III Foro Social Mundial Cruce de caminos
23/01/2003
- Opinión
El movimiento alternativo ha crecido de forma explosiva, ha ganado amplios
respaldos y reconocimientos, cuenta día a día con aliados más importantes
pero enfrenta ahora un nuevo desafío: cómo y hacia dónde gestionar sus
éxitos.
Las cifras son impresionantes: desde el jueves 23 el Foro Social Mundial
congrega en Porto Alegre a más de cien mil activistas de todo el planeta.
31 mil son delegados de 5.500 organizaciones sociales de 126 países que
participarán en mil 500 talleres, seminarios, conferencias y paneles, en
conciertos, actos y manifestaciones culturales y callejeras. Sólo el
Campamento de la Juventud congregará 30 mil participantes. Las mayores
delegaciones las aportarán Brasil, con 19 mil 500 participantes de tres mil
400 grupos, y Estados Unidos con algo más de mil delegados de 230
organizaciones.
Es el evento político-social más importante que ha organizado el movimiento
antisistémico en toda su existencia, o sea a lo largo de casi dos siglos,
con la probable excepción del movimiento de solidaridad internacionalista
en apoyo de la revolución española. Este año, la participación de Luiz
Inazio Lula da Silva y de Lucio Gutiérrez, flamantes presidentes de Brasil
y Ecuador, marcan la pauta de los cambios vertiginosos que se están
sucediendo en el continente. Pero el encuentro es, sobre todo, un
termómetro para medir la fuerza y la legitimidad social que han adquirido
quienes promueven cambios, tanto como su capacidad para establecer
articulaciones y alianzas capaces de llegar a los más remotos rincones del
planeta.
Antecedentes
Fue el neozapatismo el más claro precursor de este tipo de foros. En 1996,
el EZLN convocó en plena selva Lacandona el Encuentro Mundial por la
Humanidad y Contra el Neoliberalismo, donde confluyeron por primera vez en
mucho tiempo activistas de múltiples grupos de base de los cinco
continentes. Los encuentros promovidos por los zapatistas cobraron vuelo
propio, realizándose un segundo encuentro en España, en 1997, seguido de
otros en Europa y América Latina en los años siguientes. Muchos de los
temas que se debatieron en aquella primera oportunidad son los que guían
aún los debates del III Foro Social Mundial, y giran en torno al tipo de
alternativas al actual modelo así como a los caminos para implementarlas.
Pero es, sobre todo, la modalidad de estos encuentros lo que marca un
profundo viraje respecto a las tradicionales reuniones de las fuerzas
sociales y los partidos de izquierda. Como señalaba el llamado al Segundo
Encuentro por la Humanidad y Contra el Neoliberalismo, se buscaba la
confluencia de "todas las luchas" y un encuentro de "todas las gentes,
organizadas o no, que estén inconformes con el tipo de vida que ese sistema
impone". En segundo lugar, se apostaba al encuentro como "espacios de
intercambios de ideas, prácticas y deseos por encima de conclusiones y
resoluciones"; había un interés expreso en que el encuentro fuera "auto-
organizado, que la gente que participe lo haga suyo" porque "el proceso de
organización es tan importante como! el encuentro mismo". Y en lugar
destacado, figuraba la idea de juntarse para "experimentar nuevas formas de
hacer política".
De esta manera, los zapatistas y sus amigos sacaban la política de los
cerrados espacios institucionales y la exponían al aire fresco de la más
heterogénea realidad social. La forma abierta, horizontal y escasamente
estructurada de los encuentros, entusiasmó a buena parte de los
concurrentes, siempre jóvenes y con una destacada presencia femenina, que
mostraban así su disposición para implicarse en la política siempre y
cuando no estuvieran constreñida por aparatos. De alguna forma, el
zapatismo recoge una experiencia previa de articulación de movimientos
sociales: la de los encuentros del movimiento 500 Años de Resistencia
Indígena, Negra y Popular. Estos eventos jugaron un papel destacado en la
preparación, tanto ideológica como en cuanto a la movilización, de las
"contracelebraciones" de los cinco siglos de la llegada de Colón a América.
Fueron, y esta es una de las principales continuidades con el neozapatismo,
el emergente continental de un nuevo movimiento como el indígena, que venía
creciendo con una lógica de construcción muy diferente a la del movimiento
sindical. La prioridad estaba puesta en una suerte de "crecimiento
interior", en la liberación de los rasgos que provenían de la
interiorización de la dominación. En suma, el viejo discurso de la
explotación veía florecer, a su lado, un discurso sobre la opresión -que
siempre tiene un ancla cultural- que mostraba fuerte empatía con los
llamados nuevos movimientos sociales, en ! particular el feminismo y el
ecologismo.
Esta modalidad de acción y de reunión, que poco después sería retomada por
el movimiento contra la globalización que eclosionó en las calles de
Seattle en noviembre de 1999, explica en gran medida el espectacular
crecimiento del movimiento que estos días confluye en Porto Alegre. CAMINOS
Cómo seguir, es la pregunta que sobrevuela la edición actual del Foro
Social. El abanico de respuestas es tan amplio como la heterogeneidad de
los participantes. En todo caso, y en vista de que la próxima reunión del
foro será en India pero ya no estará atada a las fechas en las que sesione
el Foro de Davos, se impone un punto y aparte para hacer balances y trazar
perspectivas. Las presiones son múltiples y van en sentido inverso. Por un
lado, los grandes partidos de izquierda han cosechado triunfos tan
importantes como el del pt brasileño, que los colocan en inmejorables
posiciones para hacer escuchar sus propuestas. Pero no son los únicos ni,
quizá, los que más peso tienen en la interna del Foro Social. El diario
madrileño El País informaba tiempo atrás que las Organizaciones No
Gubernamentales (ongs) tienen, en todo el mundo, una red de integrantes que
abarca a 50 millones de personas. Una cifra cercana a la de todas las
organizaciones sindicales y sociales del planeta. Este sector apuesta a una
articulación planetaria del movimiento. El italiano Ricardo Petrella,
señaló en la revista italiana Carta que este año el movimiento ingresa en
la "fase tres". La primera habría sido la de la resistencia al mercado
global, la deslegitimación de sus argumentos y principios y la demostración
de que no se trata de un proceso inevitable ni irreversible. La segunda
fase, que Petrella señala que se registró entre los hechos de Seattle en
1999 y el Foro de Florencia en noviembre de 2002, estuvo marcado por la
afirmación del derecho a una globalización alternativa. Finalmente, ahora
se trata de trabajar por una articulación amplia -diferente a la de la
Comintern, se ataja- pero que sea capaz de construir una red planetaria y
definir un programa común. Ello supone una "planetarización de los temas,
de los objetivos, los tiempos y las formas de acción" del movimiento. Más
aún, se propone articular un primer programa político que tendría ya
fijadas sus prioridades: agricultura y transgénicos, comercio, acceso al
agua y educación, seguido de otros como las finanzas y el problema de la
paz.
No parece sencillo que propuestas de este tipo coseches rápidas adhesiones.
Una coordinación a escala planetaria, permanente y con la capacidad
"ejecutiva" suficiente como para definir un programa y un plan de acción,
escapa a la lógica de un movimiento como el que converge en Porto Alegre.
Aunque la necesidad de niveles de articulación está fuera de discusión, no
son pocos los que perciben como una contradicción el trabajo en profundidad
a escala local, que es la única en la que se pueden crear alternativas
reales al modelo actual. Por el contrario, la construcción de un amplia red
global, incluye la especialización de un conjunto de personas en las tareas
de representación y dirección que -¡otra vez!, dicen muchos- implica volver
a los estilos ya probados.
Aquellos que motivaron, justamente, la creación de un movimiento tan poco
estructurado, tan difuso y nómade como el que ha sido capaz de implicar a
los que difícilmente se implicarían en instancias que no puedan controlar y
que, tarde o temprano, reproducen en la vida cotidiana las opresiones de
las que buscamos escapar.
https://www.alainet.org/es/articulo/106852
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