Boca de Nigua: La rebeldía africana en Santo Domingo
30/09/1995
- Opinión
Memorias insurrectas de aquí y de allá es la frase que sirve de impulso a la
conmemoración del 199 aniversario de la rebelión negra de Boca de Nigua: un
proceso reivindicativo y de desagravio para con la madre Africa y de
afirmación cultural de la población que se autoidentifica como afro-americana.
Asistimos a un Mar Caribe copado de repiques de tambores que evocan a los
espíritus de los aguerridos líderes cimarrones, Diego de Ocampo, Juan
Sebastián Lemba, Diego Vaquero y los cimarrones de Boca de Nigua que en 1796
se lanzaron en armas para romper las cadenas de la esclavitud negra en Santo
Domingo.
Esta celebración lleva implícita la decisión de impedir que la historiografía
racista dominicana continúe tergiversando los hechos históricos con el fin de
invisibilizar la resistencia de las comunidades negras del país, quienes
expresaron por múltiples vías su decisión de ser libres o morir.
Boca de Nigua ha sido un hecho de gran trascendencia. El 30 de Octubre de
1796 en el Ingenio de Boca de Nigua, administrado por el noble español Juan
Bautista de Oyazabal y propiedad del Duque de Aranda, donde la dotación
compuesta por 200 esclavos se dispuso a sellar una de las páginas más bellas
del proceso de conformación de la identidad dominicana.
Motivados por los aires libertarios que se venían dando en Haití, los negros
de Boca de Nigua tomaron por asalto a los esclavistas e iniciaron un
movimiento de liberación en la parte española de la isla, lo que hoy es
conocido como República Dominicana. La consigna era construir un gobierno
popular con diversidad étnica, naturaleza reivindicativa que sitúa esta acción
redentora como la más importante del territorio por su connotación política,
propuesta aún vigente para nuestros pueblos.
Entre fuego y tambores estalló la revuelta de los esclavos. Procedieron a
destruir y quemar las plantaciones agrícolas y todos los símbolos que los
encadenaran al régimen: cañaverales, casas y todas las propiedades del amo.
Ajusticiaron a los dos mayorales que se encontraban en el ingenio, uno ahogado
dentro de una pipa de aguardiente y otro a latigazos en recompensa de los
fuetes cotidianos que esgrimía sobre las espaldas de los negros trabajadores.
El orgullo del colonialista español no concibió el hecho de que "negros sin
alma" fueran capaces de luchar por la liberación de su gente. El proyecto
revolucionario de Boca de Nigua tuvo que pagar un costo muy alto, pero dejó
sentadas por siempre las bases para la defensa de los derechos humanos del
negro en Santo Domingo.
El esclavista Oyazabal hizo intento de repeler la revuelta con ayuda de
algunos blancos, pero le fue imposible detener la avalancha ante la
correlación de fuerza y el poderío de los alzados que se adueñaron de una
parte de las armas que estaban en poder de sus opresores. Tuvo Oyazabal que
ir a la ciudad y recurrir al gobernador de la isla, Joaquín García, para que
dispusiera de ayuda militar.
Con una fuerza militar repleta de armas sofisticadas, cañones, metrallas y
hombres especializados salieron contra los rebeldes. Luego de grandes
batallas los esclavistas españoles lograron dispersar a los alzados hacia el
bosque y otras zonas aledañas al ingenio. Mas adelante, con el pago de
recompensas, se realizó un operativo de apresamiento de los negros sublevados.
La meta era la de capturar a toda la dotación insurrecta.
De ambos lados se registraron bajas. De los rebeldes, 7 fueron muertos y 69
hechos prisioneros, esta situación paralizó el triunfo de la emancipación de
los negros. Unos tantos blancos fueron muertos y heridos.
Los rebeldes fueron sentenciados un mes más tarde. Cinco fueron juzgados por
encabezar la rebelión, y según el tribunal se les condenó con "mucha equidad y
compasión" a la horca. Les cortaron las cabezas y descuartizaron sus cuerpos,
ordenando que los fijaran en los cuatro puntos cardinales de la ciudad
amurallada de Santo Domingo. Otros cincuenta fueron sentenciados a recibir
cien azotes en la picota pública, más el suplicio de presenciar las
ejecuciones de sus compañeros para luego ir a servir de diez a quince años de
presidio en el Ingenio de Boca de Nigua. A los confinados se les impusieron
grilletes en los pies y garabatos pegados al cuello. A cinco de los rebeldes
se les sentenció al destierro para cumplir condenas en presidios de Panamá, La
Habana, Cartagena y Veracruz.
Este fue el costo de la Rebelión Negra de Boca de Nigua, que, si bien no logró
inmediatamente el objetivo propuesto, debilitó las bases de la esclavitud en
la medida en que los insurrectos lograron expandir su ideal libertario por
todos los ingenios azucareros de la época. Cuatro años después Toussaint
Louverture entró en Santo Domingo y abolió la esclavitud.
Hoy, a 199 años de la rebelión, nuestra comunidad se apresta a seguir el
desafío del rescate de la memoria histórica y cultural del legado de los
negros africanos. Hoy día, luchar por el rescate y la revalorización de
nuestro legado es un deber para los afrodominicanos. Este reconocimiento no
trata de subestimar el rol jugado por otras culturas en el desenvolvimiento de
nuestra historia pasada y reciente, sino de replantear el lugar que ocupan
los aportes africanos en la pirámide social.
No se justifica que en las sociedades actuales no haya una voluntad política
para revalorar este hermoso legado histórico; se debe en gran parte al proceso
de colonización que nos impuso un estado de alienación cultural para alejarnos
de nuestros orígenes, suplantando arbitrariamente nuestras genuinas
expresiones.
La República Dominicana es un ejemplo ilustrador de manifestaciones
discriminatorias cuando trata de obstruir las expresiones de origen africano
al interior de la sociedad. Con aviesas pretensiones, la clase dominante ha
definido a "lo dominicano" como un pueblo culto, hispano y cristiano.
Hechos como los de Boca de Nigua en Santo Domingo, Zumbi en Brasil, Boca-
Caiman en Haití, entre otros, emulan la lucha de los negros en América para
reivindicar su capital real y simbólico en estas sociedades.
(*) Miembro de la coordinación de la conmemoración del Bicentenario de la
Rebelión Negra de Boca de Nigua.
* Este documento es parte de "Afroamericanos: Buscando raíces, afirmando identidad", serie Aportes para el Debate No. 4.
https://www.alainet.org/es/articulo/104946
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