La lógica del Plan Colombia según Noam Chomsky
29/04/2002
- Opinión
El New York Times calificó al catedrático liberal Noam Chomsky como
"el intelectual vivo más importante, aunque polémico". Tiempo atrás,
Guy Sorman lo había incorporado a su selección de los "verdaderos
pensadores de nuestro tiempo". A comienzos de este año, Chomsky fue el
conferencista principal del II Foro Social Mundial reunido en Porto
Alegre y que, bajo la divisa "Por la Paz", congregó a decenas de miles
de impugnadores de la macdonalización del planeta.
El prestigio del profesor del MIT tiene sólidos pilares. A su
condición de autoridad máxima en el campo de la lingüística, añade una
vasta obra -aproximadamente una treintena de títulos- dedicada a la
disección de la política exterior de su país, particularmente al
análisis de sus impactos en América Latina. Un estilo penetrante y sin
concesiones singulariza el discurso chomskiano.
En una entrevista con Heinz Dieterich publicada bajo el título
"Washington: el principal gobierno terrorista del mundo" (1998),
Chomsky explica las coordenadas de la estrategia norteamericana en los
siguientes términos: "A Estados Unidos no le importa si un país tiene
una democracia formal u otro régimen. Le importa que se supedite
a su sistema de dominación mundial. El principio fundamental es:
¿permitirá un país que se le robe?, ¿permitirá que las corporaciones
extranjeras inviertan y exploten a su voluntad? Si lo permite, puede
tener el sistema político que le plazca: puede ser fascista,
comunista, lo que se quiera... Pero si un país comienza a dirigir sus
recursos hacia su propia población entonces debe ser destruido"
En la instrumentación de esa cruda doctrina, las "drogas ilegales" han
desempeñado una recurrente utilidad.
En su libro Rollback I, II y III (1995), Chomsky recupera un
antecedente poco conocido del actual Plan Colombia: el operativo
French Conecction. Conforme a su descripción: "La droga ha provocado
una serie de actividades subversivas y contrainsurgentes de parte de
Washington desde los años posteriores a la segunda guerra mundial,
cuando ayudó a la mafia a establecer el tráfico de heroína en Francia
como parte de una estrategia para socavar al movimiento obrero
europeo..." Asimismo, aludiendo directamente a la cruzada antinarcóticos
en América Latina, explica: "La Casa Blanca necesitó tres años para
destruir la economía chilena y organizar una fracción golpista contra
Salvador Allende. A fin de que no se repita tal experiencia está
formando actualmente sus fracciones golpistas -bajo el absurdo
pretexto del combate al narcotráfico- para que golpes de estado
'preventivos' se puedan dar cuando la destrucción de la gobernabilidad
democrática por el neoliberalismo lo exija".
En una reciente entrevista concedida al propio Dieterich y en
referencia al Plan Colombia, sustenta que tal operación político-
militar comporta esencialmente una confrontación con los "disidentes
del establishment", término que en la semiótica del Pentágono "puede
incluir campesinos organizados, líderes sindicales, activistas de los
derechos humanos, intelectuales independientes, candidatos políticos,
cualquier cosa". De otro lado, no cree que el programa de marras -
rebautizado por George W. Bush como Iniciativa Regional Andina- vaya a
derivar en un nuevo Vietnam. Su argumentación es convincente:
"Estados Unidos ha aprendido la tradicional lección imperial de que es
un error mandar a sus propias fuerzas a una guerra colonial. Es
demasiado sangriento, demasiado horroroso, particularmente cuando se
trata de un ejército de ciudadanos (citizen's army) que no lo podrá
hacer apropiadamente. Lo mejor es tener un ejército de mercenarios, es
decir, respetar el patrón colonial tradicional. Gran Bretaña controló
a la India básicamente con tropas hindúes; los ingleses fueron una
especie de reserva... "(La cuarta vía al poder, 2000). Una variante
complementaria introducida por el departamento de Defensa, producto de
la "privatización de las relaciones internacionales" de los Estados
Unidos, es la contratación de compañías especializadas en "guerras
sucias". Este sería el caso de la DynCorp que ha comenzado a operar
desde la Base de Manta.
* René Báez Tobar. Decano de la Facultad de Economía de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador.
https://www.alainet.org/es/articulo/105820
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