Afganistán y Laos: Legado mortal
05/01/2002
- Opinión
EE.UU. lanza bombas de racimo sobre Afganistán, mientras en Laos, el
mismo tipo de bomba sigue matando campesinos 30 años después de su uso
intensivo por EE.UU. durante años de bombardeo.
El uso de bombas de racimo en Afganistán durante el pasado mes fue como
revivir la historia.
Por todo Laos, en el sudeste asiático, las bombas de racimo lanzadas
durante la guerra de Vietnam hipotecan el futuro del país 30 años
después que el último cargamento letal fue descargado desde el cielo.
Para numerosos trabajadores de la ayuda, el impacto de esa guerra área
en Indochina que fue generalmente mantenida en el secreto, debiera
constituir una advertencia. Pocos, sin embargo, creen que será el
caso.
Las primeras objeciones contra el uso de bombas de racimo en Afganistán
fueron presentadas a fines de octubre cuando Andrew Purkis, el
principal ejecutivo del Fondo en Memoria de Diana, Princesa de Gales, y
Richard Lloyd, director de Landmine Action (Acción por las Minas
Terrestres), expresaron su preocupación por el impacto que las bombas
tendrían sobre los civiles afganos.
Aunque la Oficina de las Naciones Unidas para la Coordinación de
Asuntos Humanitarios informó que las bombas fueron lanzadas cerca de
residencias civiles en la ciudad de Herat en el noroeste, muchos creen
que la mayor amenaza diaria para los afganos provendrá del 5 a 10 por
ciento que no estallará en el momento del impacto.
Las granadas son atractivas para los niños ya que son de color amarillo
brillante y vienen con un pequeño paracaídas.
En Laos, el tema de la munición que no ha explotado, en inglés UXO, es
antiguo. Pero es un asunto que no desaparece. Entre 1964, cuando
emprendieron las primeras 36 misiones de caza-bombarderos en el norte
del país, y 1973, 580.344 misiones de combate descargaron 2 millones de
toneladas de munición, convirtiendo a Laos en el país más bombardeado
per cápita del planeta.
Con la intención primordial de detener el flujo de tropas y equipos
vietnamitas del Norte a Vietnam del Sur, por el sendero Ho Chi Minh,
muchas de las misiones lanzaron munición de racimo antipersonal. En la
actualidad, millones de granadas BLU-26, que iban a 670 por bomba,
están desparramadas por Laos.
En una economía estrictamente agrícola, un 80 por ciento de los
labradores del país están amenazados a diario por munición sin detonar.
Más de 12.000 han sido muertos o mutilados.
"Siempre habrá una gran cantidad de munición no detonada después de un
ataque con bombas de racimo", dice Don MacDonald, jefe de programas del
Grupo Consultor sobre Minas, basado en Gran Bretaña. "Lo hemos visto
antes en Laos y es poco probable que Afganistán vaya a ser diferente.
Donde se utilizan bombas de racimo, el ejemplo más reciente es Kosovo,
se convierten a menudo en un problema más grave que las minas".
En Laos rural, donde la familia promedio sobrevive con menos de 500
dólares al año y donde un 47 por ciento de la población sufre
crónicamente de desnutrición, el problema de la munición no detonada ha
sido exacerbado por un aumento reciente de los precios de la chatarra.
Como los objetos metálicos han alcanzado un precio superior en las
áreas rurales, muchos aldeanos se han dedicado a aprovechar los cascos
de las bombas de racimo diseminadas en los campos. Fundiéndolas en
forjas en todo el país, esta chatarra bélica es transformada en toda
clase de utensilios, desde cuchillos y ollas, hasta yunques y
primitivos mosquetes de caza.
Sin embargo, como los chatarreros en la ciudad septentrional de
Phonsovan compran chatarra por 1.000 kip (unos 10 centavos de dólar) y
explosivos por 8.000 kip (unos 80 centavos de dólar) por kilo, muchos
aldeanos, que normalmente viven fuera de la economía monetaria, han
sido tentados a desmontar ellos mismos la munición no detonada. Hace
poco, Vilay Sen, de 54 años, y Thong Chan, de 50, fueron muertos en la
provincia Xieng Khouang cuando estalló el cohete que estaban tratando
de desarmar.
Laos también es un ejemplo para el estudio de cuán indiscriminadas que
pueden ser las armas. Según un informe interno del Ministerio de
Defensa (de Gran Bretaña), hasta un 50 por ciento de las 531 bombas de
racimo lanzadas por la RAF (Real Fuerza Aérea) sobre Kosovo no dio en
el blanco. En Laos, la cifra fue muy superior. El resultado fue que
muchas escuelas, hospitales y granjas fueron contaminados con bombas no
detonadas.
En Sam Neua, capital de la remota provincia Houaphan en el noreste, un
estudiante de la escuela secundaria provincial fue muerto por una
bombita mientras estaba excavando en un terreno de la escuela. Durante
la posterior operación de limpieza realizada por UXO LAO, la
organización responsable de la coordinación nacional de despeje, se
eliminaron 386 granadas sin detonar de la escuela.
En este país subdesarrollado, donde la falta de fondos, de
infraestructura y de conciencia internacional, significó que una
limpieza exhaustiva recién pudo comenzar en 1994, cuando el Grupo
Consultor sobre Minas comenzó su trabajo en la provincia Xieng Khouang,
la tierra no contaminada sigue siendo muy cotizada. Sin embargo, ya
que una hectárea de arrozal de terreno llano sólo puede producir arroz
suficiente para ocho personas, pocos están dispuestos a esperar que la
tierra haya sido controlada en busca de munición.
UXO LAO tiene acceso ahora a algunos de los apuntes de misiones de
EE.UU. durante los nueve años de ofensiva aérea. Descubiertos
inicialmente por casualidad, hace ocho años, por un reservista de la
fuerza aérea de EE.UU., Roy Stanley, los bancos de datos están siendo
utilizados para establecer los coordinados de las misiones de bombardeo
y destacar las áreas en peligro.
"Desgraciadamente, aunque uno puede hacer el esquema de donde debieran
haber caído, en teoría, las granadas individuales, la realidad es a
menudo mucho más compleja", dice Mr. Macdonald. "Las cotas empinadas,
la vegetación, las aguas vivas, todo puede hacer que las granadas no
detonadas aparezcan donde uno menos las espera. En Laos, por ejemplo,
uno incluso puede encontrar granadas sin detonar en la copa de árboles
que han crecido debajo."
Como en Laos, por lo menos algunas de las granadas sin detonar en
Afganistán, serán descubiertas sólo años después, cuando sean
accidentalmente perturbadas.
Traductor: Germán Leyens
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