Por un milenio sin exclusiones
Grito de los Excluidos/as de las Américas
09/10/2000
- Opinión
Del fondo de nuestros corazones, nosotros, los excluidos y excluidas de las
Américas, lanzamos un grito de protesta contra la desigualdad y la
injusticia del mundo en que vivimos. Somos todos pasajeros de la misma
nave, el planeta Tierra; sin embargo, como en las carabelas de los
colonizadores y nuestros aviones trasatlánticos de hoy, viajamos en
condiciones desiguales. En la primera clase, una minoría usufructúa todos
los privilegios del consumismo superfluo, de actitudes anti-sociales y
depredadoras del medio ambiente. Esa minoría tiene acceso a la medicina
sofisticada, la educación, la cultura y los beneficios de la tecnología de
punta. En las bodegas insalubres, agobiados por el hambre, las
enfermedades, la violencia y la explotación, se amontona la mayoría de la
población mundial.
Nuestro grito se eleva contra un tipo de globalización económica que, al
favorecer a los pocos países desarrollados, en detrimento de las naciones
pobres, revela su carácter de verdadera globocolonización. El PIB mundial,
calculado hoy en USD 25 billones, es el retrato de la brutal acumulación de
riquezas en manos de pocos: los países del G-7 (Estados Unidos, Canadá,
Inglaterra, Francia, Italia, Alemania y Japón) detentan USD 18 billones.
¡Los USD 7 billones restantes deben ser repartidos entre más de 180 países!
¡Clama a los cielos constatar que apenas tres ciudadanos estadounidenses -
Bill Gates, Paul Allen y Warren Buffett- poseen, juntos, una fortuna
superior al PIB de 42 naciones pobres, en las cuales viven 600 millones de
habitantes! Se globaliza la pobreza y no el progreso; la dependencia y no
la soberanía; la competitividad y no la solidaridad.
Por eso, hay 204 millones de pobres y 90 millones de miserables en América
Latina y en El Caribe, a los cuales se debe aumentar los bolsones de
miseria que existen en varias partes del opulento Estados Unidos. Nuestro
grito es de protesta contra la economía capitalista neoliberal que,
monitoreada por el FMI y por el Banco Mundial, reduce la democracia al
mercado, la ciudadanía al consumismo, y viola la soberanía de nuestros
Estados nacionales mediante imposiciones y amenazas.
Si las naciones ricas quieren progreso, ¿por qué no establecen reglas
justas para el comercio mundial, eliminando las restricciones y las
prácticas comerciales que degradan los precios de los productos que las
naciones pobres exportan? Si quieren paz, ¿por qué no acaban con la
carrera armamentista, que consume anualmente USD 800 mil millones y dejan
de exportar armas hacia los países del Tercer Mundo? Si quieren el fin de
las drogas, ¿por qué no erradican los paraísos fiscales, donde el dinero
sucio es lavado por los "honrados" banqueros del Primer Mundo, y prohíben
que el éter y la acetona sean exportados de Estados Unidos a los
fabricantes?
Nuestro grito denuncia que, después de la Segunda Guerra Mundial, América
Latina no tenía deudas, pero hoy debe casi 1 billón de dólares. Es la más
alta deuda externa por habitante del mundo. Consecuentemente, nuestro
Continente es campeón en desigualdad entre los más ricos y los más pobres.
Nuestros países son víctimas del capital especulativo, del colonialismo
cultural representado por los enlatados televisivos y de la intervención
militar bajo el pretexto del combate al narcotráfico. El número de
personas hambrientas y desempleadas nunca fue tan grande en las Américas.
Nuestro grito es de indignación, pero es también un grito de esperanza.
Vemos, con alegría, campesinos que se movilizaron para exigir la reforma
agraria; grupos de los más diversos países y de los más diversos intereses
se juntaron para bloquear las reuniones de los grandes banqueros y de los
grandes empresarios, en Seattle, en Washington, en Praga, a fin de
protestar contra el sistema económico neoliberal; movimientos populares
organizaron manifestaciones masivas exigiendo cambios en casi todos los
países del Continente, en especial en México, Venezuela, Perú, Bolivia,
Argentina y Ecuador. Presenciamos la fuerza de los pueblos indígenas que
se levantan con coraje exigiendo la demarcación de sus tierras; la
multiplicación de los movimientos de mujeres contra la discriminación
machista; la organización de los movimientos negros para exigir respeto a
sus raíces culturales y sus derechos históricamente reprimidos. En Brasil,
unos seis millones de electores se pronunciaron contra el pago de la deuda
externa, en el plebiscito ciudadano realizado recientemente en todo el
país.
Esas señales, evidentes hoy en todo el mundo, nos dan esperanza de que el
Fondo Monetario Internacional, la Organización Mundial del Comercio y el
Banco Mundial sean substituidos por instituciones efectivamente
democráticas, donde las naciones tengan igual poder de voz y de voto, a fin
de regular el flujo de capitales especulativos y derrumbar el
proteccionismo de los países ricos, priorizando los derechos humanos y la
justicia social.
Esperamos que nuestro clamor se extienda de tal forma que el Gobierno de
Estados Unidos se vea forzado a retirarse de Colombia, evitando un
conflicto que pondrá en grave riesgo a la población y la biodiversidad
amazónica. Nuestro grito clama también por el fin del cruel bloqueo que
Estados Unidos viene imponiendo a Cuba.
Esperamos que nuestras reivindicaciones básicas se convertirán lo más
pronto en realidad: reforma agraria; cambios en las políticas económicas
para eliminar el desempleo y la exclusión; demarcación y protección de las
tierras indígenas; respeto al medio ambiente; fin de la dependencia
económica y cultural de nuestros pueblos y anulación de nuestras deudas
externas, dentro del espíritu del año Jubilar convocado por el Papa Juan
Pablo II. Defendemos el acceso de toda la población a los derechos
fundamentales: tierra, trabajo, vivienda digna, educación y salud.
Nuestro grito se eleva a todos quienes son sensibles a la solidaridad y
osan abrazar la utopía de un mundo sin desigualdades, sin miseria y sin
exclusión, fundado en la justicia y en la libertad.
https://www.alainet.org/es/articulo/104892?language=en