El fascismo, camino obligado del neoliberalismo
12/05/2003
- Opinión
El 26 de enero en Ultimas Noticias, el periodista Díaz Rangel
mencionó la conocida tesis que explica el origen del fascismo como
"un desclasamiento de las clases medias que se proletarizan, y que
para huir de este destino se rebelan, el fascismo sería un fenómeno
de desplazados, de los frustrados". Sin embargo, la clase media es
muy débil como para servir de único soporte al fascismo. Al analizar
la evolución de su instauración en algunos países, como España,
Alemania y Chile, se encuentra que el argumento que le proporciona
masa es el nacionalismo, y el odio racial o de clases, el elemento
imprescindible para su llegada y conservación en el poder.
De allí que las agencias de inteligencia del exterior, que
planifican y dirigen las acciones de cierta oposición en Venezuela,
se afincan, a través de sus colaboradores en los medios de
comunicación, en aterrorizar a la clase media con la llegada del
castro-comunismo, en usar y abusar de nuestros símbolos patrios y en
crear un ambiente odio en el país.
Su objetivo, como vimos en abril del 2002, es la instauración del
fascismo. Y esto es así, porque lo ven como última alternativa para
impedir el desarrollo de los países del tercer mundo, y eliminarlos
como competidores de los países desarrollados por los escasos
recursos minerales. Que ironía. Quienes localmente ven a los
sectores pobres como amenaza a su bienestar, son a su vez vistos
como peligro potencial de su bienestar por las direcciones de los
países desarrollados.
El fascismo será, necesariamente, y en última instancia, la única
expresión política que garantice esa dominación, El desprecio al
derecho internacional y la masacre sistemática de inocentes que se
vio en Irak, son una muestra palpable.
Lo sucedido en abril del 2002 en Venezuela, también lo fue.
Lamentablemente, acostumbrados a no tener una verdadera política
exterior, nuestra dirección política y social no entiende esta
realidad. De allí la cara de perplejos de Petkoff y Poleo en los
medios el 13 de abril, ante el giro fascista del gobierno
provisional. La misma cara, probablemente, de Vásquez Velasco, de
Chávez y de muchos otros en esos días.
También vemos en el sector gobierno , el vergonzoso espectáculo de
politiqueros baratos, que no ven más allá de la nariz, blandir
orgullosamente, cual modernos Chamberlain, acuerdos y sentencias que
potencian a los sectores locales que representan la dominación
extranjera. Igual que en el caso de llamada Ley de Contenidos,
destinada a santificar la propiedad de los medios a un grupo
reducido de familias adineradas, algunas de las cuales se
identificaron descaradamente con el fascismo.
Y en la otra acera, vemos partidos y dirigentes políticos de la
oposición, que ejecutan ciegamente los lineamientos que reciben de
organizaciones extranjeras, las cuales actúan, exclusivamente, en
función de sus intereses nacionales, como el Opus Dei, el Olivo, el
Partido Popular, el Partido Demócrata, etc., olvidándose de lo que
ellos mismos pregonan, que la era de las ideologías terminó. Unos
verdaderos Rumildos de la política.
Los griegos decían que los dioses ciegan a quienes quieren perder.
El problema es que, en los regímenes fascistas, la mayoría de
presos, exilados, muertos y perseguidos han sido los defensores de
la democracia, habiendo sido muchos de ellos, gracias a su
ingenuidad, colaboradores involuntarios de los sectores fascistas en
su ascenso al poder, como tememos que es el caso actual.
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