El fracaso de la esperanza

Conferencia sobre Cambio Climático

13/12/2000
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(La IV Conferencia de las Partes de la Convención sobre Cambio Climático se realizó en La Haya del 13 al 24 de noviembre pasado. En esta reunión se debía definir las medidas que los gobiernos tomarán para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, como el dióxido de carbono, causantes del cambio climático y del creciente calentamiento de la Tierra. No obstante, la conferencia se clausuró sin ningún acuerdo, debido entre otros a profundas diferencias entre Estados Unidos y la Unión Europea, y al intento de los países industrializados por mercantilizar el futuro de la humanidad.) Durante dos semanas hemos sido testigos del fracaso de una Cumbre que, en vez de dar esperanzas a la humanidad, se convirtió en un mercado de valores donde privó la comercialización sobre lo que está ocasionando el efecto invernadero que lleva a nuestro planeta a un desfiladero. Para poder parar ese suicidio colectivo, era necesario que todos los Estados llegaran a un acuerdo en la reducción de emisiones de gases que producen ese efecto invernadero en una cifra mínima de 5.2% antes del 2012, porque más adelante el reloj de la desgracia difícilmente se detendrá y habremos condenado para siempre a la futura generación a su desaparición. En el imponente Palacio de Congresos de La Haya, Holanda, más de 6 mil personas procedentes de todas partes hicieron lo posible para acortar ese apocalíptico camino, escuchando a los científicos y organismos internacionales que siguen día a día lo que ocurre a nivel mundial a consecuencia del cambio climático. A decir verdad salí aterrado, después de oír por varios días esos informes, y comprobar que las graves consecuencias ya las estamos viviendo y que cada año que pasa habrá más desastres naturales causados por el mismo hombre, por no respetar la madre tierra, ni el orden establecido por ella. Solo para enumerar algunos desastres a incrementarse y que afectará directamente a nuestro país tenemos: el aumento del nivel del mar y la desaparición de islas y ciudades costeras; la propagación de enfermedades como la malaria y el dengue; las torrenciales lluvias y huracanes en épocas no esperadas y, como consecuencia de todo esto, la llegada de hambrunas a nuestras regiones. Ya es un hecho el descongelamiento de los hielos perpetuos de los polos, que ya está afectando esas tierras (el verano caluroso que sentimos y vivimos en Groenlandia este año durante una gira en la que participamos con los Inuit) y, las inundaciones jamás vistas en Europa en otoño de este año, son algunas de esas consecuencias. Todo eso va ligado con la aparición y ampliación de nuevos desiertos en el mundo, como la desaparición de la diversidad biológica en muchas regiones. En segundo lugar, cabe destacar la hipocresía de los países industrializados. Se daban golpes de pecho y decían que reconocían que eran los culpables primarios de ese oscuro futuro, pero que no estaban dispuestos a sacrificarse solos, sino que los países pobres o en desarrollo también tenían que poner su cuota para salvar al mundo. Para ello, estarían dispuestos a darles cualquier cantidad de dinero, para que nuestros bosques, corales, fueran los simples receptores o capturadores de las emisiones de carbono que ellos emiten desde sus fábricas o casas. El Sur: Sumidero de carbono Hay que recordar que uno de los objetivos principales a discutirse en la Cumbre de La Haya era la implementación del Protocolo de Kyoto (Japón 1997) sobre reducción de emisiones de gases de efecto invernadero en países industrializados por excelencia y que no establece su forma de ampliación. El protocolo es un complemento a la convención marco sobre cambio climático adoptado durante la Cumbre de la Tierra en Río de Janeiro en 1992. Tanto la Unión Europea como otros países acusan a Estados Unidos como el principal culpable del fracaso de las negociaciones, al igual que a Canadá, Japón y Australia que lo apoyaron en todo momento (Grupo Paraguas). Al final de la cumbre ya no se tomó en cuenta al Grupo de los 77 (incluyendo China e India) y las negociaciones se centraron únicamente entre los países industrializados, burlándose de esa manera de nuestras desgracias. La revolución industrial no solo ha traído cambios positivos a una parte de la humanidad, sino que muchos de los países no industrializados ya no tienen esperanza de vivir esos cambios positivos, porque esa misma revolución los hace más pobres y los aleja cada día más de ese mundo. Los han convertido en depósitos de millones de toneladas de las inmundicias que los países industrializados no pueden guardar en sus patios. Una de las palabras que más se escuchaba en los pasillos de la conferencia era "sumideros" o sinks (en inglés). Se trata de zonas de bosques que absorben o capturan carbono de la atmósfera y los países del sur pueden colaborar plantando grandes extensiones de bosques no tradicionales con el objetivo de absorber el carbono (en su mayoría eucaliptos, tecas, pinos), lo cual atentaría contra los bosques nativos. Esta medida traería graves consecuencias en el futuro, porque según los científicos, los árboles viejos ya no sirven para capturar de manera adecuada el carbono, por lo que tendríamos que talarlos para plantar los antes mencionados. Para tales proyectos el dinero lo darían los países industrializados y las multinacionales contaminantes. Estados Unidos quería que los bosques o sumideros se tuvieran en cuenta en el recuento total de las emisiones de cada país. Afortunadamente, el Grupo de los 77 tuvo el apoyo de la Unión Europea, incluyendo la mayoría de los países latinoamericanos, enfrentando valientemente la postura del norte (Panamá entre ellos, aunque algunos ya lo están implementando por separado). No se puede condenar a nuestros bosques con el papel de simples sumideros. A ese mismo respecto la delegación indígena en su documento presentado destaca que "nos preocupa profundamente que las negociaciones sobre medidas para mitigar el cambio climático estén basadas en una visión de la Tierra que reduce los bosques, los territorios, los mares, y los sitios sagrados a su sola capacidad de absorber el carbono. Dicha visión, y su amplia implementación, afecta negativamente las vidas de nuestros pueblos y viola nuestros derechos y libertades fundamentales, específicamente, el derecho a recuperar, mantener, controlar y administrar nuestros territorios, el cual ya es consagrado y establecido en los instrumentos de las Naciones Unidas (Declaración Indígena de La Haya)". De todos los instrumentos internacionales que tratan el medio ambiente y el futuro de la humanidad y del planeta, esa convención es la más reaccionaria y la más bursátil, hasta el punto que divide tajantemente el mundo entre pobres y ricos; otorgándole más derechos a los países industrializados. Si la mentalidad de los que tienen que salvar el mundo sigue esa vía, no le veo mayores logros en el futuro. La Cumbre fracasó, pero se continuará el proceso dentro de seis meses. Veremos si en mayo del 2001 en Bonn, Alemania, el mundo tenga más suerte y pueda sonreír a las generaciones futuras. * Atencio López es activista comunitario, miembro de la Asociación Napguana, de Kuna Yala, Panamá.
https://www.alainet.org/es/articulo/105025?language=es
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