La catástrofe que nos amenaza
06/10/2002
- Opinión
El presidente Bush envió el pasado 20 de septiembre al Congreso de los
Estados Unidos un documento oficial de la Casa Blanca en el que se exponen
los principios estratégicos que guiarán a la superpotencia durante el
siglo XXI. Redactado por los halcones del gobierno, el texto expone
crudamente la nueva doctrina en materia militar y económica del imperio:
mantener a toda costa la supremacía militar, si es necesario con el
derecho a lanzar ataques preventivos, por encima de instituciones
internacionales como la ONU, y trabajar activamente para extender y
consolidar su modelo de capitalismo neoliberal al resto del planeta.
Al establecer, de manera oficial, el derecho unilateral de los Estados
Unidos a hacer uso de la fuerza, y al anunciar que ese país utilizará todo
su poder para promover en todo el planeta su doctrina económica, con
medidas como la reducción de los impuestos directos, la desregulación de
la actividad empresarial y el desconocimiento de tratados internacionales,
como el de Kioto, el gobierno de Bush lanza un desafío geopolítico al
resto del mundo que denota la extrema agresividad, en todos los terrenos,
de la política exterior del imperio después de los acontecimientos del 11
de septiembre.
Bajo las líneas maestras establecidas en ese documento oficial de 30
páginas, se llevan a cabo las "negociaciones" para establecer el Tratado
de Libre Comercio con Centroamérica, el Plan Puebla-Panamá y el Area de
Libre Comercio de las Américas. Se trata de una verdadera guerra de
conquista por los recursos de América Latina: agua, suelos, bosques,
petróleo, gas, minerales, biodiversidad, recursos genéticos, servicios
públicos, derecho de tránsito, mano de obra. Destruir lo que queda de
soberanía nacional para legalizar el despojo de las transnacionales de
nuestros recursos y la invasión de nuestros mercados con sus productos
agrícolas, comerciales, industriales, financieros, mediáticos.
¿Exageraciones? Las predicciones palidecen ya ante la realidad que
vivimos. Veinte años de ajuste estructural y de neoliberalismo, ¿ acaso no
tienen en la pobreza extrema a la mitad de los latinoamericanos? Es el
Banco Mundial el que se ve obligado a reconocer que después de la
experencia neoliberal América Latina es el Continente con peor
distribución del ingreso: el 10 por ciento más rico de la población tiene
84 veces más que lo que tiene el 10 por ciento más pobre de la población.
Todos los índices sociales han empeorado significativamente desde 1980 a
la actualidad. El fracaso del capitalismo neoliberal es evidente y
trágico, pero la doctrina de Bush profundiza en ese modelo, apoyado ahora
en la supremacía de la fuerza y en su disposición a usarla cuando sea
necesario, aunque ello signifique dinamitar los tibios progresos
alcanzados por la arquitectura internacional de las relaciones pacíficas
entre los Estados.
Entretenidos en nuestros problemas domésticos, importantes como son, los
costarricenses estamos al margen de esas "negociaciones" que repercutirán
gravemente sobre nuestras condiciones de vida. Son negociaciones que se
llevan a cabo sigilosamente, sin publicidad y muy rápidamente. Al frente
de ellas el gobierno de Pacheco ha colocado a tres neoliberales de tomo y
lomo: Anabel González, pasó de la dirección de la coalición empresarial
CINDE a encabezar el equipo que negocia el TLC con Estados Unidos; Alvaro
Trejos, después de fracasar en sus intentos de privatizar el ICE y el INS,
fue colocado al frente de la negociación del Plan Puebla-Panamá; el
ministro de Comercio, Alberto Trejos, salió del INCAE para ponerse al
frente de la negociación del ALCA. Estos personajes y su equipo de
colaboradores, han estado detrás de los procesos de liberalización,
desregulación y privatización de la economía costarricense, y ahora, a
espaldas de la ciudadanía, cabalgan a galope como alumnos aventajados de
la doctrina Bush.
Causa vergüenza ajena, saber que el gobierno aportará 1472 millones de
colones, para contribuir a la contratación de una firma extranjera, para
"hacer el cabildeo a favor del TLC en los órganos políticos de
Washington"(El Financiero, 1-9-2002). ¿ A quién hay que convencer en
Washington de las bondades de un TLC diseñado para favorecer a las
empresas estadounidenses? Similares situaciones se están dando en los
procesos secretos de negociación del Plan Puebla-Panamá y del ALCA.
Se sabe que los representantes de la administración Bush, ya le
comunicaron a personeros del gobierno de Costa Rica, que los tratados de
libre comercio en curso son incompatibles con la posición costarricense en
materia de telecomunicaciones, energía, seguros y banca. Se sabe también
de las presiones para que desmantelemos todas las medidas proteccionistas
en la agricultura, y en materia de medio ambiente los emisarios de Bush ya
han manifestado su desacuerdo con medidas conservacionistas para defender
nuestros bosques, o para impedir la explotación petrolera y la minería a
cielo abierto. Hay exigencias también para "flexibilizar" el mercado
laboral y uniformar el costo de la mano de obra en la región, así como
para "desregular" los servicios públicos de salud y educación. En cuanto a
la llamada "propiedad intelectual", su mirada está enfilada hacia nuestra
rica y envidiable biodiversidad. El tamaño de nuestra economía es muy
modesto, pero nuestra posición geográfica y el mal ejemplo que daríamos de
mantener conquistas soberanas muy importantes, son factores que gravitan
con fuerza en ese contexto geopolítico que defiende la doctrina Bush.
Si en materia de seguridad ya nos involucraron en patrullaje conjunto,
entrenamiento de militares para la defensa del medio ambiente y ahora
quieren la escuela de policía, en materia económica y comercial el
triángulo TLC con Estados Unidos, Plan Puebla-Panamá y ALCA, se tragaría
lo que nos queda de Estado de Bienestar y de institucionalidad democrática
para el bien común.
Frente a esa doctrina Bush se está levantando un gran movimiento de
rechazo en muchas partes de América Latina. Es mucha la gente cada vez más
consciente de la catástrofe que nos amenaza de consumarse ese proyecto de
dominación agresiva de los Estados Unidos sobre nuestro Continente, y no
solamente se multiplican las resistencias, también se plantean
alternativas de integración latinoamericana; en los mismos Estados Unidos,
a pesar de la conmoción sufrida tras el 11 de septiembre y el temor a
discrepar públicamente del rumbo extremista de Bush, entre las fuerzas del
trabajo, de la intelectualidad y de la política democrática, se trabaja
por una relación de cooperación, y no de vasallaje, con América Latina.
Debemos, en nuestro país, trabajar urgentemente por la articulación de un
amplio frente de rechazo a las negociaciones clandestinas y antinacionales
que se llevan a cabo, exigir al gobierno información y rendición de
cuentas, denunciar al equipo neoliberal por su posición entreguista,
plantear alternativas en unión de los pueblos de Centroamérica, el Caribe
y América Latina que defiendan nuestra soberanía y nuestros recursos y nos
permitan una relación de paz, cooperación, beneficio mutuo y solidaridad
con todos los pueblos del planeta, convencidos de que otro mundo es
posible.
* José Merino del Río es Coordinador del Foro "Otra Costa Rica es posible,
otro mundo es posible".
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