Se arma escenario electoral
14/04/1998
- Opinión
Brasilia.- El aparente apoyo de la población a la actual estabilidad económica y su opción por un
candidato que denote experiencia administrativa, dan, según especialistas de algunos Institutos de
opinión, amplias condiciones para que el actual presidente del Brasil, Fernando Henrique Cardoso,
alias FHC, sea reelecto al cargo, en primera vuelta, en el próximo mes de octubre. El derecho a
postular a una reelección resultó de una enmienda constitucional aprobada por el Congreso en
1997, que faculta la posibilidad de ejercer mandatos consecutivos al presidente y a los
gobernadores de los estados.
La anunciada victoria ocurrirá sin mayores obstáculos caso no se consolide, entre otros factores, la
candidatura y propuesta programática del frente de izquierda, integrado por el Partido de los
Trabajadores (PT), el Democrático Laborista (PDT), el Socialista Brasileño (PSB), el Comunista
del Brasil (PCdoB) y el Comunista Brasileño (PCB). El candidato de estos partidos es Luis
Ignácio Lula da Silva, del PT, que disputa por tercera vez la presidencia. Las anteriores fueron en
1989 (cuando llegó a la segunda vuelta, disputando con Collor de Mello) y 1994 (perdiendo en
primera vuelta ante FHC).
La reelección también será fácil (un paseo, se dice en el Brasil), si las demandas no atendidas de la
población como empleo, salud, educación y seguridad pública no alcanzan hasta el período
electoral niveles de desbordante insatisfacción, repudio y movilizaciones masivas en pro de
transformaciones radicales que superen las lacras sociales del actual modelo, que evidentemente no
se sustenta con pura "estabilidad económica".
Evitar sorpresas, "no producir cadáveres"
La presión social, que se expresa hoy en las múltiples tomas de tierra, protagonizadas por el
Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST), tiende a aumentar, según análisis
encomendados por el propio gobierno. A pesar del reciente asesinato de dos de sus dirigentes
nacionales, en el Estado de Pará, en la última semana de marzo el MST ocupó 27 latifundios o
tierras ociosas solamente en el Estado de Pernambuco, sin contar las ocurridas en otros Estados.
Además, la administración de FHC teme el aumento de las huelgas, ocupaciones de predios
públicos y manifestaciones, protagonizadas, como ya está sucediendo, por profesores de las
universidades públicas, por los sin vivienda, los jubilados y otras organizaciones del movimiento
popular, a las cuales se suman pueblos y comunidades indígenas, en acciones de autodemarcación o
reocupación de sus tierras.
La orden oficial ahora es "no producir cadáveres", que puedan ser usados "como mártires de las
causas sociales". Tanto es que el gobierno central está ofreciendo a los gobiernos estatales
informaciones permanentes sobre los movimientos sociales, para evitar sorpresas que puedan
perjudicar la sobrevalorada ventaja en la carrera presidencial. Para el gobierno, las luchas sociales
no buscan legitimar causas sino sacar provecho político-electoral para favorecer al candidato
opositor.
La preocupación no es casual. El Instituto Vox Populi y la Confederación Nacional del Transporte
realizaron, entre el 14 y 18 de marzo, una encuesta sobre el Índice de Satisfacción del Ciudadano,
revelando datos que preocupan. Para el 57% de los entrevistados el principal problema del país es
el desempleo y el gobierno. Según el 72%, éste no está buscando soluciones para aquel y otros
problemas como el de los elevados impuestos, las deficiencias en el área de la salud, la atención a
los jubilados, el control de la miseria y de la violencia. El 48% de la población juzga que la
impunidad está aumentando, mientras 61% considera que igual sucede con la corrupción.
Asimismo, el 48% no confía en la justicia y 39% confía poco. En fin, el 36% cree que la
satisfacción de los brasileños con el país está disminuyendo, contra 15% que piensa que está
aumentando. Para el 53% el país está estancado, en tanto que para el 19%, más bien está andando
para atrás.
Desatinos comprometedores
El descrédito del gobierno FHC deriva de sus desaciertos políticos, relacionados con el no
cumplimiento de sus promesas de campaña y con una serie de desatinos que comprometen su
discurso e imagen de hombre honesto y capaz de gobernar el país, como supuestamente es
considerado por la población en otras encuestas de opinión.
A estos hechos pueden sumarse los descalabros de la atención a la salud, que están generando un
creciente descontento en la población. En pleno fin de siglo, además de contar con enfermedades
crónicas como el sida y el cáncer, el Brasil vuelve a ser azotado por epidemias, algunas de ellas
propias del siglo pasado, como el sarampión, la tuberculosis, la lepra, la malaria, la dengue y la
fiebre amarilla. Eso, en un país que detenta tecnología suficiente para combatirlas.
En los últimos días, un factor que también desgastó al gobierno de FHC fue su demora en asistir al
gobierno del estado de Roraima y su resistencia en admitir apoyo internacional para el combate del
gigantesco incendio que devastó gran parte de las sabanas y de la selva tropical amazónica en aquel
estado, poniendo bajo riesgo de vida a pequeños agricultores y comunidades indígenas como los
Macuxi y Yanomami, el pueblo indígena más antiguo conocido.
Fue elemento de desgaste también el nombramiento que hizo el presidente Cardoso del médico y
general de brigada Ricardo Agnese Fayad para el cargo de subdirector de salud en el ministerio del
Ejército. Acusado por ex-presos políticos y por diversas entidades y personalidades defensoras de
los derechos humanos, de haber auxiliado en sesiones de tortura durante el régimen militar, el
general, a fuerza de mucha presión, tuvo que ser exonerado del cargo.
En el terreno político, el más reciente desatino lo constituye la reforma ministerial que deriva de la
necesidad de algunos ministros de estar desvinculados del cargo para poder postularse a diputados,
senadores o gobernadores en las próximas elecciones. Dicha reforma, calificada en algunos medios
de comunicación como una operación política torpe, mostró cuánto el sociólogo FHC está preso
de los intereses de las élites y sectores más conservadores del país.
Para garantizar su base de apoyo, en el Congreso y en la disputa electoral para presidente y para las
gobernaciones estatales, el gobernante brasileño no vaciló en reproducir las más arcaicas formas de
repartir las cuotas de poder entre sus aliados, que cual aves de rapiña se disputaban los puestos del
primer cacillero, entre amenazas de abandonar el gobierno y de no apoyar las reformas en curso.
Dicho sea de paso que estos pertenecen básicamente a partidos, que aunque hayan cambiado de
sigla o se maquillen de modernos, llevan todavía la marca de haber sustentado la dictadura militar y
los controvertidos gobiernos de José Sarney y Collor de Mello. El negocio con fraude y el tráfico
de influencia son muy comunes a tales partidos, entre los que se encuentran el Partido del Frente
Liberal (PFL), el Progresista Brasileño (PPB), el Laborista Brasileño (PTB), el del Movimiento
Democrático Brasileño (PMDB) y el propio partido de gobierno, el de la Socialdemocracia
Brasileña (PSDB).
Reparto hasta lo ridículo
Según su poder de fuego, cada partido ocupó los ministerios que quería. En este sentido, bajo la
presión del PFL (que temía que el nuevo ministro de la Salud, el senador José Serra del PSDB, se
tornara un superministro), FHC tuvo que crear un nuevo ministerio, el Ministerio Extraordinario de
Reformas Institucionales. Este ha sido fuertemente ridiculizado, no sólo por la oposición sino por
los propios interesados y algunos miembros del partido oficial. El líder del PFL en la Cámara de los
diputados llegó a declarar por ejemplo que "ese ministerio que crearon para nosotros es ridículo.
El Frente Liberal no debería aceptar..."
Las funciones del nuevo ministerio no están para nada claras, aunque oficialmente debe dedicarse,
entre otras cosas, al fortalecimiento de la Federación y a la agilización de las reformas tributaria y
electoral. Sin embargo es poco probable que estas responsabilidades se concreten, ya que en año
electoral el Congreso de la República prácticamente paraliza sus funciones.
En las mismas circunstancias de trueque, FHC nombró para el Ministerio de Justicia al Senador
Renan Calheiros, del PMDB del Estado de Alagoas, que deja así camino abierto al candidato oficial
para la gobernación de aquella jurisdicción. Calheiros fue promotor de la candidatura de Collor de
Mello, actuó como líder parlamentario de ese gobierno y como tal defendió el Plan Collor, que
tuvo como una de sus medidas más condenables la arbitraria confiscación del ahorro de la
población. Con todos esos servicios prestados, resulta irrelevante que después haya roto con
Collor, cuando éste apoyó otra candidatura y no la suya para el gobierno de su Estado natal.
Destacados juristas como Dalmo de Abreu Dallari y Fábio Konder Comparato y medios
periodísticos condenaron duramente la extraña y lamentable designación, resultado de
"conveniencia política" y no de "espíritu público".
La disputa interna de los gobiernistas no para ahí. Las artimañas en el reparto de cargos no dejó
satisfecho a todos y por lo tanto pueden ahora no confiar mucho en el presidente. Falta ver cómo
van a manejarse al disputar el control de la campaña para la reelección y de los recursos que la
sustentarán.
Con razón el articulista Clovis Rossi ha dicho que "la gran mayoría de la base gobiernista está
amarrada al gobierno por un sólo motivo: poder o expectativa de poder. Uno y otro, hoy, son
encarnados por FHC". (Folha de São Paulo, 5/4/98, página 2).
Golpe bajo a Itamar
A mediados del mes de marzo tuvo lugar una Convención Nacional extraordinaria del PMDB
para decidir si iba o no con candidato propio para las elecciones de octubre. El expresidente
Itamar Franco, que se había afiliado pocos días antes a esta organización, fue propuesto como
precandidato por un sector, pero el exmandatario prácticamente ni siquiera pudo dar su
discurso, debido al hostigamiento, los insultos y la rechifla a que fue sometido durante el
encuentro, por parte de grupos y manifestantes aparentemente contratados con premeditación
por el sector gobiernista del partido.
Finalmente la convención determinó no tener candidato presidencial propio y el sector
oficialista fue a celebrar su victoria junto a FHC. La escena indignó a Itamar, quien llegó a la
conclusión de que todo aquel montaje había sido realizado con el consentimiento del actual
gobernante. "FHC me mandó a avisar que no tenía nada que ver con aquel acontecimiento.
Pero al día siguiente lo vi en la foto, con aquella sonrisa suya, junto a los bandidos que me
agredieron en la convención. Fue muy fuerte.", declaró.
Tras este incidente, Itamar rompió con FHC, a quien ahora lo llama traidor, y anunció que se
propone viajar por el país para "desenmascarar" el gobierno de su exministro de hacienda.
Entre las razones que el expresidente lista, están su decepción por los rumbos que tomó el Plan
Real, la falta de inversión en el sector productivo, los elevados intereses, el desempleo, el
programa de privatización, la campaña de la reelección y muchos otros factores de su período
de gobierno que amenaza divulgar. Itamar Franco dice que integrará un frente de oposición a
la candidatura de FHC. Este será pues otro de los obstáculos que enfrentará el candidato a la
reelección.
Los presidenciables
Si fuera descartada definitivamente la candidatura de Itamar Franco en la convención oficial del
PMDB en junio próximo, el cuadro electoral quedará limitado a los siguientes candidatos:
Fernando Henrique Cardoso, candidato a reelección por el PSDB y todos los partidos
tradicionales ya citados, incluido un sector del PMDB; Lula da Silva, por el frente de partidos
de izquierda presidido por el PT; Ciro Gomes, candidato del PPS (Partido Popular Socialista),
integrado por disidentes del antiguo Partido Comunista Brasileño (PCB) y Eneas Carneiro, del
inexpresivo PRONA (Partido de Renovación del Orden Nacional), integrado por médicos y
otros profesionales.
FHC, es conocido por su trayectoria antes de ser presidente. Sociólogo y profesor
universitario escribió libros y defendió la teoría de la dependencia de América Latina frente al
capitalismo internacional. Después de su exilio voluntario en Chile, se afilió al MDB y fue
candidato perdedor a la alcaldía de São Paulo y luego senador electo. Como parte del PSDB,
del cual es co-fundador, fue Ministro de Relaciones Exteriores y Ministro de Hacienda del
gobierno Itamar Franco. Electo presidente en 1994, se distanció incluso de sus producciones
teóricas. Respaldado en el control de la inflación y aliado a partidos conservadores, lidera las
intenciones de voto para las elecciones de octubre.
Luis Ignacio Lula da Silva, obrero metalúrgico y líder sindical, disputa por tercera vez la
presidencia. En 1989, en una elección cerrada perdió en el segundo turno ante Fernando
Collor de Mello, cuyo gobierno se derrumbó dos años después por presión popular, acusado
de corrupción. En 1994 Lula volvió a concurrir y perdió en primera vuelta frente a FHC. Hoy,
ocupa el segundo lugar en las intenciones de voto. En algunos estados, como Río de Janeiro
aparece en la punta con un respaldo del 55% de los encuestados, contra 45% para FHC, según
los últimos sondeos.
Lula, nació en el nordeste brasileño. Aún niño emigró para São Paulo, donde fue vendedor
ambulante y luego obrero metalúrgico. Como dirigente del sindicato de su categoría comandó
las huelgas laborales en los años 70. Fue preso durante el régimen militar y fundó el PT en
1980, por el cual fue electo diputado en 1986.
La diferencia con las anteriores tentativas es que Lula y su partido están logrando incorporar al
frente que lo apoya, además del Partido Socialista Brasileño (PSB), al Partido Democrático
Laborista (PDT), del histórico y exgobernador Leonel Brizola, que si en otras ocasiones
participó como candidato a presidente ahora admite ir como compañero de fórmula de Lula.
Pero aún queda por vencer algunas resistencias en las bases de los dos partidos, relacionadas al
apoyo que estas deben dar al candidato escogido por la coalición para disputar la gobernación
en algunos estados.
Por otra parte, falta también que sea superada la impresión que ha dejado el candidato petista,
en el sentido de que no quisiera ser más candidato. En entrevista a la revista Veja, por ejemplo,
Lula llegó a decir, entre otras cosas, que estaba cansado e incluso arrepentido de no haber
hecho muchas cosas que en otras condiciones habría hecho. Dijo que preferiría ser rico
anónimo y no pobre famoso. Cierto o no, el partido de Lula no cuestionó ni desmintió el
contenido de la publicación.
El otro candidato, Ciro Gomes, en su vida estudiantil apoyó a grupos del Partido Comunista
Brasileño. Como político se afilió al PDS (Partido Democrático Social), remanente de la
dictadura, luego pasó al PMDB y después al PSDB. Por esta sigla fue alcalde de la ciudad de
Fortaleza, estado de Ceará, y fue ministro de hacienda de Itamar Franco. Se desligó del
partido oficial, para lanzarse candidato por el PPS. Actualmente trabaja para atraer otras siglas,
a fin de ganar más espacio en la propaganda electoral en la radio y la televisión. En algunas
encuestas de opinión es superado por el candidato del minúsculo PRONA.
Para José Dirceu, presidente del PT, existe un margen de probabilidad de que Ferando
Henrique pierda las elecciones, dado el creciente rechazo a su gobierno. Admite que la
izquierda se auto-subestima, pero que al mismo tiempo es portadora de una fuerza grande,
enraizada en las luchas del pasado y en las demandas del presente. Es verdad que FHC cuenta
con el apoyo institucional y de una pesada coalición conservadora, pero no le será fácil explicar
la falta de una agenda social y de una política de empleos, entre otros aspectos, así como no le
será fácil borrar la imagen de gobierno de los ricos que tiene ante importantes sectores de la
sociedad.
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