El Acuerdo de Los Pozos
23/02/2001
- Opinión
(Con la reunión del presidente colombiano, Andrés Pastrana, y el líder de las
Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), Manuel Marulanda, que
tuvo lugar en localidad de Los Pozos, en las afueras de San Vicente del
Caguán (8 y 9 febrero), el proceso para encontrar una salida negociada al
conflicto armado interno recobró un nuevo aliento. En un documento de 13
puntos, denominado "Acuerdo de Los Pozos", el Mandatario y el jefe insurgente
establecieron los términos para reanudar las negociaciones, interrumpidas
desde el pasado 12 de noviembre. Para dar cuenta del alcance y sentido del
acuerdo, esta entrega recoge la opinión de Antonio Navarro Wolff, en su
momento dirigente máximo del ex-M19 y actual Representante a la Cámara, y de
Alfonso Cano, miembro de la comandancia de las FARC.)
Las últimas semanas parecen el fin de la etapa "romántica" del proceso de paz
entre el Gobierno y las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia),
donde la construcción de la confianza estaba centrada en actuar con tanto
cuidado frente a la guerrilla, que daba la impresión de que se le decía a
todo que sí. Es el fin de la "era Víctor G. Ricardo" y el comienzo de la
etapa Camilo Gómez.
Además, se demostró que la frase tantas veces repetida por las FARC "avísenos
con 48 horas de anticipación y les entregamos la zona", era mitad verdad y
mitad caña, pues es claro que les interesa la zona y creo que también el
proceso. Para que ello quedara claro, fue necesario que el Gobierno asumiera
una posición similar, corriendo un riesgo que al final permitió balancear las
cargas para bien del proceso de paz.
Agenda y realidad
Lo más notable de la reunión es que no se tocó la agenda acordada hace un
año. Y aquí aparece una contradicción. Se han vuelto más importantes los
temas extraagenda que la agenda misma. Paramilitarismo, disminución de la
intensidad del conficto (eufemismo para hablar de -DIH- derecho internacional
humanitario), y en general los temas de la reunión, no están a la orden del
día en la agenda, pero sí lo están en la realidad.
La pregunta lógica es si no debe dedicarse un esfuerzo inmediato a un
rediseño de esa agenda para hacerla coherente con la realidad, combinando
temas de hoy con asuntos sustantivos del mañana. También es notoria la
posición refractaria de las partes a la existencia de una mediación, sobre
todo, si es internacional. Frente a los temas más álgidos de la reunión,
paramilitarismo y **derecho internacional humanitario, tuvieron que optar por
una mediación de personalidades colombianas, cuya función podría ser muy
importante o también podría ser un saludo a la bandera, dada la complejidad y
riesgo que tienen los temas.
La escogencia de ese grupo es clave para que funcione bien, pero me temo que
no sobran los candidatos. Creo que debe valorarse adecuadamente lo que ha
significado el funcionamiento del Frente Común por la Paz. Sin duda muchos
de los cambios en la actitud del Gobierno han estado influidos por las
deliberaciones del
mismo, que no solamente ha brindado un apoyo político al Gobierno y al
proceso, sino que ha pensado colectivamente con eficacia cómo sacar adelante
la paz. En general, el diseño de la negociación limitada solamente al
Gobierno y a las FARC, prevalece, aun cuando empieza lentamente a abrirse a
otros actores internos y externos.
Por último, debe destacarse la nueva aproximación al tema de los cultivos
ilícitos, donde las FARC, al avalar su erradicación manual y concertada, da
un buen paso para empezar a desligarse del primer eslabón de la cadena del
narcotráfico, que puede producir cambios en el Plan Colombia y las relaciones
con Estados Unidos hacia el futuro. En esto parece necesario avanzar más,
para que sociedad, gobierno, guerrilla y comunidad internacional trabajen en
un asunto que es de primera importancia mundial y que servirá de puente para
temas como reforma agraria y comercialización subsidiada.
En fin, una buena reunión, con concesiones mutuas importantes por primera
vez, relanzando un proceso que todavía está en las primeras de cambio, pero
que empieza a transitar el camino que va del diálogo a la negociación.
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