Cuba-EE.UU., todo cambia, poco cambia

15/08/2015
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Un viejo chiste decía que en Cuba no había golpes de estado porque era el único país de la región donde no había embajada de Estados Unidos. El viernes 14, después de 54 años, la bandera de las barras, las estrellas y las invasiones e injerencias, comenzó a flamear otra vez en La Habana, frente a la Explanada Antiimperialista, donde solía juntarse el pueblo habanero en sus protestas contra las agresiones gringas.

 

En el contexto de una ceremonia encabezada por el secretario de Estado John Kerry y el canciller cubano, Bruno Rodríguez, se puso fin a un más de medio siglo caracterizado por el distanciamiento y la confrontación entre las dos naciones, cercanas geográficamente pero muy distantes política e ideológicamente.

 

Comenzó el deshielo histórico, un hecho insospechado hasta hace unos pocos meses, por el que tanto bregaron (casi) todos los países latinoamericanos y caribeños. Fue un triunfo de soberanía y dignidad admirables del pueblo y el gobierno cubano; es un reconocimiento de la administración estadounidense de Barack Obama de la necesidad de corregir muchos de los aspectos más nefastos e indeseables de la política exterior de Washington.

 

El restablecimiento de relaciones diplomáticas fue producto de varios meses de negociaciones secretas entre los gobiernos de Raúl Castro y Obama –con participación secundaria del papa Francisco, el gobierno suizo (que representó durante cinco décadas los intereses estadounidenses en Cuba), algunas figuras latinoamericanas y dos personajes “secundarios”, pero de innegable laboriosidad y criterio para llegar a este fin (in)esperado: Josefina Vidal, directora general de EEUU de la cancillería cubana, y Roberta Jacobson, subsecretaria de Estado de EE.UU.

 

Atrás, lejos, hasta casi olvidados quedaron los “anticastristas gusanos” y su poderoso lobby de Miami, ahora recluidos en sus opiniones en la prensa hegemónica, en especial los medios gráficos españoles, además de algunos de EE.UU. y la siempre fiel Europa occidental. Atrás quedaron, asimismo, los que auguraron durante tantas décadas que el acercamiento se produciría tras el derrocamiento violento de la Revolución Cubana con la implantación ipso facto del modelo capitalista neoliberal y los pregoneros de una “indetenible” guerra civil. Ya demasiadas novelas se escribieron al respecto. Mientras, y después de unos 600 atentados contra su vida –made in USA- Fidel Castro cumplió sus primeros 89 años el día previo a la reapertura de la embajada yanqui en La Habana.

 

Algunos resaltan hoy el empecinamiento de Occidente y sus aliados en ignorar la solidez y estabilidad políticas del régimen cubano, falta de criterio que impidió a Washington, Bruselas y la Organización de Estados Americanos comprender que los procesos políticos cubanos no dependen de la continuidad del status quo que duró más de medio siglo, sino que obedecen a dinámicas internas determinadas de manera soberana.

 

El viernes se dio el puntapié inicial de otro juego: una relación diplomática basada en el respeto y el entendimiento sobre las similitudes y, sobre todo, las diferencias que prevalecen entre ambos países. Y todo el mundo espera que así sea, pese a que la administración de Obama está por terminar y algunos líderes republicanos avisaron que revisarán las medidas tomadas por éste.

 

Cambia, poco cambia

 

El restablecimiento de las relaciones diplomáticas no termina con medio siglo de injusticia, de agresividad continua iniciada con la invasión por Playa Girón (Bahía de los Cochinos, que significó una recordable derrota de mercenarios y tropas estadounidenses), de sanciones ilegales contra Cuba, mientras el mundo entero recibía abrazos de solidaridad internacionalista desde La Habana. Entre lo más destacable, el bloqueo económico y comercial sigue vigente. 

 

En los próximos 20 días, Obama puede demostrar que va en serio. Hace casi un año, el presidente estadounidense prorrogó por 365 días la aplicación contra Cuba de la Ley de Comercio con el Enemigo (de 1917), y ahora está a tiempo de anular la medida que se viene repitiendo desde hace décadas. Cuba es el único país de la lista: ya Corea del Norte, China, Vietnam… quedaron afuera de ella.

 

Existe todavía una batería de leyes en las que se sustenta el bloqueo económico que Estados Unidos mantiene contra Cuba desde octubre de 1960, las cuales prevalecen a pesar de la solicitud expresa formulada por el propio Obama para que se anulen, y cuya derogación pasa fundamentalmente por el Congreso estadounidense, donde es mayoritaria la ultramontana oposición republicana: la de Asistencia externa de 1961, para la Administración de Exportaciones de 1979, la Torricelli de 1992 y la Helms-Burton de 1996.

 

Ya comenzó el relajamiento en las restricciones para viajar a Cuba, y las presiones para que las tratativas avancen llegan al gobierno de Obama por parte de las grandes empresas propias y trasnacionales, interesadas en hacer negocios en todos los sectores, donde hasta ahora tenían totalmente prohibido siquiera acercarse.

 

El 14 de agosto fue un día de celebración para todos aquellos que creemos en la soberanía y en la autodeterminación de los pueblos, y que aprendimos a rechazar por las buenas, las malas y las peores también, la prepotencia imperialista y colonialista.  

 

 

https://www.alainet.org/es/articulo/171746?language=en
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