Documento final del 9º Encuentro Internacional de la Marcha Mundial de las Mujeres

Feminismo en Marcha para Cambiar el Mundo

19/10/2013
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Artículo publicado en la Revista América Latina en Movimiento No. 489: Feminismo popular para cambiar el mundo 06/02/2014
El sábado 31 de agosto culminó el 9o Encuentro Internacional de la Marcha Mundial de las Mujeres, que se desarrolló desde el lunes 25 en São Paulo, Brasil. Compartimos el documento final surgido de este espacio que reunió a más de 1600 mujeres de los cinco continentes.
 
 
Feminismo en Marcha para Cambiar el Mundo
 
Nosotras, mujeres brasileñas presentes en el 9º Encuentro Internacional de la Marcha Mundial de las Mujeres (MMM), realizado en São Paulo, entre los días 25 y 31 de agosto de 2013, reafirmamos la resistencia, el enfrentamiento y la construcción de alternativas al modelo patriarcal, capitalista, racista, lesbofóbico y colonial.
 
La MMM construye desde lo cotidiano, y a partir de la realidad de las mujeres, una acción local conectada a la articulación mundial en que la solidaridad es un eje estructurante. Esta experiencia se consolidó como una fuerza mundial, actualizando el feminismo como un proyecto para garantizar la igualdad entre todas las mujeres, en los marcos de la construcción de una sociedad de mujeres y hombres libres e iguales, sin discriminación de raza/etnia y con el libre ejercicio de su sexualidad. Reconocemos que es fundamental ennegrecer el feminismo y profundizar la reflexión entre patriarcado, colonialismo y opresión étnico-racial, para rescatar nuestras ancestralidades y fortalecer la presencia de las mujeres indígenas entre nosotras.
 
El capitalismo pasa por un importante proceso de restructuración para mantener el orden actual de explotación y opresión, reforzado con la actual crisis mundial, evidenciando que vivimos en un modelo injusto e insustentable. Frente a todas las crisis, este sistema presenta falsas soluciones, que significan más mercado y más concentración de renta, impuestos por medio de un proceso violento de los Estados.
 
La expropiación de la naturaleza, los ataques a los derechos y la soberanía de los pueblos, el control sobre el cuerpo y la vida de las mujeres, el aumento de la militarización, la criminalización y la violencia son mecanismos que sustentan la acumulación por expoliación.
 
A una economía de mercado corresponde una sociedad de mercado, con destaque para la expansión de la mercantilización en todas las dimensiones de la vida humana. Eso se da especialmente con la explotación del cuerpo de las mujeres, desde la industria de la belleza, hasta el tráfico y la prostitución. Nuestro cuerpo es constantemente controlado y regulado, a partir de patrones morales de sexualidad –heteronormativa, fálica, lesbofóbica y enfocada en el placer masculino– y en la maternidad.
 
Reafirmamos que la prostitución es estructurante del sistema capitalista y patriarcal. Nuestra visión no es ni liberal, ni moralista, pero reconoce el derecho de las mujeres a vivir su sexualidad libremente. Repudiamos la cooptación del discurso feminista “mi cuerpo me pertenece” para el de “mi cuerpo es mi negocio”. Por eso, estamos contra el proyecto del Dip. Jean Wylis, que, en lugar de contribuir para la mejora de las condiciones de vida de las prostitutas, legaliza la sexualidad como un servicio mercantil, refuerza el proxenetismo y profundiza la explotación de las mujeres. Denunciamos la imposición de la maternidad como destino obligatorio de las mujeres y reafirmamos la autonomía de decisión sobre nuestros cuerpos y el derecho al aborto legal, seguro y público. Reafirmamos nuestra visión de que la sexualidad es construida socialmente, y defendemos el derecho al lesbianismo como fundamental para el libre ejercicio de la sexualidad sin coerción, sin estereotipos y sin relaciones de poder.
 
La violencia patriarcal está presente en lo cotidiano de la vida de todas las mujeres. Ella es, muchas veces, naturalizada y legitimada, y se fortalece también con las desigualdades de clase y raza, revelando el no reconocimiento de las mujeres como sujetos autónomos. Los datos deberían asustar, principalmente mediante el hecho de que aún hay mucho para ser denunciado, como los estupros colectivos y correctivos, el abuso sexual contra niñas y niños y la impunidad en relación a un gran número de asesinatos de mujeres.
 
Exigimos la condena de los violadores integrantes de la Banda New Hit, que bárbaramente violaran dos adolescentes en Bahia, y de los violadores asesinos de Queimadas, en Paraíba. Exigimos la aplicación plena de la Ley Maria da Penha. En todos los casos, denunciamos la culpabilización de las mujeres por la violencia sufrida.
 
En este contexto, se intensifica la mercantilización de los bienes comunes y el avance y control de los territorios para el agronegocio.  El avance sobre los territorios indígenas y quilombos provoca muerte y destrucción. El pueblo Guarani-Kaiowá en Mato Grosso do Sul ha sido víctima de homicidios en número mayor a países en guerra. En las áreas urbanas hay un aumento de la especulación inmobiliaria, incentivada por grandes obras encomendadas por los megaeventos. Las corporaciones mineras amplían las áreas de explotación, generando degradación de la naturaleza y retirando las formas de sustento de las mujeres. Eso está directamente relacionado con el refuerzo de la militarización y de la explotación del cuerpo y trabajo de las mujeres.
 
Exigimos que los recursos públicos, en particular del BNDES, no sean destinados a las grandes empresas para el financiamiento del agronegocio, de los megaeventos y del capitalismo verde. Denunciamos la imposición de los agrotóxicos y de las semillas transgénicas, que generan dependencia de las agricultoras y agricultores. Somos protagonistas de la resistencia y de la defensa de nuestros territorios, por ejemplo de las mujeres de Apodi, en lucha contra el agro e hidronegocio, y de la afirmación de la agroecología como medio de producción de alimentos saludables, fundamentales para la garantía de la soberanía alimentaria.
 
En este modelo, el tiempo y el trabajo de las mujeres son utilizados como un factor de ajuste. La economía de mercado se sustenta a partir de nuestro trabajo no remunerado y de la desigualdad que vivenciamos en el trabajo remunerado. Presenciamos un aumento del conservadurismo, con la valorización del papel de las mujeres en la familia para justificar su sobrecarga de trabajo.
 
Construir una economía feminista y solidaria significa alterar los patrones de (re) producción, distribución y consumo, además de reconocer y valorizar el trabajo doméstico y de cuidados como fundamental para la sustentabilidad de la vida humana.
 
El Estado capitalista y patriarcal, organizado a partir de una lógica androcéntrica que refuerza la división sexual del trabajo y las formas de control sobre el cuerpo y la sexualidad de las mujeres. El modelo de desarrollo hegemónico funciona al servicio de las grandes empresas, expropiando los derechos de los trabajadores y las trabajadoras, violentando a las mujeres y teniendo en la militarización uno de sus pilares de sustentación.
 
Luchamos para alterar esa lógica, lo que sólo será posible si hay voluntad política e incorporación de una perspectiva feminista, que hoy es traducida por la agenda de despatriarcalización del Estado. Es preciso garantizar políticas emancipatorias construidas con base en la soberanía y en la participación popular.
 
Somos solidarias con compañeras de varias partes del mundo que tienen sus medios de vida afectados por las empresas extractivistas, por la Vale y por la expansión del agronegocio como el proyecto Pró-Savana, en Mozambique. Cuestionamos la presencia militar de Brasil en miñones militares en Haití y en la República Democrática del Congo, así como la compra de armas y tecnología militar a Israel. La Organización Mundial del Comercio retoma negociaciones que refuerzan las asimetría entre los países y la mercantilización de la vida. El Brasil, al contrario debe promover otra integración, basada en la redistribución, en la solidaridad y en la reciprocidad, en la que las mujeres del mundo ya estamos construyendo a través de nuestros movimientos.
 
Nuestras formas de ocupación de los espacios públicos y políticos expresan la irreverencia y la osadía colectiva de las mujeres. A partir de nuestros métodos, ritmos y voces, construimos una cultura feminista contra-hegemónica, que incorpora a la juventud en un proceso integrador de varias generaciones como parte de un proyecto común de transformación de nuestras vidas.
 
Resistimos al monopolio de los medios de comunicación, la lógica de la propiedad intelectual y al control de los flujos de información que violan nuestra privacidad y privilegian corporaciones transnacionales, construyendo nuestras alternativas de producción de contenidos, lenguajes y medios de comunicación vinculados a las luchas emancipatorias y por soberanía popular.
 
Afirmamos que la auto-organización de las mujeres y nuestra estrategia de fortalecimiento como sujeto político que construye una fuerza mundial, en alianza con los movimientos sociales que comparten la lucha anti-capitalista, y por una sociedad basada en los valores de libertad, igualdad, justicia, paz y solidaridad.
 
Marcha Mundial de las Mujeres
 
São Paulo, 31 de agosto de 2013.
 
Fuente original: Marcha Mundial de las Mujeres (marchamulheres.wordpress.com)
 
Traducción: ALBA TV/fvp para la Convergencia de Comunicación de los Movimientos Sociales
 

 

https://www.alainet.org/es/articulo/79026?language=es
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