Cooperativas de viviendas por ayuda mutua en Uruguay

Haciendo la ciudad entre todos

25/05/1999
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La ciudad es un lugar para vivir pero fundamentalmente es su gente. Es el lugar donde cada individuo y cada familia se desarrolla en el intercambio con sus iguales. De ese poner en común la vida se constituye una sociedad con iguales derechos y obligaciones para todos sus integrantes. Es la comunidad de hombres y mujeres que aportan su granito de arena para la construcción del espacio común. En Uruguay existe un movimiento social urbano que se ha tomado en serio que la ciudad se construye entre todos. Son casi quince mil familias (más de 50.000 personas) de bajos recursos nucleadas en cerca de cuatrocientos grupos cooperativos y construyen (o aspiran a construir) sus barrios por ayuda mutua. Nacidas en 1966, las cooperativas de viviendas por ayuda mutua, constituyen una experiencia singular por su desarrollo comunitario y por su aporte a la solución del problema habitacional integral para amplios sectores de la sociedad, sin acceso a los créditos ni a la tierra en forma individual. Esta iniciativa se basa en una rica tradición uruguaya de autoconstrucción, con ayuda de familiares y amigos; una fuerte simpatía por las ideas y experiencias solidarias, aportadas por los conocimientos y vivencias de la importante masa de inmigrantes italianos y españoles de principios de este siglo; así como por las ideas artiguistas federales e integradoras de la sociedad (con un contenido cultural multiétnico) de la lucha por la independencia y la patria grande latinoamericana a principios del siglo pasado. Las tres primeras cooperativas surgidas en el interior del país fueron la base para el Capítulo 10 de la Ley 13.728, aprobada por el Parlamento en 1968. Es desde ese momento que el cooperativismo de viviendas empieza a crecer, apoyado en su eficacia económica, dando las mejores soluciones habitacionales a los más bajos costos, y apoyado también en su inmediata inserción dentro de las experiencias más auténticas del movimiento popular uruguayo. La autogestión y la ayuda mutua A través de un proceso colectivo, el grupo se constituye en Cooperativa para construir las viviendas, el entorno urbano y los servicios comunitarios. Las familias cooperativistas, a la par de realizar el trabajo de obra, analizan, discuten, proponen y resuelven, mediante la participación democrática en la Asamblea de la Cooperativa, todas y cada una de las etapas y situaciones que se presentan en el camino. Se elige el terreno, se estudia y discute con los técnicos contratados (arquitecto, asistente social, abogado, contador y escribano) el proyecto social (organización, servicios comunitarios), el proyecto urbanístico (espacios verdes, locales comunales, calles) y arquitectónico (planos de las viviendas, cronograma de obra). Se gestiona la personería jurídica y luego el préstamo ante los organismos del Estado correspondientes (actualmente el Ministerio de Vivienda) que puede llevar su tiempo, según la voluntad política de los gobernantes de turno. Durante la dictadura, hubo cooperativas que demoraron 18 años en poder comenzar a construir, a la vez de intentos de represión y disolución que no pudieron prosperar por la fuerte resistencia de los cooperativistas. También es parte de las primeras resoluciones de la Asamblea el nombre y la bandera de la Cooperativa, símbolos permanentes de su identidad. Todas las familias que integran la Cooperativa son a la vez empresa constructora, mano de obra, administradora de los recursos, y destinatarios y usuarios de las viviendas construidas. Cada núcleo familiar debe aportar un mínimo de veintiuna horas semanales de trabajo durante la etapa de construcción, que avaluada monetariamente equivale a un aporte de capital del 15 % del costo de la obra. Cada vivienda tipo de 2 dormitorios tiene unos 70 metros cuadrados. Un momento emocionante es el sorteo de las viviendas y entrega de llaves al finalizar la obra. Recién ahí cada familia sabe que casa le será adjudicada. Las mujeres también participan y trabajan en la obra, siendo muchas veces las que realizan trabajos de mejor terminación como los azulejos en baños y cocinas por ejemplo o el armado del hierro para los pilares y vigas. La organización está basada en principios de solidariad, igualdad, ayuda mutua y participación democrática, siendo la autogestión de los recursos y la propiedad comunitaria de todo el conjunto sus características principales. También lo es la rotación en los cargos de dirección y fiscalización (que rige también para la Federación) debiendo dejar pasar un período de dos o tres años (según los casos) para ser reelectos. La Asamblea es el órgano máximo y está integrada por un titular por cada núcleo familiar. Anualmente se realizan elecciones con renovación parcial de integrantes de los diferentes órganos (Consejo Directivo y comisiones de Fomento Cooperativo, Fiscal y Electoral). Es un largo proceso educativo de integración social y capacitación comunitaria que comienza con la formación del grupo, previo a la fundación de la Cooperativa, y se continúa luego en la etapa de convivencia y desarrollo social sin límites en el tiempo. Se parte de una concepción individualista de las personas que se integran, ya que el motivo principal es la vivienda, pero a medida que se avanza en las distintas etapas y tareas, se van transformando en actitudes solidarias. El derecho a una vida digna Nucleadas desde el 24 de mayo de 1970 en la Federación Uruguaya de Cooperativas de Viviendas por Ayuda Mutua (FUCVAM), no solamente se han preocupado en solucionar el techo sino que luchan por el derecho de los sectores más bajos de la sociedad a una vida digna y se caracterizan por su capacidad de solidaridad y propuesta. Terminada la obra, comienza la etapa de convivencia, estimulando el dasarrollo social de los barrios y, con diferentes grados de funcionamiento, mantienen y administran una amplia gama de actividades para todas las edades. Según las necesidades del grupo, se crean servicios comunitarios autogestionados por la Cooperativa para mejorar la calidad de vida de las personas: policlínicas médicas y odontológicas; bibliotecas y centros culturales; guarderías infantiles; actividades deportivas y recreativas; mantenimiento de espacios verdes, alumbrado y calles; mejoras de los servicios públicos; construcción y donación al Estado de locales escolares... Hay otros servicios que son centralizados por la Federación: asesoramiento jurídico, notarial y contable; Planta de Prefabricado; convenios con emergencias médicas y otras instituciones; Centro de Formación, Colonia de Vacaciones y Hogar Estudiantil; entre otros. Pero muchas veces, antes de poder gestionar el préstamo para construir, han tenido que luchar por sus derechos, llegando en muchos casos a la ocupación de terrenos fiscales, manifestaciones multitudinarias por el centro de Montevideo o de ciudades del interior, frente al Parlamento o al Ministerio de Vivienda, llegando a su ocupación pacífica en varias ocaciones. La otra cara de estas movilizaciones son las llamadas ¿Jornadas Solidarias? donde cientos de brigadistas se hacen presentes en una Cooperativa en construcción y en unas cinco horas de un domingo de mañana se adelantan miles de horas de trabajo para esa Cooperativa. Una propuesta alternativa La experiencia de tanta lucha y sacrificio a lo largo de tantos años llevó a la necesidad de pasar de lo reivindicativo y la demanda, a la elaboración de propuestas alternativas de construcción de la ciudad. Fue un proceso interesante que comenzó naturalmente a partir de la necesidad de vivienda de los pioneros a fines de los 60, pasó por la necesidad de llevar o construir los servicios (transporte, saneamiento, escuelas, salud) en lugares lejanos de la periferia de pueblos y ciudades en todo el país, porque era allí donde se conseguía la tierra para construir. El paso de los años llevó a escribir la historia porque estaba la necesidad de compartir la experiencia con otra gente y a otros pueblos. Finalmente a finales de los 80 y principios del 90 se da un paso fundamental pasando a la elaboración de una propuesta alternativa de hacer la ciudad desde una perspectiva de la gente. El derecho de construir y vivir también en las áreas centrales, donde están todos los servicios. Teniendo como eje central de la propuesta el interés social general por encima de los intereses particulares y especulativos que convierten a la vivienda en un bien de consumo, que no se descarta para los sectores privilegiados, pero que debe ser un bien de uso para los sectores trabajadores de bajos recursos. El aporte a la descentralización de Montevideo La experiencia de las cooperativas de viviendas por ayuda mutua se ha volcado también al proceso de participación ciudadana, descentralización municipal y desconcentración de servicios que se viene desarrollando en la capital del país a partir de asumir el Frente Amplio el Gobierno Municipal en 1990, reelecto en 1995. Muchos son los cooperativistas propuestos por sus organizaciones de base, que han sido electos para integrar los Concejos Vecinales en varias Zonas de Montevideo. Acostumbrados a la administración y autogestión de grandes comunidades, se mueven como pez en el agua en lo que es su medio natural: órganos elegidos democráticamente por los vecinos, administrando y gestionando pedacitos de ciudad, haciendo la ciudad entre todos.

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