Gutiérrez: ¿hundimiento o resurrección?
03/01/2003
- Opinión
A la sombra de la globalización corporativa y la guerra mundial del "bien
contra el mal" declarada por Estados Unidos -el G-1, según I. Ramonet- como
corolario del ll-S del 200l, el Ecuador dio trámite a los primeros comicios
presidenciales del siglo XXI.
A la ronda inicial para elegir al sucesor de Gustavo Noboa Bejarano se
presentaron once candidatos: Lucio Gutiérrez Borbúa (Sociedad Patriótica y
Movimiento de Unidad Plurinacional-Pachacutik), Alvaro Noboa Pontón (Partido
Renovador Institucional Acción Nacional), León Roldós (Movimiento de
Ciudadanos y Partido Socialista), Rodrigo Borja (Izquierda Democrática),
Xavier Neira (Partido Social Cristiano), Jacobo Bucaram (Partido Roldosista
Ecuatoriano) y cinco postulantes "menores", conforme al dictamen de las
urnas.
La campaña giró sobre las propuestas para aliviar la recesión, el desempleo
y la inseguridad, identificados por los expertos en marketing como las
calamidades mayores del país en este tornasiglo. La reactivación económica
mediante el concurso de inversiones externas, a partir de la creación de un
"clima" de estabilidad política e institucional, así como la instrumentación
de programas de corte desarrollista y asistencial, constituyeron la tónica
de las recetas publicitadas por los aspirantes a la silla de Carondelet.
Problemas nacionales de fondo como la agudizada desvertebración de la
economía, la decadencia del Estado blanco-mestizo, el fracaso continental y
local del liberalismo esquizofrénico, la mutilación de la soberanía por la
dolarización, la acumulación rentista, la implosión del aparato productivo,
el descalabro fiscal y de las empresas públicas, los desequilibrios de las
cuentas externas, la moratoria en ciernes, la miniaturización del mercado
interno, la desindustrialización, la terciarización hipertrófica, la
catástrofe demográfica y ambiental, la fuga de la mano de obra, la
exclusión, la lumpenización, la pérdida de la autoestima, la ola de
suicidios... apenas fueron objeto de pálidas alusiones. Similar actitud
adoptaron los presidenciales frente a cuestiones tan cruciales para el
futuro ecuatoriano como la amenaza neocolonialista del ALCA y la Iniciativa
Regional Andina, cándidamente interpretada como una cruzada contra el
narcotráfico.
Los discursos de los "outsiders"
No obstante ese denominador común de las plataformas, la primera vuelta
permitió a la ciudadanía establecer dos "cortes" diferenciadores. El
primero, relacionado con la génesis partidaria, dividió a los candidatos en
representantes de las tiendas políticas "tradicionales" -responsabilizadas
en la conciencia colectiva por los recurrentes ajustes liberales- y en
exponentes de "opciones de cambio". Un segundo corte utilizó como parteaguas
las trayectorias previas de los aspirantes y algunas de sus promesas
específicas.
Una amalgama de ambas disecciones terminó por favorecer al coronel (r) Lucio
Gutiérrez y al magnate bananero Alvaro Noboa, que derrotaron en las
primarias a conocidas figuras del autista establecimiento político como
Xavier Neira, auspiciado por el poderoso PSC; Rodrigo Borja, ex presidente y
líder histórico de la ID; León Roldós, ex vicepresidente y socialista
"light", y Osvaldo Hurtado, ex mandatario y principal panegirista en estas
latitudes del Consenso de Washington.
El triunfo de Gutiérrez en las primarias del 20 de octubre del 2002,
refrendado en la vuelta definitiva del 24 de noviembre, se explica porque
logró extrapolar el protagonismo que alcanzara en las jornadas
contestatarias del 2l de enero del 2000, cuando lideró a una fracción de
oficiales jóvenes del Ejército que adhirió a un levantamiento indígena y
popular que dio al traste con el abyecto régimen de Jamil Mahuad,
instalando en su lugar a una Junta de Salvación Nacional -integrada por el
traidor general Carlos Mendoza, el dirigente indio Antonio Vargas y el ex
magistrado Carlos Solórzano- que no pudo resistir las presiones de la
derecha más recalcitrante, los arraigados prejuicios racistas y las
amenazas del Comando Sur del Pentágono. El episodio, etiquetado por los
historiadores como la Nueva Juliana y la Revolución del Arco Iris, proveyó a
la candidatura del militar rebelde de una aureola nacionalista y
antioligárquica que fue complementada con el lema de "guerra a muerte a la
corrupción". Consigna que caló hondo en una sociedad humillada por una
"clase política" y por cúpulas empresariales que habían colocado al Ecuador
en los primeros sitios en el ranking de los países más venales del
continente. Su compromiso con el rescate moral de la República lució tanto
más atractivo cuanto que de él infirió fórmulas económicas para enjugar el
complejo cuadro clínico de la nación. Asimismo, anunció una reforma política
e institucional -despartidización de tribunales, reestructuración de la
función Legislativa, recorte de prebendas de la burocracia dorada-
largamente acariciada por la sociedad civil.
Estas propuestas, erróneamente tipificadas como "populistas", le
significaron al fundador del PSP adhesiones de heteróclitos contingentes
humanos: mestizos, negros, cholos, mulatos, montubios, cristianos de base,
marxistas, proletarios, pequeños empresarios, cuentapropistas, damnificados
del "corralito" de l999, desempleados, familiares de los emigrantes,
activistas de los derechos humanos, ecologistas, jóvenes, jubilados, madres
solteras... Y sobre todo de la masa campesino-indígena en ascenso desde el
levantamiento del Inti Raymi (l990), organizada por la Conaie y su brazo
político Pachacutik, que le aportó la base electoral y la identidad
política. Para los sufragios definitorios, el coronel captó la mayoría de
votos centroizquierdistas e izquierdistas que, en la primera baza, salvo el
Movimiento Popular Democrático, habían respaldado proyectos más
funcionales al statu quo.
El éxito de Alvaro Noboa -el "outsider" de la derecha- es imputable a
razones del siguiente tenor: logró "vender" su imagen de hombre del jet set
internacional, intensificó una publicidad mediática mantenida desde l998
cuando fue finalista con Mahuad, repartió dádivas a granel entre los
menesterosos del campo y la ciudad, ofreció gigantes planes de empleo y
vivienda, obtuvo el apoyo de caciques provinciales y grandes empresarios,
capitalizó el individualismo clasemediero y la desesperación de amplios
segmentos castigados por el neoliberalismo... La propuesta del "Berlusconi
ecuatoriano" se alimentó de planteamientos ultraliberales como la
conversión del Ecuador en un "paraíso fiscal" y en una inmensa maquiladora,
el desmantelamiento del Estado intervencionista, la eliminación de la
legislación laboral, la defensa de las inversiones incluso con el concurso
de tropas norteamericanas... Las denuncias de Human Rights Watch sobre tratos
denigrantes a los trabajadores de sus plantaciones no hicieron mella en la
candidatura del pintoresco multimillonario. Sin embargo, los casi tres
millones de votos depositados por Gutiérrez en la vuelta definitiva,
provenientes caudalosamente de la Sierra y el Oriente, terminaron por
bloquear las aspiraciones del candidato del Prian.
La noche de la victoria, el líder de la Revolución del Arco Iris, vistiendo
un intencional traje safari, anticipó un gobierno salvacionista basado en
el diálogo y la concertación.
El sorpresivo desenlace cerró la "década infame" que inaugurara en el
Ecuador la Nueva Derecha con el triunfo de la fórmula conformada por Sixto
Durán Ballén y el actualmente prófugo Alberto Dahik. El suceso fue juzgado
por la prensa internacional como un logro de "los de abajo" y como el inicio
de la incorporación del país a un eje sudamericano proclive a la "otra
globalización", eje conformado previa y tácitamente por la Revolución
Bolivariana del coronel Hugo Chávez en Venezuela y por el Brasil de Lula da
Silva y el Partido de los Trabajadores. ¿Realidad o espejismo?
El viejo-nuevo tablero
Tres escenarios se perfilan para la administración de Gutiérrez Borbúa. El
primero, la continuidad del proceso de reestructuración subordinada por el
que transita la sociedad ecuatoriana desde hace varios lustros, lo cual
significaría la profundización de las reformas y ajustes liberales que han
extendido la pobreza y la indigencia a los tres cuartos de la población.
Este rumbo se inscribe en lo que Darcy Ribeiro identifica como movimiento de
"modernización refleja" ("la globalización" a secas, según la jerga de los
turiferarios del capital monopolista). A fechas recientes, y en el propio
caso ecuatoriano, esta estrategia ha recibido el potente espaldarazo de la
dolarización decidida por Jamil Mahuad e instrumentada por Gustavo Noboa. El
poder del Leviatán moderno, la servidumbre de la deuda externa-interna, el
intocado poder de la oligarquía criolla y, en fin, la propia crisis
totalizante que agobia a nuestra atribulada nación apuntalarían ese camino y
extremarían sus consecuencias.
Una segunda alternativa previsible surge de ciertos "retoques" a la
estrategia anterior y correspondería a una suerte de "desarrollismo
democrático" (Heinz Dieterich), a sustentarse en acciones de estilo
Gatopardo -cambios para que todo siga igual- como las siguientes: reformas
institucionales epidérmicas, combate legalista antes que sistémico a la
corrupción, políticas de fomento de los sectores productivos, régimen de
joint ventures para el funcionamiento de las empresas estatales, tardíos y
superficiales impulsos a la productividad y la competitividad, programas
ambientalistas, focalización de subsidios, extensión del bono de la pobreza...
Acciones que, en su conjunto, buscarían disimular los efectos más
devastadores de la desregulación, la apertura y los ajustes
fondomonetaristas. Teóricamente, esta estrategia -asimilable también a la
"modernización refleja"- correspondería a una recuperación de los
planteamientos keynesianos y de la CEPAL de los años 50 y 60. O, para
ubicarla en términos de una experiencia reciente, habría que asociarla a la
"tercera vía" que ensayara Fernando de la Rúa en la Argentina y que, en el
contexto del cambio fijo y el éxodo de capitales especulativos, no pudo
evitar el desmoronamiento del país gaucho. Los desdibujados partidos de la
centroizquierda ecuatoriana se constituirían en el soporte natural del
reseñado modelo.
El tercer escenario resulta más difícil de configurar tanto porque no se
dispone de referentes históricos equiparables como porque su viabilidad
concreta está en función de la forma cómo evolucione la totalidad de
factores "externos" e "internos". ¿A qué aludimos? Esencialmente a la
resolución de un "choque" político e ideológico que, en el límite,
confrontaría a la hegemónica racionalidad del mercado con la racionalidad
multifacética de la economía solidaria, que, respaldada por hábitos
consuetudinarios de democracia directa, ha permitido la sobrevivencia
"subterránea" de las comunidades indígenas andinas a lo largo del Reich de
los 500 años (N. Chomsky). Por supuesto que no se trata de una contradicción
ilusoria. La oposición de Pachacutik a que el régimen de Gutiérrez acuerde
con el FMI en los conocidos términos de que los salarios financien la salida
del foso, preserve al dólar como patrón monetario, continúe "honrando" la
impagable deuda externa-interna o inscriba al país en el ALCA conforme a las
condiciones que viene presionando la administración de George W. Bush dan
cuenta del fondo y del espesor del desafío que los náufragos del
neoliberalismo en estas tierras han lanzado con su voto por el proyecto
nacionalista y popular que Lucio Gutiérrez "barruntara" en sus discursos
especialmente de la primera vuelta.
Cruciales interrogaciones flotan en el ambiente después del imprevisto e
inédito resultado de Comicios 2002. ¿Cuáles son las expectativas máximas de
los justicieros descendientes de los mitayos y los guandos? ¿La teología del
mercado seguirá derrotando al holístico saber de los shamanes? Los grupos de
poder, atrincherados en el Congreso, los bancos y las cámaras patronales,
¿estarán dispuestos a admitir su fracaso y anacronismo históricos y en
capacidad de comprender que ha llegado la hora de la generosidad y el
altruismo? ¿Por donde comenzar las cirugías al paciente canceroso? ¿Cuáles
son las nuevas fronteras de la soberanía? ¿La "destrucción creativa" del
capitalismo es el verdadero valor sobre el planeta? ¿O es el otro rostro del
terrorismo? ¿A dónde se inclinará finalmente la realpolitik del Presidente
electo y de su "partido militar"?
* René Baez, Facultad de Economía de la PUCE
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