Reino Desunido

16/12/2019
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La victoria de los nacionalismos celtas puede obligar a que se vayan acelerando las tendencias para que Escocia e Irlanda del Norte se escindan de Inglaterra.

 

Todos los analistas sobre las elecciones británicas concuerdan que el gran ganador de éstas ha sido el primer ministro Boris Johnson. Sin embargo, hay otras dos fuerzas que también pueden reclamar un triunfo, aunque no a nivel de todo el Reino Unido sino en el de sus respectivos países: Irlanda del Norte y Escocia.

 

El primero fue separado del resto de su isla para garantizar que domine en éste una leve mayoría de los unionistas partidarios de la corona y del protestantismo, hostiles al catolicismo y a la cultura gaélica celta. El pasado 12 de diciembre por primera vez allí los unionistas sacaron menos bancas que los nacionalistas, quienes son partidarios de romper con el Reino Unido y reunificarse con la República de Irlanda.

 

En el segundo país por tercera vez consecutiva el SNP (Partido Nacional de Escocia) volvió a arrasar y a desplazar al liberalismo democrático como la tercera fuerza en la cámara de los comunes. En Escocia el SNP obtuvo el 45% de los votos (casi un punto y medio más que el que sacaron los conservadores a nivel de todo el Reino Unido) y consiguieron subir de 35 a 48 bancas, con lo cual siguen casi monopolizando los 59 asientos escoceses en el parlamento nacional de Westminster.

 

Tanto en Irlanda del Norte como en Escocia los candidatos que demandaban un Brexit duro e inmediato apenas bordearon el cuarto de los votos, mientras que los restantes tres cuartos respaldaron a candidatos a favor de seguir en la UE o de ir a un segundo referéndum.

 

Mientras en Inglaterra los conservadores, el partido del Brexit y otras fuerzas abiertamente anti-europeas casi suman el 50% de los votos, en Gales los partidarios de un nuevo referéndum europeo totalizaron un 58%.

 

Un gran problema que ahora va a tener el nuevo primer ministro es que él solo ganó en Inglaterra mientras que en los otros 3 países que integran el Reino Unido triunfaron sus contrincantes (nacionalistas en Escocia e Irlanda del Norte, y laboristas en Gales, tal como ha venido pasando desde hace un siglo).

 

¿De la primera a la segunda ruptura del Reino Unido?

 

Estos comicios se dieron a los 101 años de los que se dieron el 14 de diciembre de 1918, los cuales condujeron a la ruptura del grueso de la isla de Irlanda frente a toda la isla de Gran Bretaña.

 

Las elecciones de 1918 se dieron apenas concluyó la I Guerra Mundial y en ellos el Sinn Féin de Éammon de Valera quedó como la tercera fuerza sacando 476,458 votos, lo que representó el 4.6% del total del Reino Unido, aunque solo candidatearon en un décimo de sus distritos, que eran todos los de la isla de Irlanda.

 

Las 73 bancas donde ganó Sinn Féin coinciden casi exactamente con el territorio de lo que más tarde sería la nueva república de Irlanda, mientras que las bancas de esa isla que no fueron para tal partido casi coinciden con lo que luego sería Irlanda del Norte.

 

Sinn Féin decidió que sus parlamentarios electos no iban ir a Londres pues iban a boicotear el parlamento de Westminster. En vez de ello, se reunieron en Dublín para proclamar un nuevo parlamento por una república independiente de Irlanda.

 

La separación irlandesa fue un proceso tortuoso y violento. Dos años antes los británicos reprimieron duramente la insurrección pro-independencia de Dublín fusilando a varios de sus dirigentes rendidos (incluso uno en camilla) y apresando o deportando a centenares. Luego, Londres impulsó a que 6 de los 32 condados de Irlanda (aquellos que estaban en el noreste y que tenían muchos descendientes de inmigrantes británicos) sean separados del resto de la isla para crear lo que sería llamado “Irlanda del Norte”, el cual seguiría siendo parte del Reino Unido.

 

La minoría nacionalista, católica o republicana se quejaba de padecer en Irlanda del Norte una fuerte discriminación en favor de los protestantes y monárquicos. Ese resentimiento condujo a grandes protestas y luego a una guerra interna, la más seria que haya tenido una potencia occidental en la postguerra mundial.

 

Tras los acuerdos de paz de pascuas 1998 se acordó restablecer una asamblea en Irlanda del Norte y un gobierno autónomo donde deberían estar juntos los unionistas más radicales con el Sinn Féin, el cual había estado muy ligado a la insurgencia armada del Ejército Republicano Irlandés (IRA).

 

Ahora, tras unas elecciones que se dieron 101 años después de las que llevaron al triunfo arrasador del Sinn Féin en la isla irlandesa, por primera vez los unionistas se han reducido a 8 de las 18 bancas parlamentarias que tiene Irlanda del Norte. El Partido Social Demócrata Laboral (que está vinculado al partido republicano del resto de la isla irlandesa) obtuvo 2 bancas, mientras que Sinn Féin retuvo 7 bancas (las cuales nunca ocupa por mantener la misma línea abstencionista que les lleva a buscar ganar una mayoría de parlamentarios que no vayan a Westminster para declarar la separación unilateral). De otro lado, la Alianza (los socios nor-irlandeses del liberalismo que llaman a una unidad entre las comunidades unionista y nacionalista) consiguieron una banca.

 

John Finucane, el flamante primer lord alcalde de Belfast que haya tenido el Sinn Féin logró sacar de la cámara de los comunes a Nigel Dodds, el portavoz parlamentario del Partido Unionista Democrático (DUP).

 

Los nacionalistas, si bien rechazan a Boris Johnson, ahora van a querer sacar ventaja de que por primera vez en su historia han sacado más parlamentarios que los unionistas en Irlanda del Norte. Ellos van a querer valerse de su ascenso y también de la imposición del Brexit para buscar volver unir a su isla y conseguir el aval de la UE para ello. Los llamados a un referéndum para decidir la reunificación de Irlanda van a seguir creciendo.

 

Escocia

 

Si uno se fija bien hay cierto paralelismo entre el ascenso del Sinn Féin en la Irlanda de 1918 y el del SNP en la Escocia de un siglo después. En estos comicios el SNP logró 1, 242,380 votos en Escocia, lo que significan el 3.9% a nivel de todo el Reino Unido, pero el 45% en su respectivo país.

 

Sin embargo, hay algunas diferencias entre ambos proyectos. Los nacionalistas irlandeses son republicanos, muy anti-monárquicos y cuestionan el hecho que Gran Bretaña utilizó a su isla para producirles alimentos y mano de obra de barata. Todo eso llevó a que más de un millón de irlandeses mueran de hambre y a que sea el único pueblo europeo que hoy tiene menos población que hace un siglo y medio.

 

Escocia, por su parte, fue un socio igualitario en el Reino Unido, el cual se conformó en 1707 en base a la unión de los tronos de Londres y Edimburgo, y allí nunca los británicos aplastaron violentamente un movimiento separatista. El SNP no quiere una república escocesa sino un estado independiente que siga aceptando a la familia real a la cabeza de su Estado, tal y cual pasa ahora con Canadá, Australia, Jamaica, Nueva Zelandia, Belice y otra decena de naciones independientes.

 

Además, el SNP lleva encabezando el parlamento y el gobierno nacional de Escocia durante 3 mandatos consecutivos. Desde tal posición ha logrado altos grados de autonomía, incluyendo garantizar la gratuidad de la educación universitaria y las prescripciones médicas, así como mantener su propio sistema judicial y educativo diferenciado y la emisión de sus propias libras esterlinas.

 

Nicola Sturgeon, la lideresa del SNP y ministra principal de Escocia, ahora pide que se respete el mandato popular escocés. Ella afirma que en su país los tories han vuelto a ser derrotados y que no es justo que siempre terminen siendo gobernados por los conservadores a pesar que este partido desde hace décadas es rechazado en su país. Para ella se debe convocar a un nuevo referéndum sobre la independencia de Escocia.

 

Johnson dice que ya se dio uno hace un quinquenio, pero ella retruca que las condiciones han cambiado. En 2014 se les dijo a los escoceses que si se independizaban la UE no les iba a reconocer, mientras que ahora la única manera que tienen para permanecer en la UE es la independencia.

 

A diferencia del Sinn Féin, el SNP nunca ha tomado las armas ni ha llamado a una resistencia violenta. A diferencia de los catalanes los escoceses nunca sufrieron los efectos de una guerra civil ni una feroz represión franquista como tampoco han querido desafiar a la ley convocando a un referendo unilateral de independencia. Su estrategia, más bien, busca ir ganando puntos. Hoy dicen que no se les puede obligar a quedarse en el Reino Unido contra su voluntad. Todo ello va a ser utilizado por el SNP como un argumento para seguir avanzando en las urnas y querer conformar un cuarto mandato con una alta votación en favor de un nuevo referéndum sobre la independencia.

 

Gales

 

Gales se distingue en 3 cosas del resto de los 3 países celtas que conforman el Reino Unido.

 

Uno, es que es el que más tiempo ha estado gobernado por Inglaterra. Desde hace 8 siglos esta nación fue anexada por Londres al punto que en la bandera británica solo se toma en cuenta las cruces de Irlanda (san patricio), Escocia (San Andrés) e Inglaterra (San Jorge), pues Gales se supone que era parte de esta última. Gales, además, se mantiene bajo el mismo sistema judicial y legal con Inglaterra, mientras que Escocia tiene una jurisprudencia más similar a la europea y latinoamericana.

 

Dos, Gales es el único lugar en todas las islas británicas e irlandesas donde se mantiene muy fuerte aún su propia habla nativa. Mientras en Irlanda el gaélico ha tratado de ser fomentado y se obliga a servidores públicos a manejarlo, este idioma, al igual que otros celtas como el de Escocia, Cornwall y la isla de Man tienen pocos hablantes primarios. El galés es hablado a diario por un quinto de los 3 millones de galeses, particularmente en el oeste central y nórdico de dicho país donde el partido de Gales suele ganar y representar en el parlamento británico.

 

Tres, es que los pueblos del norte de Gales más se conectan con los pueblos vecinos que están en Inglaterra más que con los del sur de Gales, donde está su capital Cardiff. Para viajar en tren desde la sede del gobierno galés a otras ciudades y universidades del centro y norte de Gales hay que retornar a Inglaterra y de allí hacer conexiones.

 

A pesar que Gales está muy entrelazada con Inglaterra, en este país las tendencias centrífugas de Escocia e Irlanda del Norte le han ido contagiando. Por primera vez aparecen ciertas marchas demandando independencia, consigna que parece que va calando en su juventud, aunque ésta sigue siendo minoritaria en el resto de la sociedad.

 

Una posible separación de Escocia o Irlanda del Norte también afectaría a Gales animando allí un fuerte separatismo.

 

En Inglaterra, mientras tanto hay tradiciones regionalistas en Cornwall y sobre todo en Yorkshire, en la costa noreste cercana a Escocia donde estuvo antes la capital vikinga y danesa de la isla británica. Allí actúa el Partido de Yorkshire, el cual está afiliado a la misma asociación europea de nacionalistas locales en las que están el SNP y el Partido de Gales, el mismo que presentó candidatos en todos los distritos de esa región demandando una asamblea autónoma, aunque no independencia.

 

Caja de Pandora

 

 

 

Johnson, al sacar al Reino Unido de la UE, no solo va a alentar esos separatismos, sino que se va a quedar sin la protección de este bloque continental. La UE siempre garantizó a todos sus Estados socios que ninguno de ellos sería fragmentados, algo que tanto le agradece Madrid.

 

Ahora, sin embargo, es la UE la que pudiese ver con buenos ojos que Irlanda del Norte entre a la República de Irlanda (tal como antes apadrinó la anexión de la Alemania oriental por parte de la occidental) y que los escoceses se separen de los ingleses como antes la UE animó a un “divorcio amigable” entre checos y eslovacos.

 

Johnson ha abierto una caja de pandora. Mientras Gordon Brown, el único ex primer ministro que vive en Escocia, especula que el ganador de estas elecciones puede que sea el último ministro del Reino Unido, Boris retruca que, más bien, con él su monarquía va a entrar a una “edad de oro”.

 

Isaac Bigio

Analista Internacional

https://www.alainet.org/es/articulo/203861?language=en
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