Modelo para una minoría
29/10/1997
- Opinión
Santiago.- A esta altura Chile realmente necesita ser analizado con mayor profundidad y eso no
ocurre en este país. Solamente se señalan las bondades que tiene este modelo y no -o muy
brevemente- los aspectos negativos. Yo creo que hay que señalar ambas cosas, por eso voy a
comenzar señalando las ventajas que ha tenido este modelo, desde el punto de vista de este país,
por lo menos las que se señalan constantemente. En seguida, cuáles son los principales aspectos
negativos y cuáles son los problemas que se plantean para el futuro. Porque no cabe la menor duda
que no podemos caer en el simplismo de suponer que esta tasa de crecimiento alta que ha tenido
Chile en los últimos diez años, del 5 al 7%, se va a repetir indefinidamente en el futuro, sin traer una
serie de complicaciones y una serie de consecuencias.
Las ventajas
Las bondades del modelo económico que se aplica en Chile, desde 1986 a hoy día, han sido y
continúan siendo señaladas, y se destacan constantemente.
Primero: Se ha logrado un crecimiento sostenido en la economía, con tasas del orden promedio de
6 a 7% anual y un crecimiento del producto por habitante del orden del 5%. Esto se ha prolongado
desde hace diez años y se supone que continuará en igual forma en el futuro. En este año 97, se
supone que la tasa de crecimiento va a ser de un 5.5%; de todas maneras, es una tasa alta,
comparada con otras de América Latina. Por lo tanto, este modelo ha sido exitoso desde el punto
de vista de hacer crecer el producto nacional en total, y también el producto del habitante; en
promedio, porque la distribución del producto es otro problema.
Segundo: el país ha logrado disminuir la tasa de inflación, de una manera regular y constante. Esta
tasa de inflación era de más del 20% en la década de los '80, llegó al 27,3% en 1990, y hoy día es
poco más del 6%.
Por otro lado ha habido, y eso ha sido beneficioso desde el punto de vista de la situación de la
gente, una disminución de la tasa de desempleo, que era más del 13% en el 86 y que al comienzo
de los años '80 era de veinte y tanto porciento, y fue del 6,2% en el 96; a pesar de que se mantiene
muy alta en la población joven de 15 a 24 años, en donde es del 15 al 16%.
En seguida, hay un gran dinamismo y aumento en las exportaciones, a pesar de que en el último
año no han crecido tanto como anteriormente. Cayeron en el 96 con respecto al 95, alcanzando a
15.400 mil millones de dólares. Además las inversiones chilenas en el exterior fueron de 23 mil
millones de dólares entre el 90 y 96, con un total de 726 proyectos dirigidos hacia países
latinoamericanos, sobre todo Argentina, Perú, Brasil y otros de menor escala como Bolivia,
Colombia, Cuba, Ecuador y México. O sea, el empresario chileno ha sido bastante dinámico, y no
digamos que los capitales son chilenos: los capitales son internacionales pero en todo caso han sido
manejados por capitales chilenos y se han desarrollado con bastante fuerza en el exterior.
Y al mismo tiempo, la tasa de inversión es elevada, una de las más alta en América Latina, y en eso
hay indudablemente algo positivo, porque el crecimiento económico está ligado a las tasas de
inversión.
Por otro lado, la deuda externa se ha estabilizado con una leve disminución. El saldo llegó a 21 mil
millones de dólares en septiembre del 96, con una disminución de la deuda pública y un cierto
aumento de la deuda privada. Hoy día el grueso de la deuda externa de este país es privada.
Finalmente, lo que mucho se saca a relucir, hay una disminución de la proporción de la población
en situación de pobreza, de un 44 a 45% del total en el 87, a un 40% en el 90 y a un 28,5% en el
94.
Beneficios para el 10%
Esto es el aspecto positivo. Pero frente a este aspecto positivo, se comienzan a reconocer algunas
de las tareas del actual modelo económico. La más debatida, los últimos años ha sido la mala
distribución del ingreso. Chile, aparece, aún para los organismos tan conservadores como el Banco
Mundial (BM), como uno de los países de peor distribución del ingreso en el mundo. Entre 65
países estudiados por el BM, Chile aparece entre los 7 de peor distribución del ingreso, junto con
Brasil, Guatemala, Africa del Sur, Kenia, Zimbabwe y Panamá.
El informe del BM destaca que el 20% de la población de mayores ingresos capta el 61% del
ingreso nacional. Por su parte, las cifras del informe CASEN muestran que el 20% de mayores
ingresos capta aún más del 62% del ingreso nacional y el 20% de menores ingresos, solo el 5%.
En los hechos, este modelo se ha desarrollado en beneficio de una pequeña minoría, que no excede
en la práctica el 10% de la población. Y esto a pesar de la fuerte tasa de crecimiento de la
economía. Una gran proporción de la población del país, además tiene conciencia de que el
problema de la pobreza, contrariamente a lo que dicen los índices, no ha mejorado mucho, está
estancada, lo que reveló una encuesta del Centro de Estudios Públicos en julio del 96.
Por lo tanto, el primer elemento negativo de este modelo es que, contrariamente a lo que siempre
se piensa, que un rápido crecimiento económico va a permitir un mejoramiento de todos los
sectores sociales, este rápido crecimiento de los últimos diez años, aún cuando ha disminuido en
alguna proporción la pobreza, ha mantenido y acentuado las desigualdades sociales de una manera
brutal. Un segundo elemento negativo que comienza a visualizarse son los desequilibrios
regionales.
La trampa de la globalización
La globalización es una trampa para la democracia. La tarea esencial de aquellos que defienden la
democracia en el umbral del siglo XXI es devolver sus funciones al Estado y restablecer la primacía
de la política sobre la economía. La globalización pretende hacer desaparecer el conflicto Norte-
Sur como desapareció el conflicto Este-Oeste. La mayor parte de los conflictos no se dan hoy día,
sin embargo, entre Estados sino al interior de cada Estado.
Nuestro planeta está bajo la presión -nos decía Butrus Butrus Ghali, el ex Secretario General de las
Naciones Unidas, y por algo los Estados Unidos hicieron lo posible por sacarlo- de dos fuerzas que
son brutalmente destructivas: la globalización y al mismo tiempo la fragmentación de la sociedad.
En el próximo siglo, de continuar las cosas como están, los dos décimos de la población mundial
activa serán suficientes para mantener la actividad económica general. No necesitarán más mano
de obra. Estos dos décimos participarán activamente en la vida, en los ingresos y en el consumo,
en cualquier país de que se trate. El resto, que se las baraje como pueda.
Un nuevo orden social dibuja la globalización en que la clase media está desapareciendo y los
pobres serán cada vez más pobres. La globalización no conduce a una era de expansión y de
prosperidad general para todos, sino de destrucción ecológica y de degeneración cultural para la
gran mayoría. No hay más que ver hoy día, y el que quiera leer que lea, lo que está pasando en
varios países de América Latina -en Argentina, en Brasil, en Perú, en México- para comprobar
como grandes tasas de crecimiento económico que se nos muestran como ideales, están
produciendo un desastre social que ya está haciendo reaccionar en todas partes de una manera
brutal a la población.
*Versión resumida de la intervención de Jacques Chonchol, ex-ministro del gobierno de Salvador
Allende, en el seminario "Perspectivas de la economía chilena" organizado por el Instituto de
Ciencias "Alejandro Lipschutz" en Santiago.
https://www.alainet.org/es/active/208?language=es
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