Prioridades, y peligros
26/04/2003
- Opinión
"A lo real, decía Martí, hay que estar, y no a lo aparente. En
política, lo real es lo que no se ve". Es a la luz de esta
advertencia como mejor se aprecia la importancia del encendido
debate a que han dado lugar, en el seno del movimiento de
resistencia a la globalización neoliberal, las medidas
defensivas adoptadas en fecha reciente por el gobierno de Cuba
mediante la aplicación de penas previstas en la legislación
vigente en ese país a un grupo de acusados de subversión y
terrorismo al servicio del gobierno de los Estados Unidos. Ese
debate, sin duda necesario, resultará útil para todas las
partes involucradas. Por lo mismo, conviene encararlo en la
realidad de su relación con las tendencias dominantes en el
contexto más amplio en que surgieron los hechos que lo
provocan, y donde habrán de operar sus consecuencias.
En lo aparente, reina aquí una extraordinaria confusión.
Algunos que apenas ayer adversaban a los grandes promotores de
la guerra contra Irak, endosan hoy la creación de las
condiciones políticas que otros buscan para justificar una
agresión militar contra Cuba, y son recibidos con las planas
abiertas por los mismos medios de comunicación que horas antes
los satanizaban como comunistas disfrazados de luchadores por
la paz. Personajes como José María Aznar, cuyos más connotados
adversarios parecen concederle hoy que tenía razón en su tenaz
servicio a los intereses del exilio anticastrista de Miami,
parecen ser los ganadores aquí. Y, sin embargo, esta victoria
ideológica de los promotores de la guerra se debe menos a su
fortaleza que a la debilidad de sus adversarios.
En efecto, el enfrentamiento entre quienes confluyen en el
movimiento contra la globalización neoliberal expresa la
exacerbación de contradicciones que ya se venían expresando al
interior del Foro Social Mundial – en las discusiones en torno
a la gestión de gobierno del PT en Brasil, por ejemplo -, bajo
el impacto de la derrota política de ese movimiento en su
primera confrontación global con el imperialismo, al intentar
detener la agresión contra Irak. Esa derrota, además, no
constituye un hecho aislado, sino que hace parte de una
tendencia más amplia al repliegue del movimiento.
En América latina, esa tendencia se expresa, por ejemplo, en la
nueva consolidación del control de la situación política en
Argentina por parte de aquellos mismos políticos – Carlos Saúl
Menem en primer término – que las grandes mayorías nacionales
de ese país repudiaban hace apenas un año. Aquí, como dice
Raúl Zibechi, todo sugiere que "se dan condiciones para el
inicio de un ciclo de protesta cuando los sectores dominantes
modifican sus alianzas o cuando se producen conflictos entre
las elites, que hacen más difícil la represión a los
disidentes. En esos casos suele suceder que la iniciativa pasa
de las elites al llano. De la misma forma, cuando las elites
consiguen cicatrizar sus diferencias, a menudo introduciendo
reformas para neutralizar parte del movimiento, y cuando éstos
se dividen o fragmentan, la iniciativa política retorna del
llano a las élites"(1).
Ese repliegue, sin embargo, no conduce a un statu quo ante
restaurado. Por el contrario, el movimiento contra la
globalización neoliberal ya logró un éxito de la mayor
importancia: culminar la derrota política y cultural del
neoliberalismo como corriente ideológica hegemónica en el
proceso de globalización. El problema consiste ahora en que,
ante la ausencia de una alternativa popular y democrática de
relevo, emerge la amenaza evidente de una hegemonía neofascista
en el proceso de globalización.
Sin duda, otro mundo sigue siendo posible. Pero sin duda
también ese otro mundo podría resultar mucho peor que éste si
el movimiento contra la globalización neoliberal no alcanza a
comprender que el proceso ha entrado en una fase nueva en su
desarrollo, que requiere también una renovación de las ideas y
de los métodos de lucha de quienes resisten, si es que quieren
triunfar. Aquí, como también advertía Martí, el tigre
"espantado del fogonazo, vuelve de noche al lugar de la presa
[...] No se le oye venir, sino que viene con zarpas de
terciopelo. Cuando la presa despierta, tiene al tigre encima
[...] El tigre espera, detrás de cada árbol, acurrucado en cada
esquina. Morirá, con las zarpas al aire, echando llamas por
los ojos".
Un desarrollo fratricida de las contradicciones internas del
movimiento contra la globalización neofascista es el peor
servicio que se le puede ofrecer a los pobres de la tierra, y
el mejor que se le puede hacer al tigre. Para evitar ese
riesgo, es imprescindible empezar por ser honestos con nosotros
mismos. A Cuba, por ejemplo, se le ha negado de antemano el
derecho a ser escuchada en sus propios términos, mientras se
asumen sin examen mayor los términos y aun la racionalidad de
sus adversarios, y se descalifica como interlocutores a sus
dirigentes y sus intelectuales. Con eso, sólo se logra agravar
aún más las contradicciones más profundas que solo el debate
podría resolver, y se amplían hasta los linderos más peligrosos
las posibilidades de ruptura de todo diálogo.
A evitar ese peligro apunta precisamente, la reacción de un
grupo de distinguidos intelectuales y artistas cubanos, que
expresan haber visto "con sorpresa y dolor que al pie de
manifiestos calumniosos contra Cuba se han mezclado consabidas
firmas de la maquinaria de propaganda anticubana con los
nombres entrañables de algunos amigos. Al propio tiempo, se
han difundido declaraciones de otros, no menos entrañables para
Cuba y los cubanos, que creemos nacidas de la distancia, la
desinformación y los traumas de experiencias socialistas
fallidas". La puerta del diálogo permanece así abierta a todos
los que, con Martí, entienden que es con los oprimidos con
quienes hay que hacer "causa común, para afianzar el sistema
opuesto a los intereses y hábitos de mando de los opresores".
Porque de eso se trata, finalmente, nuestro empeño.
(1) "Elecciones argentinas: La restauración del aburrimiento",
ALAI-AMLATINA, 24/04/2003, Montevideo.
https://www.alainet.org/es/articulo/107405
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