Las armas autónomas no reducen el número de víctimas civiles
- Opinión
América Latina se define como una región de paz, hecho que defienden tanto los gobiernos como los pueblos, y que se consolidó con la Declaración de la Segunda Cumbre de la CELAC (Comunidad de Estados de Latinoamérica y el Caribe), en la Habana. Y esta decisión se defiende, a pesar de las agresiones verbales y amenazas veladas por parte del Gobierno norteamericano, que pretende arrastrar a la región a nuevos conflictos; y aun teniendo a gobiernos con distintas ideologías, algunos de los cuales no comparten ideales de integración soberana. Esto es un hecho muy importante, según señala Javier Tolcachier, argentino, del Centro Mundial de Investigaciones Humanista y de la Agencia de Prensa Pressenza, que es parte del Foro de Comunicación para la Integración de NuestrAmérica.
No obstante, hoy el mundo enfrenta una nueva amenaza bélica: la ciberguerra y las ciberarmas. Se refiere a las armas que incorporan inteligencia artificial, sean semiautónomas o autónomas, o sea, que pueden ser utilizadas sin asistencia humana. ¿Quiénes las desarrollan? Empresas y países que impulsan la carrera armamentista, principalmente Estados Unidos, pero también Gran Bretaña, Francia, China, Rusia, Corea del Sur, entre otros. Al comerciar armas, contribuyen a fomentar los conflictos en muchas regiones del mundo.
Son armas que pueden por su cuenta evaluar la situación (a base de sistemas de sensores y algoritmos, que son programa complejos que procesas datos) y tomar decisiones, por ejemplo definir el blanco a atacar. Es decir, lo que se ve en los videojuegos y películas como aviones militares no tripulados y soldados robots puede volverse una realidad.
En el Encuentro “Diálogos por una Internet Ciudadana” (Quito, 27-29 de septiembre), Javier Tolcachier manifestó que esta carrera armamentista y el desarrollo de esta tecnología tienen que ser detenidos ya, puesto que están causando muchas muertes, y esto es apenas un comienzo.
En la planificación militar norteamericana, en los papeles del Departamento de Defensa y en especial de las distintas direcciones de investigación, se ve que se tiene previsto crear sistemas complejos de armas autónomas. Según se manifiesta, su objetivo es reducir el personal militar y bajar los presupuestos. Es decir, crear sistemas que reduzcan cada vez más la participación humana para así reducir el número de víctimas civiles propias (y según argumentan, también en general, por la supuesta precisión de estas armas).
Sin embargo, en el caso de Pakistán, donde se han producido múltiples bombardeos con drones, organizaciones de Derechos Humanos han denunciado que por cada objetivo dado de baja existen entre 28 y 140 personas civiles muertas, tras estos ataques. Por ello, no se puede garantizar la efectividad de esta tecnología. Tampoco es cierto que se reduciría el presupuesto, pues si un país compra equipamiento militar, esto incentivará a otro país a hacer lo mismo para protegerse, alimentando la carrera armamentista.
Hasta ahora, quienes han estado más activos en la resistencia a estas tecnologías son académicos, científicos, pero también empresarios, emprendedores, inversores del área de inteligencia artificial (IA) que no están de acuerdo con su utilización en el campo armamentístico y se preocupan que el nombre de la IA, que tiene mucho usos benéficos, se vea enlodado con el uso bélico. Por ello, en la reciente Cumbre de Melbourne sobre IA, 116 fundadores de compañías líderes de este sector emitieron una carta en donde indican que la utilización de la inteligencia artificial para fines armamentísticos es una caja de pandora, pues una vez abierta traerá grandes desastres.
Los empresarios destacaron los usos civiles interesantes de estas tecnologías, como el diagnóstico de enfermedades o la realización de tareas peligrosas para los seres humanos. Por ello, es necesario impulsar un tratado vinculante para prohibir el armamento autónomo. Tolcachier explica que en 2016, en la quinta ronda de la Convención de revisión de ciertas armas convencionales, ya se habló de la necesidad de convocar a un grupo de expertos gubernamentales que estudien las armas de inteligencia artificial y emitan una serie de sugerencias para que la Asamblea de Naciones Unidas pueda impulsar un tratado, al menos de regulación de estas armas, cuando no de su prohibición completa.
Como se ve, por ahora son principalmente los científicos y empresarios del área de IA quienes están impulsando campañas globales en contra de los llamados “robots asesinos”. Sin embargo, es una tarea pendiente de América Latina, región donde apenas está empezando el desarrollo de la inteligencia artificial. Tolcachier considera urgente comenzar a concienciar a las personas sobre estas temáticas y así, desde esta región con vocación de paz, generar más presión hacia el Norte y hacia otros continentes. Este fue justamente uno de los acuerdos de los Diálogos por una Internet Ciudadana.
Para más información sobre “Diálogos por una Internet Ciudadana”, ver: internetciudadana.net.
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