Aniversario de la Revolución Boliviana
- Opinión
Entre el 9 y 11 de abril de 1952 se inició la revolución boliviana, el único acontecimiento en la historia sudamericana contemporánea en la cual una insurrección popular logró desintegrar a sus respectivas Fuerzas Armadas.
Pese a ser el evento más importante en la historia boliviana del siglo XX, este levantamiento es poco conocido internacionalmente debido a que no llegó a ser parte del ajedrez de la guerra fría.
La revolución boliviana produjo cinco cambios sustantivos. Fue depuesta la ‘rosca’ (las 3 grandes familias dueñas de las minas y de la riqueza nacional) así como su ejército. Los sindicatos se armaron y ocuparon tierras, prefecturas y empresas transformándose en un poder paralelo. Se dio el voto y la ciudadanía a la mayoría indígena iletrada. Se nacionalizaron las grandes y medianas minas y se puso a trabajadores en sus consejos administrativos. Los latifundios fueron repartidos.
A diferencia de las revoluciones mexicana, cubana y centroamericanas, en Bolivia se produjo una insurrección urbana espontánea. La revolución no vino del campo y no existió guerrilla alguna. Esto por una parte hizo que no se diera un gran baño de sangre y también que los sindicatos tuvieran un mayor peso.
La revolución boliviana tuvo muchas paradojas. Pese a que la reforma agraria boliviana fue tan o más radical que la que estaba llevando a cabo Mao en China y que la nacionalización de las grandes empresas fue más contundente que las que entonces se daban en Irán y Guatemala; los EEUU, en plena época macartista donde habían promovido el derrocamiento armado de los gobiernos iraní y guatemalteco, decidieron hacer de ésta la única revolución que apuntalaron y financiaron.
Mientras que la mayor parte de las revoluciones ocurridas al fin de la Segunda Guerra Mundial fueron lideradas o influidas por partidos comunistas pro-soviéticos, en Bolivia las dos ideologías que más influencia tuvieron en ésta fueron el nazi-fascismo y el trotskismo.
El partido que llegó al poder en 1952, el Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR), se había fundado once años antes con un manifiesto y una simbología inspirada en el nacionalsocialismo alemán. En 1941 Adolfo Hitler se adueñaba de Europa y los gestores del MNR eran sus simpatizantes. En diciembre 1943 el MNR llegó al gobierno gracias a un golpe militar que se aliaría al del argentino Juan Domingo Perón. En julio 1946 un levantamiento popular urbano ‘anti-fascista’ en La Paz produjo el derrocamiento de dicho gobierno y el colgamiento de su presidente Gualberto Villarroel.
Por aquel entonces el MNR parecía que nunca se recuperaría y el partido más popular era el pro-soviético Partido de Izquierda Revolucionario. Sin embargo, el nuevo gobierno basado en la alianza entre comunistas pro-Moscú y la derecha pro-estadounidense se fue desgastando. El MNR fue cambiando su prédica adoptando lenguaje marxista. En las presidenciales de 1951 su candidato Paz Estenssoro ganó pero un golpe preventivo le cortó el camino a palacio.
El MNR conspiraría luego con el coronel Antonio Seleme, ministro del interior de la nueva junta. El 9 de abril ambos lanzaron un cuartelazo que fue inicialmente contrarrestado. Cuando Seleme se refugiaba sintiéndose derrotado, mineros, fabriles y ciudadanos armados marcharon sobre La Paz y en coordinación con sectores de los carabineros lograron desmembrar a las FFAA. En 3 días el poder caía en manos de los subversivos.
El 17 de abril se fundaba la Central Obrera Boliviana (COB). Esta actuó como un estado paralelo que tenía sus propias milicias e imponía sus propias políticas. Juan Lechín se convirtió en el primer secretario ejecutivo de la COB, cargo que mantuvo durante 9 lustros. La COB, dirigida por el ala laborista del MNR, hizo un co-gobierno con este partido.
Mientras en Rusia de 1917 Lenin logró que los soviets rompieran con el gobierno provisional y lo depusiesen, Paz Estenssoro logró evitar la suerte de Kerenski pudiendo controlar a la COB haciendo que ésta finalmente les colaborase en reestructurar el Estado y las FFAA.
La oposición de derecha al MNR fue capitalizada por la Falange Socialista Boliviana, un partido de clase media blancoide inspirado en la Falange Española y el franquismo. Pese a ser el país más indio del mundo Bolivia tuvo una gran influencia de las ideas nazi-fascistas. La Falange cuestionaba al MNR por haber renegado de su anterior anti-comunismo y estar adaptándose a las presiones de los sindicalistas.
A la izquierda del MNR estaba el Partido Obrero Revolucionario (POR). Pese a su ideología trotskista, el POR no quería que la COB depusiese al MNR sino que buscó ir radicalizando y mejorando al nuevo gobierno de Paz hasta que al final la mayor parte de sus cuadros fue absorbida por el MNR. Nunca antes la Cuarta Internacional fundada por Trotsky en 1938 tuvo una oportunidad tan cercana de llegar al poder. Sus partidarios eran la principal fuerza dentro de la COB. En vez de deponer al MNR, este acabó asimilando a muchos de sus cuadros. Para los cuestionadores del fundador del ejército rojo ello implica un fracaso de su estrategia de revolución permanente, mientras que los trotskistas argumentan que no estaban aún preparados para tomar por el poder o que su tesis fue revisada para adaptarse al nacionalismo. Pese a ello, el trotskismo mantendrá una constante presencia en Bolivia al punto de haber sido una fuerza central en la constitución de la Asamblea Popular de 1971 y la huelga general que obligó a salir al presidente Siles en marzo 1985.
Al apuntalar a Paz los EEUU lograron que el MNR no se inclinase hacia Moscú y que éste se fuese moderando y hasta les apoyase en el futuro bloqueo a Cuba. Entre 1952 y 1964 el MNR estuvo en el poder. Sin embargo, a diferencia del PRI mexicano, no pudo imponer una ‘democracia de partido único’ y pronto empezó a dividirse.
En 1964 las mismas FFAA que Paz y el MNR reconstituyeron fueron quienes les echaron del poder e impusieron un ciclo de 18 años dominados por los militares.
Un tercio de siglo después de 1952, Víctor Paz Estenssoro volvió a la presidencia. Esta vez para trastocar el mismo modelo que él había impuesto. El líder de la mayor transformación estatista que había conocido Sudamérica se convirtió en el gestor de la nueva ‘revolución’ thatcherista neoliberal privatizadora.
Medio siglo después de 1952 la paradoja es que el MNR volvió a palacio apareciendo como la encarnación de la gran minería privada y el aval estadounidense, y enfrentando a una constante ola de protestas sindicales, indias y agrarias. El principal movimiento opositor fue el Movimiento Al Socialismo del líder cocalero Evo Morales. Curiosamente el MAS fue fundado por un desprendimiento de la Falange y sigue llevando el azul como su color. Los roles se invirtieron. Los rosados pasaron de ser el eje del levantamiento anti-oligarca en los representantes de la nueva elite, mientras que los azules ya no son la fuerza de los terratenientes blancoides anti-comunistas, sino el color del partido de los campesinos quechuas.
En enero 2006, en el año en que se celebraría el 54 aniversario de la revolución de 1952, Evo Morales jura como el primer presidente izquierdista indígena del país con mayor población amerindia del continente. Su gobierno revierte el giro monetarista y reinicia una serie de nacionalizaciones y reformas populistas.
Mucha de sus políticas plantean el retorno a antiguos postulados sociales de 1952 pero con tres grandes diferencias: 1) el partido de Evo tiene fuertes raíces en el campesinado quechua y aymara y en la izquierda tradicionalmente pro-cubana; 2) la oposición no es liderada por una fuerza fascista sino por neo-liberales que azuzan el separatismo o autonomismo del oriente boliviano; 3) Bolivia entra en un periodo de estabilización relativa (el más continua de su accidentada historia) y el MAS, en vez de cambiar de candidato presidencial, ha insistido en mantener a su mismo binomio presidencial Evo Morales – García Linera desde esa fecha hasta su nuevo intento de ser reelectos en el 2019.
Isaac Bigio
Ha sido especialista sobre Bolivia en la London School of Economics
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