceptable pretender actitudes de venganza y de muerte en su nombre. Muchas leyes siguen sin ser aplicadas en esta región. No existe todavía la exigida linderación completa del territorio Huaorani y de la Zona Intangible, no hay control suficiente ante invasiones reiteradas de tierras, penetración del turismo o de industria petrolera en tierras huaorani. La tala indiscriminada e ilegal de los bosques se hace abiertamente sin que, ni el Ministerio de Medio Ambiente y la autoridad militar, actúen. Todo ello, más la drástica reducción de tierras para unos indígenas acostumbrados a grandes superficies, ha estado entre las causas de esta matanza, aunque su origen inmediato fuera una rivalidad de clanes. No es casualidad que el grupo atacante proceda de una de las zonas donde se producen más infracciones legales y se han dado repetidas muertes. Por otro lado, la noticia ha puesto de manifiesto el desconocimiento de casi todos ante este viejo y reiterado problema. Desde la muerte de los dos misioneros citados, hace más de 15 años, no se ha intentado en serio ningún reconocimiento sobre estos clanes aislados y, por tanto, ningún acercamiento a los mismos o siquiera una protección eficaz. El resultado es la desaparición de un buen número de personas y el peligro de una extinción definitiva. Hemos observado con asombro esa ceremonia de la confusión desatada en torno al hecho y el paulatino desvanecimiento de sus ecos, sin que se tomen hasta el momento decisiones eficaces para proteger la vida de los supervivientes. Se ha tratado el hecho como un caso policial y de intervención judicial, cuando se trata, evidentemente, de un asunto de otro orden. Estamos por el respeto total de la persona y rechazamos como inmoral y antiética la explotación morbosa y sensacionalista de la noticia por alguna prensa escrita, apoyándose incluso en personeros ligados a entidades públicas. Nos parece un hecho vil pasear a los huaorani como objetos de exhibición y diversión por las calles y playas nacionales, mientras no se preocupan con sensatez del problema de fondo. Pedimos a las autoridades competentes y a los dirigentes indígenas que se designen las instituciones o personas responsables de tomar medidas eficaces e inmediatas para la protección de esos puntos aislados y el paulatino acercamiento a los mismos para lograr de inmediato un control claro de la zona del conflicto y hacer cumplir las leyes vigentes. Deberán: – Exigir decididamente el cumplimiento de las leyes forestales y de protección del territorio Huaorani y de la Zona Intangible – Visitar y dialogar con los clanes Huaorani, sobre todo con los más cercanos a la zona conflictiva. – Promover, con las informaciones rescatadas, un conocimiento competente sobre la identidad y características de los grupos sin contacto. – Diseñar políticas claras para la actuación de los distintos actores que operan en la región. La Misión mantiene una tradicional colaboración con representantes del pueblo Huao, así como con los otros pueblos indígenas regionales o nacionales. De la misma manera apoyará toda actuación de las autoridades dirigida a resolver el problema. Nos anima el deseo de proteger adecuadamente la vida de los seres quizá más indefensos de la Patria. Precisamente aquellos que por su indefensión no deben entrar nunca en cálculos de mercado político o comercial. Invocamos de nuevo el recuerdo de Alejandro Labaka que mereció ser puesto por el Municipio de Orellana, tras su muerte, como ejemplo de ciudadano entregado a labores de justicia y de concordia. Por los misioneros de la Iglesia en Aguarico. +Jesús Esteban Sádaba, capuchino
Obispo Vicario Apostólico de Aguarico.
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