Encuentros feministas: énfasis y estrategias
01/11/1999
- Opinión
Los feminismos latinoamericanos se desarrollaron de múltiples formas, a través de
un sinnúmero de organizaciones, colectivos, redes de acción, temáticas y de
identidad. Desde los inicios impulsaron también una dinámica transnacional, a
través de sus redes, de múltiples reuniones, seminarios, campañas conjuntas en las
fechas del creciente calendario feminista, generando articulaciones novedosas y
significativas. La expresión más masiva y movimientista a nivel regional fueron
los Encuentros Feministas, cada dos años primero y luego cada tres, desde 1981. En
ellos se expresarían los avances feministas, las estrategias compartidas, los
conflictos en perspectivas y visiones, potenciando estrategias y discursos, y se
desarrollaría, a través de ellos, una variada, rica e intensa articulación entre lo
nacional y lo transnacional .
Esta acción transnacional estuvo fundamentalmente orientada a recrear prácticas
colectivas, a desplegar las nuevas categorías de análisis, las nuevas visibilidades
e incluso los nuevos lenguajes que los feminismos a niveles nacionales estaban
perfilando, para nombrar lo hasta entonces sin nombre: sexualidad, violencia
doméstica, asedio sexual, violación en el matrimonio, feminización de la pobreza,
etc. son algunas de los nuevos significantes que el feminismo colocó en el centro
de los debates democráticos.
Una dimensión simbólica, lúdico cultural acompañó las acciones del movimiento,
creando fechas, recuperando líderes, historias, símbolos, "... saliendo del lugar
destinado al coro, colocándose en el centro del escenario y exigiendo ser oídas"
(Nun, 1989). Así, las feministas de los 80, como diría Nancy Fraser refiriéndose a
la violencia contra la mujer, cuestionaron los límites discursivos establecidos y
politizaron problemas hasta entonces despolitizados, crearon nuevos públicos para
sus discursos, nuevos espacios e instituciones en los cuales estas interpretaciones
opositoras pudieran desarrollarse y desde donde pudieran llegar a públicos más
amplios (Fraser, 1991).
Los 90 presentan nuevos y complejos escenarios, que incidieron en el desarrollo de
los feminismos y en sus estrategias de transformación. Estos escenarios están
marcados por el proceso de globalización de efectos ambivalentes y contradictorios,
cuyas dinámicas más negativas se profundizan y aceleran en el marco de las
políticas neoliberales, y cuyas dinámicas más positivas y articuladoras se vieron
favorecidas por los nuevos escenarios de recuperación -transición- construcción
democrática en la región. Los feminismos se diversificaron expandiendo su
presencia e influencia, extendiéndose "...en un amplio, heterogéneo, policéntrico,
multifacético y polifónico campo discursivo y de actuación/acción", multiplicándose
los espacios donde las mujeres que se dicen feministas actúan o pueden actuar.
(Alvarez, 1998).
El movimiento ya no era en singular, no sólo por su expansión sino también por las
diferencias en estrategias y posturas y los nuevos malestares que comenzaron a
evidenciarse dentro de lo clásicamente considerado como feminismo en la década
anterior. Las sucesivas Conferencias Mundiales que marcaron los 90 abrieron
lentamente un nuevo espacio de actuación y disputa, a nivel ahora global, que
fueron también lentamente perfilando las nuevas miradas y nuevas estrategias
feministas en la región.
Las condiciones para la expresión feminista comenzaron a ser diferentes que en la
década anterior. Ello comenzó a expresarse en nuevos ejes -democracia y
ciudadanía- , reflejando una preocupación creciente de sectores feministas de
articularse con otras diversidades y de avanzar en nuevas dimensiones ciudadanas,
de "atender no sólo los problemas que comparten grupos determinados de mujeres sino
principalmente en afectar los mecanismos que traban la igualdad de oportunidades",
tanto en recursos, derechos y obligaciones como también en la determinación de las
reglas de la sociedad (Guzmán, 1996).
En su momento, muchas feministas analizaron esta tendencia como una forma de
"evitar el riesgo de la autoreferencia" (Molina, Vargas y Olea, Garrido, entre
otras). Uno de los rasgos significativos fue la intención de perfilar y/o acentuar
un discurso de derechos que, recuperando los avances de las mujeres en las décadas
anteriores, los ubicara como conquista y afirmación de derechos y no como atención
a las necesidades y vulnerabilidad de las mujeres.
Los cambios de los 90 tuvieron otro efecto enormemente significativo en las
dinámicas y formas de existencia de los movimientos sociales, entre ellos el
feminista: el impacto de las lógicas neoliberales no sólo en lo económico sino en
lo social y cultural, acentuaron el énfasis de una lógica básicamente movimientista
hacia una lógica más institucional, y acentuaron la tendencia hacia una creciente
fragmentación e individuación de las acciones colectivas como movimiento. Según
Lechner, "el espacio de acción de las organizaciones cívicas se encuentra acotado
por las transformaciones que sufre tanto lo público como lo privado. Las reformas
económicas en curso no sólo restringen la acción del estado sino que a la vez
fomentan un vasto movimiento de 'privatización de las conductas sociales'... En la
'sociedad de consumo', válida incluso para los sectores marginados, los individuos
aprecian y calculan de modo diferente el tiempo, las energías afectivas y los
gastos financieros que invierten en actividades públicas. Toda invocación de
solidaridades será abstracta mientras no se considere esta 'cultura del yo',
recelosa de involucrarse en compromisos colectivos" (Lechner,1996)
El movimiento entró en un ciclo diferente, una especie de "transición" hacia nuevas
formas de existencia. Cómo evitar la nostalgia de lo que fuimos y acercarnos a lo
que queremos y podemos ser en estos nuevos escenarios es posiblemente la pregunta
más tenaz que me ronda en estos tiempos.
Las continuidades y discontinuidades: formas de los feminismos
Estos conflictos revelan mucho más que dos posiciones en el espectro feminista. Ni
buenas ni malas, ni mejores ni peores, ni autónomas ni institucionalizadas.
Expresan más bien diferentes apuestas y diferentes búsquedas en este incierto
proceso hacia formas de expresión que correspondan a las nuevas formas de
existencia y a los nuevos retos que el feminismo enfrenta. Este artículo también
expresa mi búsqueda personal, profundamente ambivalente y resistiendo encajarse en
una de las lógicas de esta tensión. Como señala también Ungo, entre ambos polos
existen prácticas diversas que asumen una posición donde la política del feminismo
no puede ser reducida de modo tan simple (Ungo, 1998 ).
La tensión entre autonomía e institucionalidad no es nueva en los feminismos de la
región. Ha sido intrínseca al proceso de su desarrollo, aunque vivida, durante
largo tiempo, de otra forma, más audaz y creativamente.
En efecto, expresiones significativas de los feminismos latinoamericanos,
tempranamente, se expresaron y visibilizaron asumiendo "dos formas de existencia":
como centros de trabajo feminista, y como parte del amplio, informal, movilizado,
voluntario, callejero movimiento feminista, haciendo confluir, desde una "identidad
feminista" dos dinámicas diferenciadas: la de profesionales activistas en los temas
de las mujeres y las de militantes de un movimiento en formación. Esto, que fue
una audacia enriquecedora, fue lentamente privilegiando una de las lógicas y formas
de existencia, la de institución feminista, perdiendo en ese tránsito el sabor a
las movilizaciones callejeras, innovadoras, irreverentes y no sabiendo bien cómo
evidenciar y negociar sus propuestas 'en clave feminista' en los nuevos espacios
donde comenzó a transcurrir su accionar (Vargas, Olea, 1998). Es decir, el
equilibrio entre ambas lógicas y dinámicas , que pudo ser mantenido y recreado en
los 80, fue debilitado en favor de una creciente institucionalidad en la década de
los 90. Esta creciente institucionalización ha llevado a algunas autoras,
acertadamente, a analizarlo críticamente como el proceso de "onegización" del
feminismo latinoamericano (Alvarez, 1998).
Sin embargo, los cambios en las formas de existencia se van expresando, lenta y
progresivamente, en los nuevos énfasis y estrategias pero no siempre se expresan
automáticamente en la conciencia de sí que tienen los movimientos, quizás porque en
este caso las tendencias -internas y externas- hacia la institucionalización no se
habían revelado en toda su complejidad ni habían desplegado todas sus limitaciones
a los ojos de las involucradas. Porque además sus propuestas y estrategias desde
las instituciones buscaban ser perfiladas "feministamente" y porque muchas de ellas
se asumían, emocional, afectiva y políticamente como parte del "movimiento". Esta
"doble forma de existencia" ahora debilitada en uno de sus polos, siguió sin
embargo pesando en la percepción sobre sí mismas y en muchas de sus estrategias,
las que sin embargo no siempre pudieron inclinar la balanza hacia lo que María
Luisa Tarres llama "el equilibrio entre la ética y la negociación" (Tarres, 1993).
Los feminismos en Beijing tuvieron la voluntad política de articular dos lógicas y
dos dinámicas: una lógica de negociación hacia lo público político, desde el
movimiento, en "clave" sociedad civil, expresando la politización del malestar de
las mujeres que sentíamos debían ser reflejadas en el documento final, luchando por
lograr que la comunidad internacional y sus expresiones nacionales, a nivel de lo
público estatal, comiencen a asumir sus compromisos para con las mujeres,
escuchando sus propuestas e incorporándolas en sus recomendaciones. Y una lógica
de afirmación como movimiento, impulsando articulaciones significativas en un
movimiento que en los 90 aparecía más bien fragmentado o con iniciativas
esporádicas y coyunturales. "Sí, Beijing fue un 'texto' y un 'pretexto' y ello
expresó la combinación de múltiples estrategias que complejizaron la riqueza de su
aporte" (Vargas, Olea 1998). Se trataba entonces de modificar el texto y usarlo
como pretexto para recrear el "movimiento"...
Estas dos estrategias que trataron de ser mantenidas acompañando toda la dinámica
transnacional, que conllevaban una forma de intervención político cultural y una
lucha de poder interpretativo (Alvarez, 1997) desplegaron todas sus ambivalencias y
tensiones en las estrategias de los países. En Beijing, si bien las diferencias de
énfasis estaban presentes, se asumían como variaciones sobre un mismo texto. Sin
embargo, ya en los países, comenzó a haber una separación más nítida entre ambas
dinámicas, cobrando mayor visibilidad y mayor prioridad la dinámica institucional y
las estrategias alrededor de los estados. Parte de la lógica feminista de alguna
forma quedó "enganchada" en las formas de relación, negociación, alianzas que se
dieron en Beijing ...
El equilibrio entre el "texto" y el "pretexto" no resistió este embate. El énfasis
en el texto fue el que primó, quedando en segundo plano las estrategias hacia
transformaciones culturales, simbólicas y políticas, hacia impactar las lógicas
excluyentes de las sociedades civiles, hacia ampliar sus interlocutores y
aliadas/os más allá de la política orientada hacia lo público. Estas incursiones
en lo público político han tendido a privilegiar las estrategias alrededor de la
ampliación de algunas dimensiones de la ciudadanía femeninas, descuidando los
contenidos de "disputa", descuidando las estrategias de transformación político
culturales y los espacios contestatarios de la sociedades civiles, estrategias que
amplíen el piso democrático y autónomo para estas mismas mujeres, y que avancen en
el desarrollo de las otras dimensiones de las autonomías y las ciudadanías de las
mujeres. Se ha debilitado "... el sustento de un movimiento más amplio que le dé
fuerza como minoría consistente y que le permita actuar como masa critica y
contrarrestar las premisas para su adaptación a las lógicas institucionales"...
(Guzmán, 1996).
Referencias bibliográficas
- Alvarez, Sonia, 1998. "Latin American Feminisms 'Go Global': Trends of the 1990 s
and Challenges for the New Millenium". En: Culture of Politics, Politics of
Culture. Revisioning Latin American Social Movements. Sonia Alvarez, Evelina
Dagnino, Arturo Escobar Editores. West View Press. USA, London.
- Fraser, Nancy, 1991 "La lucha por las necesidades. Esbozo de una Teoría Critica
Socialista-Feminista de la Cultura Política del Capitalismo Tardío". Serie
Propuestas. Documentos para el Debate. Centro Flora Tristán, Red Entre Mujeres,
Lima.
- Guzmán, Virginia 1996. "La Equidad de Género como Tema de Debate y de Políticas
Publicas". En Encrucijadas del Saber: los estudios de Género en las Ciencias
Sociales. Pontificia Universidad Católica Editores. Lima.
- Lechner, Norbert 1996 . "Los Límites de la Sociedad Civil". En Revista Foro N.
26. Ed Foro Nacional por Colombia, Bogotá.
- Nun, José, 1989, La rebelión del coro. Ed. Nueva Visión. Bs. As.
- Tarres, María Luisa , 1993. "Hacia un Equilibrio de la ética y la negociación".
En Debate Feminista , marzo 93 . México.
- Ungo, Urania 1998. "Dilemas del Pensamiento Feminista: del nudo a la paradoja".
En: Encuentros, (des) Encuentros y Búsquedas: El Movimiento Feminista en América
Latina. Cecilia Olea (ed). Ediciones Flora Tristán, Lima.
- Vargas Virginia y Olea Cecilia, 1998 "Los Nudos de la Región". En: Encuentros,
(des) Encuentros y Búsquedas: El Movimiento Feminista en América Latina. Cecilia
Olea ed. Ediciones Flora Tristán, Lima.
* Gina Vargas, Sociologa e investigadora peruana. Fue coordinadora de las ONGs de
América Latina para el Foro de Beijing, l995. Este artículo es una síntesis de su
amplio ensayo de finales de l998 "Los feminismos latinoamericanos construyendo los
espacios transnacionales: la experiencia de Beijing (reflexiones en proceso)".
* Este documento es parte de
Feminismos Plurales
Serie Aportes para el Debate No. 7.
https://www.alainet.org/es/articulo/104544
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