Informe de Human Rights Watch
El vínculo militares-paramilitares
29/02/2000
- Opinión
El día 23 de febrero, Human Rights Watch (HRW), publicó un informe en el
cual presenta evidencias amplias y detalladas de estrechos vínculos entre
el ejército colombiano y los grupos paramilitares, responsables de
atrocidades contra la población civil de aquel país.
El informe de la organización internacional de derechos humanos, con sede
en Washington, titulado "Los lazos que atan: Colombia y los vínculos
militares-paramilitares", documenta las relaciones de tres brigadas del
ejército con los paramilitares. Juntando estos datos con la evidencia
aportada en informes previos de HRW, ya quedaría demostrado que la mitad de
las 18 brigadas del ejército, con presencia en cada una de las cinco
divisiones de Colombia, mantienen tales vínculos. Todo indica que el alto
mando aún no ha dado pasos para romperlos.
Significaría -según el informe- que el apoyo militar a la actividad
paramilitar sigue existiendo a escala nacional, incluyendo áreas que
reciben o están destinadas a recibir ayuda militar estadounidense. Es más,
al menos 7 de los oficiales involucrados son graduados de la Escuela de las
Américas, con sede en Georgia, financiada por el gobierno norteamericano.
El informe se publica en momentos en que Washington está alistando un
paquete de ayuda de US$ 1.574 millones de dólares para el "Plan Colombia",
en el marco de la lucha antidrogas. De este monto, cerca de US$ 600
millones estarían asignados para dotar y entrenar a dos batallones
antinarcóticos del ejército. Al interior del país sudamericano se han
levantado voces opuestas a la medida, considerando los antecedentes de los
cuerpos castrenses en materia de derechos humanos y la persistencia de
vínculos con los paramilitares.
HRW, en una carta dirigida a la Secretaria del Estado Madeleine Albright,
expresa preocupación en el sentido de que la defensa de los derechos
humanos debe ser un elemento central de la ayuda estadounidense a Colombia
y se debería incorporar políticas claras sobre el control y la orientación
de la asistencia de seguridad. Pide que se amplíe la condicionalidad de la
asistencia mucho más allá de lo estipulado en la llamada enmienda Leahy, la
cual establece el requerimiento de que la ayuda internacional se adhiera a
los estándares de derechos humanos. Pues en este caso, si bien sirve como
marco de referencia, no responde a las nuevas circunstancias.
Los defensores del paquete de ayuda argumentan que el tema de derechos
humanos no debe obstaculizar la ayuda, por una parte, porque el ejército
colombiano habría mejorado su récord en esta materia, y por otra, por el
hecho de que se trata de crear nuevas unidades del ejército, conformadas de
miembros con récords impecables en derechos humanos.
No obstante, el director ejecutivo de HRW, José Miguel Vivanco, al
presentar el informe, expresó que "cuando se debata en Washington un
paquete de ayuda de este tamaño, resulta crucial que los hechos estén
claros. Y los hechos que hemos constatado sobre vínculos entre los
militares colombianos y los paramilitares son verdaderamente alarmantes".
Justamente, señala Vivanco, si bien los abusos atribuidos directamente a
miembros de las FF.AA. colombianas han disminuido en años recientes, en el
mismo período el número y el grado de los abusos atribuidos a los grupos
paramilitares, con apoyo militar, han aumentado estrepitosamente.
El apoyo principal: la inteligencia militar
El informe fue elaborado a partir de documentos oficiales y extensas
entrevistas con investigadores del gobierno colombiano, refugiados y
víctimas de la violencia política. Varias fuentes pidieron el anonimato
para no exponer sus vidas y muchos investigadores asignados a estas y
similares investigaciones han tenido que renunciar o huir del país.
Los resultados de la investigación demuestran que la forma de colaboración
más generalizada entre militares y paramilitares se ubica en el plano de la
inteligencia. Pero existen también muchas otras formas de intercambio y
apoyo.
La evidencia señala que, inclusive en 1999, oficiales del ejército crearon
un grupo "paramilitar" empleando oficiales activos, retirados y de reserva,
que obraron junto con paramilitares contratados.
Muestra, asimismo, notables evidencias de que en los últimos tres años,
oficiales del ejército trabajaron estrechamente con paramilitares que están
bajo el comando de Carlos Castaño. Compartieron información, planificaron
y realizaron operaciones conjuntas, y coordinaron diariamente. El ejército
dotó armas y municiones y apoyó con helicópteros y ayuda médica.
También el informe demuestra que en 1998 y 1999, agentes de la inteligencia
del ejército compilaron información sobre colombianos vinculados con la
protección de derechos humanos, con las agencias investigadoras del
gobierno y con los diálogos de paz, quienes posteriormente recibieron
amenazas, hostigamiento, o ataques del ejército, a veces con la ayuda de
paramilitares y asesinos a sueldo.
Existen evidencias creíbles de que esta alianza entre la inteligencia
militar, grupos paramilitares y asesinos se da a escala nacional y con la
capacidad de amenazar a investigadores claves en la Oficina del Fiscal
General y la Procuraduría, instancias que colaboran en la investigación.
Las brigadas, que son tema de este estudio, la Tercera, Cuarta y
Decimotercera, operan en las ciudades más grandes, incluyendo la capital.
Sus comandantes están considerados entre los más capaces e inteligentes y
son candidatos prominentes para el eventual ascenso a posiciones de comando
general de divisiones, del mismo ejército, o de las fuerzas conjuntas.
Recomendaciones del HRW
Human Rights Watch dirige recomendaciones no sólo al Gobierno
estadounidense, sino también a diversas instancias del Gobierno colombiano
y a la comunidad internacional.
Aconseja que toda asistencia de seguridad internacional debe ser
condicionada a la existencia de acciones explícitas para cortar los
vínculos, a todo nivel, entre los militares colombianos y los
paramilitares. Entre otros aspectos, considera que el gobierno colombiano
debe tomar medidas firmes para investigar, capturar y enjuiciar a los
líderes paramilitares.
Reclama un incremento del financiamiento de la Unidad de Derechos Humanos
de la Fiscalía General, para que pueda mejorar la protección de testigos,
la seguridad y la capacidad de recopilar información. Reconoce los
esfuerzos de esta entidad en defensa de los derechos humanos, pero deplora
los riesgos que corren los investigadores. También insiste en la necesidad
de crear una fuerza de reacción rápida para responder ágilmente a amenazas
de masacres y violencia selectiva.
Entre las recomendaciones que HRW formula de cara al gobierno
estadounidense, está la incorporación de un enfoque de derechos humanos en
las actividades de capacitación a militares colombianos. Detalla también
las condiciones que EE.UU. debería aplicar al apoyo para las actividades de
inteligencia, para que ésta no sea empleada para abusos de derechos
humanos. Los incrementos en asistencia de seguridad deberían ser
acompañados de incrementos proporcionales en personal civil asignado a la
Embajada o Departamento de Estado para vigilar el cumplimiento de las
condiciones de derechos humanos.
En 1997, la Corte Constitucional de Colombia dictaminó que los crímenes
contra la humanidad cometidos por personal militar sean investigados y
ventilados en cortes civiles, pero esto no se ha cumplido. HRW pretende
que la enmienda Leahy, que habla de "medidas efectivas" debe ser
interpretada para insistir en el cumplimiento de este dictamen.
Recomienda, asimismo, la creación de un comité de supervisión
independiente, compuesto por representantes de alto nivel de la Fiscalía y
la Procuraduría, para evaluar las evidencias de abusos de derechos humanos
por parte de oficiales y soldados individuales, que en los casos de
evidencia suficiente, serían encaminados a las cortes civiles.
Finalmente, el informe llama a la comunidad internacional a incrementar su
ayuda a la población desplazada (estimada en más de 1.5 millones de
personas desde 1985), la cual debe ser canalizada a través de instancias
independientes (iglesia, organismos de derechos humanos, instituciones
especializadas) y no del gobierno.
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