Ciberseguridad=espionaje
- Opinión
- Ni futurismo, ni novela de ciencia ficción
- Los autores del NOM, amenaza criminal
¿Cuál es el quid de la cuestión al hablar de la ciberseguridad? Siempre hay que tener presente la otra cara de la moneda. Es decir, que no hay tal preocupación por la “seguridad” en el mundo —argucia de aquellos países que aluden el asunto bajo la bandera patriótica de (¡falsa bandera!) la amenaza “terrorista”—, cuanto por el “espionaje”.
Por dos sencillas razones: a) La aplicación del avance cibernético no da tamaños resultados en el tema de la “seguridad” para los estados, el negocio no pasa de la venta de aparatos para el control de accesos, el registro para archivos y padrones, visitantes, etcétera, y; b) El avance de los sistemas computarizados y del internet “libre” está perfectamente articulado y controlado desde los centros de acumulación de información —las supercomputadoras y los sistemas de procesamiento de datos—; esos sistemas de redes bajo el mando de agencias cuyo fin último es el de espiar.
El temor al otro. Esa ha sido, en parte, la preocupación por saber qué hacen los demás. El origen del espionaje entre estados, reinos e imperios, tiene qué ver con sacar ventaja al contrario; toda vez que se conocen sus planes, hablando de intereses, de dominio, hegemonía y control. Muy cerca de los planes autoritarios de los estados, o de aquellos sistemas unipersonales hasta fascistoides, que aspiran a dar el primer paso, incluso bajo amenazas de confrontación militar o guerra declarada. Pero el mayor peligro para aquellos estados que se han alejado de sus principios, como atender y responder a los fines ciudadanos en general, está en la población misma. El miedo a las masas; por eso la represión policial en cualquier país capitalista del mundo.
En el mundo de ahora existe el pretexto del enemigo “terrorista”, que se ha impuesto a chaleco desde el 11/S, como la peor amenaza para el mundo “civilizado”, “libre y democrático”. Sustituto del enemigo de los tiempos de la “guerra fría” representado por el “comunismo” que encabezó la Unión Soviética. Al no haber guerra fría, pero existir la necesidad de justificar las invasiones y las guerras —el arrebato de los bienes de terceros—, se ha creado a un enemigo con diversos pretextos: desde los artilugios de las falsas banderas, hasta la explotación de todos los fundamentalismos, incluso religiosos.
Derrocada la bandera comunista (el complot organizado por varios frentes, desde la participación de los líderes mundiales hasta la inclusión papal de la Iglesia católica: Juan Pablo II), el “choque de civilizaciones” (de Huntington), Occidente contra oriente (política de la confrontación), la nueva situación se ha forjado atizada con la privatización de las guerras y la participación de esa otra modalidad de terrorismo de Estado: la capacitación, financiamiento, armado y desarrollo de grupos mercenarios en terreno de gobiernos enemigos.
Cualquier modalidad que haya tomado el espionaje es cosa del pasado. Incluso tan lejano como el que se desplegó entre las mismas potencias “enemigas”, con agentes camuflados para allegarse información de la posición del otro. Pero hoy casi todo se resuelve por la vía del internet, como la conducción de los drones. Muy atrás quedaron los métodos de las dos guerras mundiales.
Así, tras las revelaciones de las técnicas de vigilancia operadas por la NSA y la CIA, cuando lo dio a conocer Snowden y se hizo público por Wikileaks, ya se sabe que hay países como Estados Unidos, Canadá, Gran Bretaña y Australia, concentran los mayores centros de espionaje global.
Cabe señalar ahora que, so pretexto del enemigo “terrorista” los países señalados se arman con toda la tecnología posible para imponer al “Gran Hermano”, esa figura del totalitarismo nazifacista retomada críticamente en la novela de George Orwell, 1984. El miedo a las masas está detrás. Pero más allá, desde que el dominio neoliberal destruyó con sus políticas “desregulatorias” a los estados bajo el pretexto de la modernización globalizadora, los recursos se concentraron a pasos acelerados en muy pocas manos.
El saldo del 10% de la población concentrando el 50% de la riqueza creada en el mundo es ir hacia la destrucción de la humanidad. Porque ya no hay alternativas, como el New Dale de Roosevelt, en tanto los bancos ahora están bajo el control de la especulación financiera y el respaldo de los estados, o porque se han convertido en los casinos modernos. La flexibilización cuantitativa, como política de los bancos centrales, lo único que ha resuelto es apoyar dicha concentración de capitales en pocas manos.
La próxima crisis será un desastre nunca visto. Más profunda que la del 29 del siglo XX para los países capitalistas. Y salir será un brete, porque tendrá que hacerse sin los bancos y tal vez sin los estados, porque los gobiernos pierden cada vez la poca credibilidad que habían adquirido incluso históricamente desde la caída de la sociedad feudal. Pero al mismo tiempo que una sacudida como nunca, también puede ser la oportunidad de oro para que la gente se organice. Y no son cuentos fantásticos, son alternativas posibles.
Por la falta de respuesta de los estados, es que unos cuantos “consejeros”, “asesores” o planificadores prospectivistas, le apuestan a que será mejor destruir una parte de la tierra, y que de plano desaparezca una parte de la humanidad, o salirse a vivir en el espacio. Esos planes diabólicos son los que traen como desecho en la cabeza los planeadores del Nuevo Orden Mundial. Y la ciberseguridad es una amenaza para entrar primero en las vidas y a operar luego todos los mecanismos de control posibles. Se trata de las opciones del “Gran Hermano” que lo sabe y lo controla todo. Como la Matrix cibernética de la que nadie sale sin permiso o revolucionando los intentos.
Eso quisieran los caballeros del NOM, y por lo mismo pretenden controlarlo todo. Mentes incluidas. Pero más allá del control, desaparecer personas. Para eso se preparan. Para eso se desarrolla la tecnología de punta, para las guerras. Los drones asesinos son apenas la punta del iceberg. Vendrán las auténticas “armas de destrucción masiva”. Ellos apuntan hacia el exterminio, son los asesinos del Apocalipsis. Pero el valiente vivirá hasta que el cobarde se decida. Por eso los métodos de control. Por eso las amenazas reales. La mucha tecnología no podrá dominar al mundo —el temor de quienes creen eso de la robótica, como Stephen Hawking—, pero habrá que acelerar el paso porque el enemigo sigue su ofensiva sin parar.
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