Prevención con enfoque de género
30/06/1997
- Opinión
La vulnerabilidad de las mujeres frente al VIH/SIDA se refleja hoy en la
incidencia de la epidemia sobre este sector social. De las 7500 nuevas
infecciones en adultos que ocurren por día en el mundo, el 50% de los casos
ocurre entre mujeres. Sin embargo, cuando se considera el número de
personas con sida, todavía predominan los varones. Debido a que antes los
índices de transmisión masculina eran más altos, y dado el tiempo entre
infección y aparición de la enfermedad, aún las mujeres no predominan entre
los enfermos.
Los estudios realizados en América Latina evidencian que entre el 60 y 70%
de mujeres infectadas viven en pareja estable, son monógamas, fieles y no
han tenido relaciones sexuales con otros hombres que no sean sus esposos o
compañeros permanentes.
Aún hoy las sociedades, y especialmente las latinoamericanas, tienen
dificultades para reconocer el VIH/SIDA como un problema de mujeres. Las
actividades y campañas de prevención oficiales evidencian esta dificultad.
Hace algunos años Elizabeth Reid decía: "cuando la prevención se basa en
promover la estabilidad de las parejas, la monogamia y el menor número de
compañeros sexuales, las mujeres en su gran mayoría quedan excluidas porque
ellas son monógamas, tienen una pareja estable por años y no tienen más que
uno o dos compañeros sexuales durante toda su vida". Esto ocurre en todo el
mundo, y en América Latina en gran medida.
No perciben el riesgo
¿Cómo prevenirse de un riesgo que se ignora? ¿Cómo reconocerse en riesgo
frente a la infección del VIH/SIDA, si los mensajes oficiales dicen que es
un problema de otros, sean estos drogadictos, personas "promiscuas" y
"homosexuales"? La mayoría de las mujeres no se identifica con ninguna de
esas categorías, por tanto no se sienten aludidas. Estudios realizados
sobre la percepción de riesgo frente al VIH, en mujeres, indican que ellas
no se perciben como sujetos de riesgo, y cuando lo hacen lo asocian con la
exposición a prácticas médicas y no con la transmisión sexual. Esto no
concuerda con la realidad: el 70-80% de las infecciones se transmiten por
vía sexual y de ellas un 40-50% son por relaciones heterosexuales.
Un eje central de las campañas de prevención es la promoción del uso del
preservativo masculino. Esto desconoce la realidad de las prácticas
sexuales de las mujeres. Las mujeres no necesitan ser convencidas de las
"bondades" del preservativo masculino, deben serlo los hombres, porque las
mujeres no tienen poder suficiente para conseguir que ellos lo usen. La
mera solicitud del uso del preservativo, muchas veces implica para las
mujeres peleas y agresiones por parte de sus compañeros, quienes las acusan
de "infieles", llegando incluso a golpearlas y hasta a abandonarlas. Por
otra parte, el preservativo femenino no es difundido en los mensajes ni
está disponible en forma gratuita o a bajo costo en la mayoría de nuestros
países. ¿Entonces cómo prevenir? El único camino sería la abstinencia
sexual que tampoco las mujeres pueden practicar.
Las diferentes concepciones sobre la práctica sexual, en nuestros países,
aceptan y promueven en los hombres las relaciones extramatrimoniales, una
mayor libertad sexual y un mayor número de compañeras sexuales como algo
normal y esperable. Por el contrario, las mujeres deben ser fieles,
monógamas y no tener otros compañeros, ni relaciones estables, caso
contrario la sociedad las rechaza y condena con gran rigor.
La "pareja estable" y la abstinencia sexual, dos ejes de las campañas de
prevención, son peligrosas y confusas. El cambio de parejas es frecuente en
la juventud, la estabilidad no garantiza la prevención. En una infección
como el VIH/SIDA, con una larga latencia entre infección y enfermedad, la
pareja estable no previene lo que pudo ocurrir antes con otras parejas,
estables u ocasionales. La abstinencia sexual es cada día menos practicada
en la vida real y puede confundir a algunas mujeres jóvenes, quienes
suponen que sus novios la practican y/o la practicaron antes con otras
personas.
Mención especial requiere el tema de la prevención y tratamiento de las
Enfermedades de Transmisión Sexual (ETS) en las mujeres, como una forma de
prevención del VIH/SIDA. Frecuentemente, las mujeres activas sexualmente
tienen infecciones del tracto genitourinario inferior no diagnosticadas ni
tratadas, que aumentan entre 3 y 10 veces el riesgo de infección con el
VIH/SIDA. Por ello, es imprescindible lograr el diagnóstico y tratamiento
precoz de las ETS, para disminuir la vulnerabilidad frente al VIH. Esto las
beneficiará no sólo respecto al SIDA, sino también en relación a otras
complicaciones por cronificación de las ETS, como la infertilidad por
obstrucción tubaria, fístulas vesicovaginales y otras.
A través del Grupo de Mujer y SIDA de la Sociedad Internacional de SIDA; de
la Comunidad de Mujeres viviendo con el VIH/SIDA y de otras instancias
organizativas, las mujeres -en el mundo y la región- hemos elaborado y
promovido propuestas para prevención del VIH/SIDA, orientadas no meramente
a lo específico, sino fundamentalmente a mejorar el poder de las mujeres en
las relaciones de pareja, familiares y sociales.
Incluir el SIDA en la agenda feminista
En general estas propuestas no han trascendido más allá de los que trabajan
en el VIH/SIDA. Se observan dificultades para que sea incluido en la agenda
feminista. Las dificultades parecen deberse a que no se percibe su
importancia entre las mujeres, y a que esto obliga a reconocer el trabajo
sexual, relativizar la defensa de la libertad sexual de las mujeres y
jerarquizar los métodos de barrera masculinos.
La lucha feminista se caracterizó por la defensa de la libertad sexual de
las mujeres, negó y rechazó abiertamente el trabajo sexual y promovió el
uso de los métodos anticonceptivos usados por las mujeres. El VIH/SIDA
exige un replanteo de estas posiciones, que no significa abandonarlas, para
entender que su prevención entre las mujeres, es una prioridad para el
movimiento feminista.
La posibilidad de coordinar esfuerzos en la definición de políticas y
estrategias de acción frente a la enfermedad, se avisora promisoria desde
los espacios de reflexión y trabajo que vienen desarrollando desde hace dos
años la Comunidad Internacional de Mujeres que viven con el VIH y el Grupo
Internacional Mujer y Sida. Recientemente en Río de Janeiro, en el 8vo
Encuentro Internacional de Salud de la Mujer, hicimos un taller conjunto,
que constituye un ejemplo de que es posible integrar nuestras agendas y
nuestras acciones.
No olvidemos que las mujeres que viven con el VIH son doblemente
discriminadas, no tratadas o mal atendidas en los servicios de salud y que
padecen abandono y marginación familiar y social. El trabajo conjunto de
las mujeres feministas preocupadas, afectadas y que trabajamos con el
VIH/SIDA, junto a las que conviven con el VIH es imprescindible y urgente
para reforzar hoy nuestra defensa de la equidad de género.
* Mabel Bianco: Presidenta de la Fundación para Estudios e Investigación de
la Mujer - FEIM - , Argentina
* Este documento es parte de
La cara Socio-económica del Sida Serie Aportes para el Debate No. 5.
https://www.alainet.org/es/articulo/104802
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