Ciudadanas ante el neoliberalismo
13/07/1999
- Opinión
Para quienes asumimos el feminismo como movimiento social, desde una
perspectiva socialista, abordar el impacto del neoliberalismo sobre las
mujeres implica adentrarse tanto en los rasgos socioeconómicos como en los
político-culturales, ya que como modelo de dominación tiene en ellos
expresiones concretas y particulares que impactan en las mujeres.
En el ámbito socioeconómico destacan indicadores como: la feminización de la
pobreza y de la marginalidad; disminución del ingreso familiar; incremento de
la participación femenina en actividades económicas; aumento de la tasa de
desempleo femenino llegando a elevarse al 58%; aumento de la jefatura de hogar
femenina, hasta ocupar alrededor del 35%; preeminencia del sector informal
como fuente principal de ingreso; acceso diferenciado a puestos de trabajo y
en consecuencia discriminación salarial; alto índice de migración femenina,
entre otros.
En el ámbito político-cultural, interesa analizar el entramado ideológico que
soporta el predominio masculino en la sociedad, el cual se arrastra en todos
los regímenes económico-sociales y toma características particulares en la
sociedad de mercado. Se trata de desenmarañar el conjunto de factores que dan
por resultado nuevas formas de exclusión de las mujeres, y los mecanismos a
los que se recurre para propiciar la presencia de mujeres en diferentes
instancias y posiciones, con el propósito exclusivo de reforzar la apropiación
de ese simbolismo. En ese orden se destacan:
La clientelización de la ciudadanía, que ha significado reducción de derechos
económicos y sociales en soporte a las políticas privatizadoras, reducción del
rol del Estado y evasión en el cumplimiento de compromisos de políticas
sociales. Esta tendencia hace crisis cuando se confronta con los postulados
de su propia democracia electoral, pues conduce al enfrentamiento con derechos
civiles y políticos en que tratan de sustentarse.
El caso de los derechos de las mujeres es elocuente. Sólo hace cincuenta años
que se ha reconocido el derecho al voto y en breve ha servido fundamentalmente
para ampliar las bases de regímenes antidemocráticos, que tienden el cerco a
una ciudadanía no plena. Es como en el ágora griego: sólo la propiedad da
derechos.
La contradicción entre las esferas pública y privada, donde lo público es lo
político y por tanto masculino y femenino lo privado.
El control sobre los cuerpos y las vidas de las mujeres, vía imágenes de
modelos negadores de las identidades étnicas y raciales; exacerbación de la
violencia contra las mujeres; manipulación, explotación sexual y
constreñimiento de los derechos sexuales y reproductivos; las evasiones al uso
de un lenguaje no sexista, revelador de las presencias o ausencias de las
mujeres en discursos y realidades.
La dicotomía de roles entre productores/as y consumidores/as, reforzando la
competencia como base de la dinámica en la sociedad, a conveniencia del
mercado.
La revalorización del rol de la sociedad civil y de su función en el Estado,
con preeminencia del empresariado y la jerarquía de la iglesia católica, con
apertura puntual a otros tipos de organizaciones en espacios concretos,
particularmente a nivel municipal.
La óptica feminista
Parecería que ahora ya nadie cree que sea natural que la diferencia entre los
sexos marque la desigualdad entre los seres humanos. Sin embargo, se busca
perpetuar el individualismo, y en nombre de la competitividad se encubren
asimetrías, que no son sólo de mercados, sino de colectivos humanos.
En ello, la mitad conformada por las mujeres tiene un distante punto de
partida y un muy desigual ejercicio de derechos, que nos ubica fuera de las
reglas de su juego. Así, la superación de las desigualdades entre hombres y
mujeres pasa por el reconocimiento de las diferencias y de que el carácter
histórico de la desigualdad la proyecta y redimensiona.
La formulación de una alternativa, implica la elaboración de una propuesta que
supere no sólo la barbarie del capitalismo que conocemos en este y otros lados
del mundo, sino que además supere lo que conocimos como socialismo real, y los
aún en construcción, que no han podido proyectar toda la dimensión de equidad,
que demanda el proyecto de nueva sociedad que ha inspirado nuestras
militancias.
Vale, sin embargo, señalar la importancia de establecer las diferencias entre
los análisis y posiciones de orientación, que corresponden a las fuerzas
políticas de la transformación revolucionaria y los que se propician desde los
movimiento sociales, en los que el sentido de la estrategia, las conquistas
de corto plazo o de significación relativa, son las que dan a los espacios
organizacionales credibilidad, capacidad de convocatoria y de movilización que
permiten metas o logros parciales, necesarios en la construcción de las
potencialidades y de los poderes desde abajo, sin condicionarse por el
posibilismo tradicional, o por el propósito de incidir en políticas ajenas y
adversas.
Fuerza de trabajo y mercado laboral
Dentro de la lógica de la acumulación capitalista, el recurso humano mujeres,
su capacidad productiva y reproductiva, es un bien a explotar, de ahí que se
considere el máximo aprovechamiento tanto de sus capacidades como de sus
limitaciones, para favorecerse de ambas, dando validez a la afirmación de que
buena parte de la economía nacional de esta época recae sobre las mujeres, por
el peso de su participación en los llamados sectores más dinámicos de nuestra
economía, como son el turismo y la zona franca, este último involucra
aproximadamente al 5% de la población económicamente activa.
Son estos sectores justamente los que en nombre de la competitividad han
contribuido a la disminución del poder adquisitivo del salario real. Para
ilustrar, sólo un par de ejemplos:
La fuerza laboral en zona franca, ocupada en alta proporción por mujeres en
tanto mano obra no calificada y desvalorizada por su condición femenina, en
la que por demás se evidencia la segregación ocupacional (mujeres obreras y
hombres gerentes o supervisores).
Las microempresas de mujeres, receptoras de pequeños créditos, involucran al
núcleo familiar como personal no remunerado, retienen a las mujeres en el
entorno del hogar para satisfacer necesidades colectivas, mantienen a las
mujeres en sus roles tradicionales, se insertan en la más absoluta precariedad
en la dinámica del mercado financiero, se crean expectativas económicas que
en su gran mayoría fracasan en breve, o subsisten con gran inestabilidad y,
en general, tienen por resultado un redimensionamiento de la pobreza.
En la delimitación de las áreas de intervención económica que han impuesto las
reglas del mercado, la República Dominicana deviene en área de servicios,
básicamente en los renglones en los que juega un papel determinante el volumen
de mano de obra femenina y la diversidad de tipos de actividades vinculadas
a ellos de manera o directa o indirecta. El componente turismo se halla
potenciado por nuestras características geográficas, étnicas y culturales, en
las que interviene la venta del cuerpo de las mujeres, pero los ingresos
millonarios de este sector se concentran en muy pocas manos.
La dispersión de las capacidades de producción y de exportación que
caracterizan el sistema de manufactura global predominante, ha parido el
"sistema de producción flexible" referido a las formas de producción -piezas
o partes de productos-, como en las formas de organización de la producción
-trabajo por módulos-, y también remite a las formas de contratación -tipos
de salarios, condiciones y movilidad de la mano de obra-.
El proceso de flexibilización afecta de manera distinta a hombres y a mujeres
debido a los mecanismos discriminatorios y la situación laboral que
históricamente han tenido las mujeres, que no ha sido superada con el avance
de la tecnificación industrial.
Expresiones de esta situación se evidencian en la forma como se profundizan
niveles de pobreza en las mujeres, en la precariedad eventual del trabajo a
que acceden, y los procesos de formación de recursos humanos para adaptarse
a las innovaciones tecnológicas y de organización, que excluyen a las personas
menos calificadas o sin calificaciones transferibles, en los que están
mayormente las mujeres.
Por otra parte, se observa que la flexibilización de la producción asume
formas diferentes en las ramas de actividad masculinas y femeninas, pues en
los trabajos que se asignan a hombres las reglas de contratación se acogen más
a las legislaciones formales, mientras que para las mujeres se recurre a la
flexibilidad numérica, en el que se encuentran en mayor porcentaje
subcontrataciones, tiempos parciales, empleos temporales, trabajos
independientes, etc.
Todo esto ha debilitado, las ya pobres numéricamente y con poca capacidad de
acción, bases de organizaciones del tradicional sistema sindical, que por
demás en el país pocas veces, por no decir nunca, han asumido las
especificidades de las mujeres trabajadoras.
Participación social y política de las mujeres
La participación económica de las mujeres ha venido respondiendo a
requerimientos de sobrevivencia, a lógicas individuales y de hogares, pero esa
participación no ha modificado sustancialmente la problemática de las
relaciones de poder entre hombres y mujeres. Más aún, en la percepción de
derechos por parte de las mujeres se evidencia persistencia de la
subordinación genérica.
Una característica actual en la relación poderes políticos y grupos sociales,
está en los postulados de la participación como parte de la propuesta de
construcción de la democracia. Sin embargo, esta aparece determinada casi
exclusivamente por la "apertura" para que diversos sectores sociales sean
convocados, en nombre de la "sociedad civil", como instancias de consulta en
toma de decisiones políticas. En los hechos, se trata de validar políticas,
la mayoría de ellas eminentemente antipopulares, demagógicas, clientelistas
y desmovilizadoras. Los diálogos nacionales en muchos de nuestros países son
muestras fehacientes de la búsqueda del falso "consenso".
Decisiones relacionadas con la incorporación de las mujeres a determinados
ámbitos, dentro de los límites de las conveniencias del modelo, se extienden
a las áreas en que pueden sacar el mayor provecho, en cuyos casos acogen y
hasta propician programas que favorezcan demandas de las mujeres. Tales son
los casos de ciertos servicios en los que el recurso humano mujeres resulta
muy útil, como cuando por resultado de políticas privatizadoras se retiran
servicios estatales, por ejemplo en el área de la salud.
Sin embargo, es oportuno señalar la importancia que desde el movimiento de
mujeres, se desaten formas de incidencia en los procesos de reforma,
contrarrestando perspectivas o proponiendo programas o acciones, con
beligerancia, sin dobleces, sin reduccionismos políticos ni cooptaciones.
Esto básicamente por dos razones: porque los procesos de cambio simbólico
cultural de la participación de las mujeres precisa de sensibilización
profunda en todas las instancias de la sociedad y porque la propia
conformación de fuerzas en las mujeres es un proceso que implica reducir
obstáculos expresados en actitudes y comportamientos que resultan de la
socialización de género.
En ese mismo orden, las cuotas de mujeres en las listas electorales son
válidas en tanto medidas especiales encaminadas a acelerar la igualdad de
facto. Pero, se constituyen en juegos mediante los cuales con políticas
generales y sectoriales, que favorecen las élites tradicionales, se aprueban
reformas que luego escatiman a las mujeres en tanto pueblo.
Nuestra alternativa feminista y socialista
Si hasta ahora el capitalismo ha sido capaz de sortear sus crisis económicas,
no ha sido capaz de plantearse la quiebra de las relaciones sociales de
opresión que dan base al patriarcado. No se lo ha planteado porque abrir en
profundidad esa brecha puede conducir a niveles de estremecimiento social de
consecuencias impredecibles, y a eso no está dispuesto, aunque sí entienda,
y hasta propicie legislaciones y algunas políticas que reduzcan parcialmente
las distancias sociales entre hombres y mujeres.
De ahí que una propuesta alternativa efectivamente revolucionaria, tiene que
concebir la ampliación del concepto de ciudadanía para las mujeres,
trascendiendo la visión de igualdad de derechos y alterando los roles
masculinos. No se trata de que las mujeres "corran para alcanzar a los
hombres" y se "ganen" posiciones o funciones en el partido o en el Estado, se
trata de propiciar cambios en el carácter marcadamente patriarcal de los
espacios políticos.
Para ello es necesario considerar, entre otros, que el género y el poder
económico son efectivamente los factores determinantes en el condicionamiento
del acceso al sistema político, y que en lo relacionado con el enfoque de
género, este problema no toca sólo a los partidos tradicionales, sino también
a los partidos revolucionarios, pues también reproducen por acción, omisión
o reflejo, prácticas segregacionistas y no inclusivas, por no considerar las
especificidades de la socialización de género.
Sin detenerme en los causales de los pobres resultados de las experiencias de
intentos al socialismo que hemos conocido, para librarse de las amarras del
patriarcado, sí es preciso remarcar que el movimiento emancipador de la
sociedad está obligado a ponerse como propósito de primer orden entender las
raíces de la cultura de dominación masculina, y disponerse a la superación de
esa relación desigual entre hombres y mujeres en todos los ámbitos. La
interdependencia entre el capitalismo y la supremacía masculina, reclama un
posicionamiento de las fuerzas revolucionarias frente al movimiento de mujeres
y frente al movimiento feminista.
El reconocimiento de las mujeres como sujetos sociales con identidad propia,
la redefinición de lo político para considerar como tal a lo privado,
ampliando la perspectiva de éste hacia las prácticas de la vida cotidiana
dando nuevos contenidos al concepto de ciudadanía, y proyectando una verdadera
nueva ética política, serían en términos generales las nuevas formas de ver
y hacer la política que las feministas reclamamos a nuestros partidos
revolucionarios, construyendo así una democracia de base efectivamente
popular.
https://www.alainet.org/es/articulo/104514?language=es
Del mismo autor
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