De Tiwanaku al Templo Mayor
- Opinión

El miércoles 21 de enero del 2006, los pueblos indígenas de Bolivia organizaron una “Ceremonia de Investidura” para Evo Morales Ayma, en vísperas de su juramento oficial como Presidente de la República en el Congreso Boliviano en la Paz. La ceremonia ancestral se realizó en “Tiwanaku” a 70 kilómetros de la capital del país. Los “Amautas” hicieron una ceremonia de purificación del alma y del cuerpo y los sabios del Tawantinsuyu invocaron al “Pachakutik”.
El Presidente Evo Morales lució una túnica andina y diversos símbolos de su vestimenta representaban los cuatro puntos cardinales. Era la primera vez que Bolivia observaba a un mandatario nacional vestido a la usanza tradicional y quedaron sorprendidos de verlo caminar con huaraches.
Los sacerdotes indígenas (Amautas) acompañaron a su Presidente hasta el templo de la Pirámide de Akapana. La ceremonia duró una hora y estuvo acompañada de diversas danzas y música andina. El clímax de la ceremonia ancestral culminó con la entrega del “Bastón de Mando” en la escalinata de la “Puerta del Sol”.
En la “Puerta del Sol” y con el bastón empuñado con la mano izquierda, Evo Morales pronunció su primer discurso para los pueblos aymaras de su país. Posteriormente, brindó la palabra a 20 personalidades indígenas de América Latina. En la “Puerta del Sol” tuve el alto honor de proclamar mi mensaje junto al nuevo Presidente indígena. Aún guardo extraordinarios recuerdos de aquella fecha memorable.
Tiwanaku, Bolivia, 21 de enero del 2006
La noticia de la “Ceremonia de Investidura” y la entrega del “Bastón de Mando” al primer presidente de la República del siglo XXI dieron la vuelta al mundo. Hubo beneplácito a nivel internacional y en el país hubo pocas voces que discreparon sobre la celebración de la ceremonia ancestral.
En ese tiempo, en Bolivia iniciaba la reafirmación del derecho a la diferencia y a la diversidad cultural. Xavier Albó fue precursor de recoger la voz popular que predicaba: “como bolivianos somos iguales, pero somos diferentes en cuanto a nuestra identidad como nación quechua o aymara”. Desde territorio andino surgió la proclama de ser “iguales pero diferentes” y empezó a desarrollarse el derecho a la “Otredad” de los pueblos indígenas/originarios de Bolivia y América Latina.
Con Evo Morales en Tiwanaku, Bolivia, 21 de enero del 2006.
En diversas partes del mundo se realizan ceremonias espirituales y ancestrales. Desde el vestíbulo de visitantes al auditorio principal del Palacio de las Naciones Unidas se han celebrado diversas ceremonias espirituales de bienvenida y apertura de conferencias, sesiones y asambleas de trabajo. Se presentan danzas tradicionales, se fuma la pipa de la paz y se hacen círculos de armonía. Para promover la paz, a lo largo del tiempo, las Naciones Unidas ha reunido a los principales líderes espirituales del mundo. En ese concierto de voces y de visiones, también han participado diversos líderes espirituales de los pueblos indígenas de México y América Latina.
El presidente de FIDA, Kanayo Nwanzwe, en una danza tradicional en la ceremonia de apertura de la
Reunión Global del Foro de los Pueblos Indígenas. Roma, Italia, 2015.
Varios líderes de la armonía mundial han sembrado semillas de paz desde las Naciones Unidas. La espiritualidad indígena es uno de los seis credos más grandes del mundo; los otros son el cristianismo, el hinduismo, el budismo, el islamismo y el judaísmo. En la ONU, los momentos trascendentales en la agenda de los pueblos indígenas han sido precedidos por ceremonias tradicionales con cantos, danzas y mensajes de paz y de armonía mundial.
En varias asambleas de las Naciones Unidas he presenciado ceremonias tradicionales con profundo contenido espiritual. Tambores, pipas y oraciones de la paz, caracoles, penachos y música de nuestras milenarias civilizaciones que han estado presentes para la purificación mundial. Grandes personalidades han recibido diversos “bastones de mando”, “varas de justicia”, “báculos de voz”, etcétera. El mundo se ha asombrado de la existencia de estas costumbres ancestrales que han supervivido a través de los siglos. Las ceremonias tradicionales celebran la diversidad cultural, desde los símbolos espirituales de una pequeña aldea mexicana, hasta una ciudad cosmopolita de un pueblo “Ainu” en Japón.
La imagen del Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA/ONU) y el siguiente ritual de una mujer Mapuche (Chile) con el Papa Francisco Bergoglio, son ejemplos emblemáticos de la importancia de las ceremonias tradicionales en las altas esferas de decisión mundial.
Una mujer Mapuche (Chile) y el Papa Francisco Bergoglio.
Mutua bendición con la ceremonia espiritual de los dioses ancestrales. Foto del Vaticano. Enero 2018.
A nivel global, las ceremonias tradicionales y/o espirituales han servido en la esfera de la diplomacia internacional para promover la paz, mediar conflictos y en la transmisión de poderes a nivel mundial, nacional o local. En la esfera de la transmisión del poder político, Bolivia es el ejemplo más conocido; y México el caso más reciente que relato a continuación.
Andrés Manuel López Obrador, Presidente de la República de México, es un profundo conocedor de la cosmovisión de los pueblos indígenas. En sus largos e interminables recorridos en todo el territorio nacional, ha recibido diversos “bastones de mando” de muchos pueblos y comunidades indígenas. Ha sido respetoso de la pluralidad de la forma en que cada pueblo expresa sus rituales, ceremonias y celebraciones. México es pluricultural y plurilingüe, y en ese contexto hay que entender cada una de las expresiones de una ceremonia tradicional.
México y el mundo fueron testigos que, el 1° de diciembre del 2018, en el Templo Mayor de la Ciudad de México, el Presidente de la República recibió de manos indígenas el “Bastón de Mando” para orientar el ejercicio de su buen gobierno. Ello implicó una paciente preparación para culminar con su entrega al mandatario nacional. En nuestras comunidades aún persisten ceremonias ancestrales que han perdurado a través de los siglos y su preservación consiste porque muchas de nuestras costumbres palpitan en nuestra vida comunitaria, aunque desde los ojos y oídos de los “otros”, haya incomprensión e intolerancia. Injustamente desacreditan procesos culturales y descalifican cosmovisiones que no conocen suficientemente.
Trescientas mil almas congregadas en la Plaza de la Constitución y millones de televidentes del país y del mundo presenciaron la entrega del “Bastón de Mando y Obediencia” al Presidente de la República. Se hizo en el corazón político del país y en el alma espiritual de México. Sólo a unos cuantos metros de la Catedral del Zócalo de la Ciudad y a unos pasos de la morada de la “Coyolxauhqui”. Vibró la energía comunitaria por encontrarnos en el origen de todos los Méxicos: “Aquí está la sangre y aquí están los huesos de nuestros abuelos. México es nuestro por legítimo derecho…” (E. Poniatowka).
Y en la gran fiesta nacional del 1° de diciembre se escuchó fuerte la voz de los pueblos indígenas. Longino Hernández Campos (Ñuu Savi) del Consejo Municipal Comunitario de Ayutla de los Libres, Guerrero, fue el primero en hacer escuchar su voz.
“A nombre de todos los pueblos indígenas del país, hacemos entrega de este Bastón Sagrado que será la guía de usted para gobernar a nuestro país, siempre y cuando nosotros primero, los pueblos indígenas”.
La segunda voz fue de Carmen Santiago Alonso y su voz cimbró el “Templo Mayor”:
“A nombre de los pueblos indígenas y afromexicanos de México venimos con todo respeto, pero con una gran responsabilidad a depositar en sus manos el Bastón de Mando, que como lo ha dicho el hermano, sirva para mandar obedeciendo al pueblo, tenemos mucha esperanza de que México vivirá, a partir de hoy, una transformación. Venimos a decirle: aquí está el Bastón de Mando, aquí está el símbolo con el que usted conducirá a nuestro pueblo, queremos recordarle que queremos ser tomados y tomadas en cuenta en los planes que usted tenga en estos seis años”.
Con voz pausada y firme, C. Santiago, como recordando la presencia primigenia de nuestros antepasados, explicó la consagración del “Bastón Sagrado” y lo que representa para nuestros pueblos:
“…guarda la sabiduría de nuestros ancestros, de aquellos hombres y mujeres que poblaron Tenochtitlan”.
El clímax de la entrega del “Bastón de Mando”, 1°de diciembre del 2018
La voz y el pensamiento de Longino Hernández y Carmen Santiago fueron custodiados por más de una cincuentena de autoridades comunitarias, líderes y guías espirituales de los pueblos indígenas y afrodescendientes que se instalaron en el templete central. La primera fila de la parte inferior del templete fue ocupada por otra cincuentena de diversos representantes de los 68 pueblos indígenas y afrodescendientes del país. La idea fue formar un “Círculo Espiritual” en cuyo centro quedó ubicado el Presidente de la República.
Es preciso reiterar y precisar que fueron nuestras autoridades comunitarias, ejidales, comunales y municipales provenientes de todas las regiones indígenas del país, quienes fueron los actores centrales en la entrega el “Bastón de Mando y Obediencia”. Antes, durante y después de la ceremonia comunitaria de los pueblos indígenas y afrodescendientes, no tuvieron ninguna participación los personeros de la “Gubernatura Nacional Indígena”.
Finalizo la presente crónica con ideas adicionales en torno al símbolo del “Bastón de Mando”. Son referencias colectivas que fueron sistematizadas por Gustavo Torres.
Bastón de Mando en el Códice Nutall
“Por excelencia, el bastón de mando representa la voz colectiva espiritual y política de los pueblos indígenas y afromexicanos. Desde la época más remota, hasta la actualidad, se reconoce como un símbolo del poder político y espiritual. Representa el poder comunitario otorgado colectivamente donde las autoridades “gobiernan obedeciendo” con el mandato de la asamblea de los pueblos. Representa a la Madre Tierra y está presente en los momentos de alegría y dolor. Simboliza el acuerdo y el consenso. Es símbolo del árbol sagrado, centro y ombligo del universo. Representa los principios de la cosmovisión indígena y encarna el ejercicio y el derecho a la autonomía y libre determinación. Es justicia, poder, consenso y protege la colectividad de un pueblo o una nación”.
Una vez que el Presidente de la República recibió el “Bastón de Mando”, ante la nación mexicana expresó:
“Aquí en el Zócalo de la Ciudad de México, principal plaza pública del país, luego de recibir el bastón de mando de los pueblos originarios de nuestra gran nación, reafirmo mi compromiso de no mentir, no robar y no traicionar al pueblo”.
Con el “Bastón de Mando” y un morral huasteco bajo el cuello, enumeró y explicó los 100 compromisos primordiales de la Presidencia de la República. En el numeral uno, estableció el siguiente compromiso:
“En primer lugar, vamos a darle atención especial a los pueblos indígenas de México; es una ignominia que nuestros pueblos originarios vivan desde hace siglos bajo la opresión y el racismo, con la pobreza y marginación a cuestas. Todos los programas del gobierno tendrán como población preferente a los pueblos indígenas de las diversas culturas del país”.
En los 100 compromisos presidenciales hay otros numerales que directa o indirectamente se orientarán a los pueblos indígenas y afromexicanos. Es obvio que ello demandará comprometer suficientes recursos financieros, tanto lo que se destinará para el naciente Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas (INPI), como al Presupuesto Transversal Indígena.
El Estado mexicano, en los nuevos tiempos y para dar una atención especial a los pueblos indígenas, debe comprometer un presupuesto justo y digno. De esta manera, México estará en condiciones de disminuir la pobreza y la desigualdad brutales a las que han sido condenados los pueblos indígenas de México.
Desde el 1° de diciembre, México ha empezado a vivir mutaciones inéditas. Auguramos que estas transformaciones gesten un nuevo horizonte de esperanza para México y sus pueblos indígenas.
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