Desmilitarización y pensamiento propio
27/05/2003
- Opinión
Estamos en una situación sumamente crítica en el mundo:
tensiones, conflictos y más de cincuenta guerras, muchas de
ellas silenciosas, de las que muy pocas veces se habla. El
mismo día de los atentados a las torres gemelas en Nueva
York, hubo otro atentado: la FAO señaló que ese día
murieron de hambre en el mundo más de 35.000 niños, pero
nadie dijo una palabra sobre eso, los medios de
comunicación no lo difundieron, las Naciones Unidas no se
reunieron, el Consejo de Seguridad lo ignoró. A esto yo le
llamo la bomba silenciosa que mata más que las guerras, es
un genocidio silencioso contra la vida de nuestros pueblos.
Un cuento de un amigo de caminada en América Latina,
Gabriel García Márquez, relata que un científico estaba en
su gabinete investigando a ver si puede resolver algunos
problemas de la humanidad. En medio de eso irrumpe su
hijo, un niño de seis años, que molesta a su padre, y le
dice: papá quiero ayudarte, y el padre dice: no hijo, estoy
muy ocupado, estoy investigando, y necesito el tiempo para
trabajar. El niño le dice: pero yo vengo a ayudarte; y el
padre no sabe que hacer, no sabe cómo entretener a su hijo
y encuentra una revista en la cual había el mapa del mundo,
toma una tijera: ¡córtala hijo!; el niño comienza a cortar
en muchos, muchos pedazos el mapa del mundo, y entonces le
da una cinta al hijo y le dice: hijo siéntate aquí y trata
de arreglar el mundo; pero el niño no conocía el mundo.
Cómo arreglar el mundo?, y el padre, mientras volvía a su
trabajo, se dice: con esto le tengo a mi hijo entretenido
diez días; pero a las dos horas, el niño le dice: papá ya
terminé, ya arreglé el mundo. El padre dice: no puede ser,
si mi hijo no conoce el mundo, y fue a ver lo que había
hecho el niño, y efectivamente, había arreglado el mundo.
Y le dice: ¿cómo hiciste?, si no conoces el mundo. Papá
cuando cortaste la hoja, vi que del otro lado había un
hombre, y como conozco al hombre di vuelta a todos los
papelitos y primero arreglé el hombre, cuando le di vuelta
había arreglado el mundo.
Si nosotros no tenemos la capacidad de tener presente a ese
hombre, esa mujer, ese niño, ese anciano, que nos
cuestiona, que nos interpela, y que reclama un lugar en la
vida. Todo lo que hacemos no sirve, ese es el eje, ese es
nuestro objetivo: el ser humano, la persona humana, la vida
de nuestros pueblos, la identidad de nuestros pueblos. A
partir de eso podemos recrear la vida y podemos construir
sociedades más justas, y más humanas para todos.
Esto no puede hacerse bajo el pensamiento único, que nos
lleva a la muerte de las identidades, de los valores, de la
conciencia de los pueblos, nos lleva a la muerte de la
memoria y no hay pueblo sin memoria. Nosotros, en la
resistencia tenemos que generar y potenciar el pensamiento
propio, muchas veces cuando se olvida esta identidad del
pensamiento propio, caemos en la dominación del pensamiento
único. La dominación no comienza por lo económico,
comienza por lo cultural, si nos dominan culturalmente
estamos perdidos. He tomado también, para esta reflexión,
como un aporte, el pensamiento de otro gran amigo el
escritor uruguayo Eduardo Galeano, en los medios de
comunicación, de incomunicación, nos dice: se nos obliga a
aceptar en un mundo sin alma como lo único posible, un
mundo donde no hay pueblos sino mercados, no hay ciudadanos
sino consumidores, no hay ciudades sino aglomeraciones, no
hay relaciones humanas sino competencias mercantiles,
estamos frente al pensamiento dominante sobre los valores
filosóficos, espirituales y éticos. Hay un quiebre del
pensamiento, impuesto a través de este pensamiento único.
Pero, las cosas no ocurren porque sí, hay un sismo, hay una
situación que hoy se está imponiendo en el mundo, esto es
la globalización, no hablamos más de integración. Hablamos
de la globalización, de este sistema de dominación donde
nosotros terminamos utilizando el mismo lenguaje de los
dominadores. Tenemos que liberar el pensamiento liberando
la palabra, para poder ser nosotros mismos, y no tener el
pensamiento ajeno, sino el pensamiento propio, a través de
las identidades y la vida de nuestros pueblos.
Liberando el pensamiento y las identidades podemos
construir nuevas posibilidades, y hoy, con la
militarización, el ALCA, la deuda, estamos frente a la
hegemonía mundial del pensamiento único. Los medios de
comunicación que nos llevan a la incomunicación y el
sometimiento de nuestros pueblos. Este proyecto de la
hegemonía mundial nos está asfixiando, vienen por más, por
nuestros recursos, por el agua, por el petróleo, y también
por la dominación cultural.
La militarización, no viene sola, y por eso frenar su
avance no implica solo que se vayan las bases militares
norteamericanas. Si Estados Unidos tiene bases militares
en América Latina, es porque hay gobiernos latinoamericanos
cómplices, ese es el gran problema. Nadie se mete en la
casa de uno, a no ser que sea un asaltante, pero aquí esta
complicidad les ha abierto las puertas de los parlamentos y
de los gobernantes.
Hay sociedades militarizadas, pero no solo a través de las
fuerzas armadas; hay una militarización también policial.
Las fuerzas policiales están militarizadas; muchas veces
con el pretexto de la seguridad se condena la libertad, se
deja la libertad, se pierde la libertad; y nos hablan
siempre de la seguridad, pero ¿qué es la seguridad?. ¿Cuál
es el rol que deben cumplir las fuerzas armadas en nuestros
países?. Cuando éstas nacieron, surgieron de los procesos
de liberación de nuestros pueblos, pero con el tiempo se
han transformado en tropas de ocupación de nuestros propios
pueblos. Para la imposición de las dictaduras militares en
América Latina, más de ochenta mil militares
latinoamericanos fueron formados en las Escuelas de las
Américas de Panamá y en las academias militares de los
Estados Unidos, para imponer el terror y la dominación en
nuestros pueblos.
La década del 60 y 70, fue marcada por las dictaduras
militares en América Latina, a través de eso se impuso la
deuda externa, que es un mecanismo de dominación
continental, luego vinieron las privatizaciones, las
políticas de ajuste y capitalización. Y para esto, que
tuvo un alto costo en vidas humanas, las fuerzas armadas
fueron un instrumento. El rol de las fuerzas armadas en
nuestros países debe ser el de servir a la soberanía del
pueblo y no el de tropas de ocupación de nuestros propios
pueblos.
¿Qué pasa con las bases norteamericanas en el continente,
cuál es el objetivo? Ellas no están aquí para hacer
desfiles, hay un proyecto muy claro de dominación, que
viene de la época de las dictaduras militares hasta hoy.
Esto no lo inventó Bush, él ha profundizado esta política
de dominación en una forma brutal, pero el proyecto viene
de muchísimos años atrás. El objetivo es la dominación, la
anexión de América Latina a los Estados Unidos; para lo
cual se emplean mecanismos de dominación como la deuda
externa, el ALCA, e instrumentos como los del Fondo
Monetario Internacional y la Organización Mundial del
Comercio, que permiten imponer este modelo de dominación.
El sistema imperante, no desconoce la resistencia de los
pueblos; ha sido muy claro en sus hipótesis de conflicto;
tiene muy claro cuál puede ser la reacción de los pueblos,
tiene muy claro, lo que nosotros estamos pensando y
tratando de revertir. No lo ignoran, saben de la capacidad
de resistencia de los pueblos, y por eso ven la necesidad
de imponer las bases militares norteamericanas, pero
también el entrenamiento de las tropas, de los ejércitos
Latinoamericanos, bajo la hegemonía de los Estados Unidos.
Hay muchos antecedentes sobre esto, y quiero señalar
algunos de ellos a través de una breve lectura de los
hechos de mediados de la década del 60, que es cuando
comienza a imponerse la doctrina de la seguridad nacional
en todo el continente, donde, lo repito, más de 80 mil
militares latinoamericanos fueron formados en la Escuela de
las Américas, para imponer las dictaduras y los sistemas de
dominación. Pero, cuidado, esto no terminó, el mismo
proyecto continúa, pues allí se desarrollo un sistema
represivo, en concordancia con su concepto de guerra
permanente.
Hoy oímos hablar de la guerra preventiva, acuñada por
George Bush, que es quien decide quienes son los amigos y
quienes son los enemigos, en base a la doctrina de la
Seguridad Nacional. Llama la atención en ella sus
principios de base, pues desde su concepción geopolítica el
individuo no existe; los pueblos son un mito; se desconoce
la existencia del pueblo, de su identidad y de sus
culturas; lo que existe son las naciones, fuera de éstas la
persona humana no existe, el individuo es parte de la
nación, el pueblo es nación y la nación se confunde con el
Estado. Esta es la dialéctica que existe, a groso modo, en
toda la tradición occidental, donde la diferenciación entre
pueblo, nación y Estado, es aplastada por la concepción
ideológica de los militares. No hay nada que exista, y que
sea una realidad por encima del Estado. El pueblo y la
nación son mitos sin el Estado; la nación por sí misma no
puede nada. El Estado es el poder; de allí la ecuación
individuo - nación - Estado. La concepción ideológica no
ha variado. Si han cambiado los ejes, al caer la Unión
Soviética, hoy todos son subversivos y narcotraficantes.
Las fuerzas armadas tienen su concepción ideológica: el
enemigo no es externo, el enemigo es interno. De ahí viene
la instalación de las bases militares en todo el continente
latinoamericano y el incremento del control social, de los
movimientos y organizaciones, identificados como enemigos
reales o potenciales. Por eso tienen estos tres grandes
ejes que están contenidos en su hipótesis de conflicto: el
Plan Colombia, el Plan Puebla Panamá, la triple frontera:
Argentina, Brasil y Paraguay.
La instalación de la Base Militar de Manta en el Ecuador,
no hubiera sido posible si el gobierno ecuatoriano les
hubiese dicho no a los Estados Unidos, pero hubo muchas
presiones sobre el gobierno, condicionando los créditos del
Fondo Monetario Internacional. Esa Base es ahora la base
operativa para el Plan Colombia. Igual sucede con el
entrenamiento de tropas latinoamericanas en distintos
países, y quiero hablar de ese entrenamiento en la
Argentina, mi país, donde aún sin el acuerdo del Parlamento
ingresaron igual las tropas extranjeras, tropas
latinoamericanas bajo el mando de unificado de los Estados
Unidos en los operativos Cabaña 2000 y 2001, cuya hipótesis
de conflicto plantea claramente que en un escenario de
guerra los enemigos son las organizaciones sociales,
organismos no gubernamentales y esto es para toda América
Latina. Así, no basta decir, no a la militarización y que
se vayan las bases norteamericanas, tenemos que hacer un
trabajo hacia el interno de nuestros países, con nuestros
parlamentos, con nuestros gobernantes, que son quienes
permiten esto. Tenemos que hacer una lectura al interno de
la hipótesis de conflicto de los ejércitos
latinoamericanos.
Queremos unas fuerzas armadas al servicio de los pueblos y
no contra los pueblos. En mi país las fuerzas armadas
fueron de terror, tenemos 30 mil muertos y desaparecidos, a
través de la aplicación de esta hipótesis de conflicto que
sustenta que el enemigo está en lo interno, son nuestros
pueblos. Tenemos que tener en claro qué es la
militarización y qué tropas, qué fuerzas armadas queremos
para nuestros pueblos. No podemos limitarnos a decir que
sería ideal un mundo sin ejércitos porque eso es imposible,
pero si debemos trabajar en una formulación distinta para
una construcción distinta de éstas.
Así mismo, la policía debe ser una fuerza al servicio de la
comunidad, pero la han transformado en una fuerza de
represión contra el pueblo. Esto cuestiona profundamente
las democracias en que vivimos, democracias formales y no
democracias participativas, democracias donde delegamos el
poder en aquellos que nos mandan, para que después hagan lo
que ellos quieren en el poder, al servicio de los grandes
intereses y las corporaciones extranjeras.
Pero, cómo cambiar esto?, para responder retomo la
importancia del pensamiento propio, las identidades
culturales, la educación, los proyectos para la vida de
nuestros pueblos. No podemos endosar la visión de
desarrollo que nos quieren imponer, pretendiendo que
nuestra aspiración es llegar a ser lo mismo que el mal
llamado primer mundo. Yo digo que no hay primero, ni
segundo, ni tercero, es un solo mundo mal distribuido.
Tenemos que comenzar a revitalizar los contenidos de
nuestras propias culturas, de nuestra identidad, condición
de ser pueblos, y la memoria de nuestros pueblos. Eso es
fundamental. No podemos pensar en la paz, pensándola como
la ausencia del conflicto, porque eso no es cierto. La paz
no es la ausencia de conflicto, la paz es una dinámica
permanente de vida, de relaciones humanas, de potenciar la
capacidad creativa de los pueblos, de cómo nos podemos
respetar unos a otros, en las diferencias y no en la
uniformidad del pensamiento único.
La paz es tener primero una mirada hacia adentro, de cada
uno de nosotros, no podemos dar aquello que no tenemos, y
esa paz la podemos encontrar en la mirada hacia adentro
cuando nos reconocemos en la mirada de los demás, de
nuestros prójimos, que nos cuestiona, que nos interpela.
Para hablar de desarrollo debemos posar la mirada en
visiones como la de los pueblos Maya, donde no hablan de
desarrollo sino de equilibrio de las relaciones humanas con
la naturaleza. Y, justamente, cuando se quiebra el
equilibrio en las relaciones humanas viene el conflicto.
De allí la importancia de restaurar ese equilibrio interno,
en nuestro espíritu, en nuestros pueblos y en el mundo.
* Extracto del discurso presentado por el Nobel en la
clausura del I Encuentro sobre la Militarización de las
Américas, Chiapas, México, mayo 2003.
https://www.alainet.org/es/articulo/107604
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