¿Reformas profundas o reformismo incremental?
13/09/2014
- Opinión
La tradición colombiana, pero también de muchos otros gobiernos, es la de proponer grandes reformas y realmente realizar cambios incrementales, que no por ello dejan de ser importantes para la ingeniería institucional. Esto se debe en buena medida a que en democracias liberales como la nuestra, donde hay débiles partidos políticos y muchos intereses corporativos en juego, el proceso de aprobación de una reforma, por lo menos por las vías tradicionales, requiere muchas negociaciones y acuerdos, que van progresivamente limitando la capacidad reformadora de las mismas. Y no creo que en esta legislatura las cosas vayan a ser distintas.
Todo indica que así va a pasar con la reforma política o la reforma para el equilibrio de los poderes, que pareciera en el fondo va ser en lo fundamental la prohibición de la reelección, no solo presidencial sino de todos los cargos públicos, pero paradójicamente sin tocar una práctica institucional muy dañina como lo es la reelección indefinida de congresistas. Porque pareciera que no será viable de abordar las necesarias reformas a los organismos de control –Procuraduría, Contraloría, Auditoría-, no sólo en cuanto al origen de la elección sino límites a sus competencias –no pueden seguir siendo poderes que actúan sin control real, no formal-, en ese sentido debería eliminárseles la capacidad de destituir a cualquier funcionario público, no solo los de elección popular porque esto establecería una discriminación odiosa, sus facultades sancionatorias deben ser los llamados de atención, las multas y suspensiones, para la destitución debe haber un procedimiento judicial con todas las garantías de defensa, como existe en la otras jurisdicciones –penal, civil, laboral-. Igual sucede con la composición del Congreso, que algunos quisieran reformarla pero para garantizar los intereses políticos regionales –cambiar el origen del Senado, permitir que los congresistas sean funcionarios de la rama ejecutiva, el tema del umbral, buscando los partidos minoritarios siempre su disminución, etc.-, pero difícilmente se va a cambiar el origen y composición del Consejo Nacional Electoral, como lo requiere un sistema electoral moderno y garantista. Y en lo relativo a las Cortes, quitarles sus funciones nominadoras, prohibir el tránsito de una Corte a otra, establecer mecanismos ciertos de cierre de los procesos judiciales, tampoco parece fácil que se vaya a aprobar ahora.
Igual hay otro campo en el cual todos los gobiernos y sus respectivos Ministros de Hacienda anuncian la ‘reforma tributaria estructural’ y realmente el tema queda reducido a reformas incrementales. Claro que el Estado colombiano, si quiere ser serio y consecuente con la tarea de abocar el postconflicto o la construcción de paz, va a requerir gran cantidad de recursos económicos. Una parte vendrá de la cooperación internacional, pero el grueso deben ser recursos vía tributación y ahí aparecen de nuevo los grupos de presión. Por eso casi siempre se termina incrementando los impuestos más fáciles de afectar –aumento del IVA, aumento de tributación de las rentas laborales, pero de donde debería aumentarse realmente de manera sustancial –impuesto al patrimonio, a las ganancias, las regalías- no es mucho lo que se puede esperar, porque vamos a escuchar los argumentos que se está desincentivando la inversión extranjera, que los empresarios no van a poder invertir para generar más empleo, que se afecta la ‘confianza inversionista’, etc. y en síntesis el tema queda reducido a pequeñas reformas que mejoren los ingresos de Estado en algunos casos simplemente que compensen los menores recursos por baja de precios internacionales de materias primas.
De manera que sería una sorpresa positiva unas grandes reformas, pero preparémonos para reformas incrementales.
P.D. El Presidente Obama, flamante nobel de paz, no creo que vaya a poder terminar su mandato sin enfrascarse en una nueva guerra como sus antecesores; cambian los nombres –guerra contra el terrorismo global la denominó George W. Bush, guerra contra el Estado Islámico se denomina ahora en tiempos de Obama-, pero finalmente es la expresión del rol de potencia global que Estados Unidos tiene y que además trata de ejercer con cierta eficacia, aunque cada vez menor a pesar de los avances tecnológicos.
- Alejo Vargas Velásquez, profesor titular Universidad Nacional, Colombia, director Grupo de Investigación en Seguridad y Defensa.
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