Iraq: más fácil desbaratar que construir

04/05/2003
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Cerca de la costa de California, George Walker Bush --disfrazado de piloto de combate—aterrizó en el portaviones Abraham Lincoln, para declarar que en Iraq "las principales operaciones de combate han finalizado". El anuncio evitó proclamar la victoria en la guerra contra ese país, para eludir las obligaciones que la Convención de Ginebra asigna a la potencia de ocupación. Aunque los resultados de la guerra tampoco han podido demostrar que Iraq constituyó una amenaza para la seguridad estadunidense, el mandatario calificó la reciente invasión como "una victoria crucial en la guerra contre el terrorismo", ubicándola en el contexto psicológico del 11 de septiembre. Paralelamente, en la remota Kabul, el secretario de Defensa Donald Runsfeld --acompañado del "presidente" Hamid Karzai-- declaró que "las grandes operaciones bélicas" en Afganistán han concluido. La ceremonia llamó la atención debido a que allí hace meses dejó de haber tales operaciones. Lo que sugiere que ambos actos de cierre constituyeron el preámbulo de la próxima campaña electoral del segundo Bush. Como se recuerda, hace 12 años el intento reeleccionista de su padre comenzó, similarmente, al término de la "Tormenta del desierto". En el acto de Kabul, Karzai sostuvo que su gobierno ha logrado progresos pero aún queda mucho por hacer y Runsfeld señaló que concluidas las hostilidades ahora empieza la reconstrucción. Paralelamente, en el portaviones Bush apuntó que en Iraq las primeras tareas serán imponer el orden, hallar las armas de destrucción masiva, instaurar un gobierno democrático y perseguir a los jerarcas del régimen derrotado. Ganada la guerra, agregó, "ahora nuestra coalición está comprometida a proveer seguridad y reconstruir el país". Con ello, volvió a hacer patente su determinación de marginar a la ONU de las tareas políticas de la reconstrucción iraquí, y de excluir de los negocios de la reconstrucción física a las potencias que previamente dejaron de secundarlo en la destrucción del país. La costosa reconstrucción física será fuente de pingües negocios, y para pagarla está el petróleo iraquí, para lo cual las autoridades norteamericanas ya han designado sus propios funcionarios en la dirección de esa industria. Pero la reconstrucción política será mucho más compleja, como lo sigue demostrando la situación en Afganistán, donde Karzai domina apenas la capital del país, custodiada por tropas extranjeras. Para Iraq, Estados Unidos ha anunciado un plan en tres etapas: la primera consistirá en restablecer el orden público, lo que ha resultado ser más difícil de lo que se calculaba; la segunda, en instalar la administración interina de un interventor norteamericano que restablezca los servicios básicos a la población, para lo cual el territorio iraquí ha sido subdividido en tres mandatos a similitud de la Alemania de posguerra; la tercera, crear condiciones políticas para celebrar unas elecciones que permitan elegir un gobierno iraquí y transferirle responsabilidades. Sin embargo, el propio Runsfeld ya advirtió que "no permitirá" que en ese país se elija un gobierno islámico inspirado en el de la vecina Irán, como lo desea la mayoría chiíta de la población iraquí. Esto implica que el plan sólo prevé dispensarle a la población nativa la libertad de votar por un gobierno al gusto del proyecto de la Casa Blanca. No obstante, en una sociedad tan compleja como la iraquí, eso carece de todo realismo. Tal gobierno difícilmente podría asentarse más allá de las zonas directamente custodiadas por las fuerzas extranjeras, lo que impedirá restablecer el funcionamiento de la industria petrolera y reconstruir el país. Como botón de muestra, la víspera de las declaraciones de Bush y Runsfeld, tres civiles iraquíes fueron muertos por los norteamericanos en la conservadora ciudad de Fallujah --a 60 kilómetros de Bagdad--, cuando participaban en una manifestación de protesta por la anterior muerte de otros 13 manifestantes, ultimados cuando reclamaban que los militares extranjeros devolvieran una escuela primaria tomada como cuartel. Así, cuando se daban por concluidos las hostilidades, ocho soldados estadunidenses fueron blanco de granadas, en represalia por esas matanzas de civiles. Iraq es una nación histórica de vigorosa complejidad demográfica, etno-cultural y política, donde la construcción de nuevos consensos y agrupaciones sólo evolucionará con base en fuerzas endógenas, con objetivos propios y en el marco de sus propias tradiciones. Ahora como en el pasado, la nueva gobernabilidad del país sólo muy fugazmente podrá complacer las pretensiones de las fuerzas de ocupación. Aunque el simplista voluntarismo de Washington ha vuelto a mostrar que su potencia militar es capaz de aplastar a cualquier objetivo, está muy lejos de comprender lo que esto enseguida provoca. Así, pues, está lejos de saber construir cualquier cosa aceptable, sostenible y duradera en remplazo de lo destruido.
https://www.alainet.org/es/articulo/107455
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