Política social y feminización de la pobreza

09/08/2009
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  • Opinión
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El Consejo Nacional de Evaluación de la Política Social (Coneval), en un informe recientemente presentado, reporta que en el país, entre 2006 y 2008, la pobreza extrema aumentó 4,4 por ciento.
En esos dos años el porcentaje de personas en condición de pobreza alimentaria subió de 13,8 a 18,2 por ciento, y la de patrimonio de 42,6 a 47,4 por ciento.
En tanto, recursos para la Secretaría de Desarrollo Social se duplicaron en el mismo período de 24.000 a 50.000 millones de pesos; mientras que el gasto social programado en estos dos años también aumentó de 80.000 millones a 208.000 millones de pesos.
Estas cifras de pobreza atañen en forma importante a las mujeres.
De acuerdo con Instituto Nacional de la Mujer y conforme a cifras de la propia Coneval, cuando se registra disminución de la pobreza se ha observado que, en los hogares con jefatura femenina, el ritmo de reducción es más lento, especialmente en las zonas urbanas, con un descenso de solo un punto porcentual desde el año 2000, en comparación con casi cinco puntos porcentuales para los hogares dirigidos por hombres.
Actualmente, la mayor incidencia de pobreza es en el ámbito urbano, donde es mayor la presencia de hogares con jefatura femenina, y se aprecia que 24 por ciento de los hogares en condiciones de pobreza alimentaria son dirigidos por una mujer.
De nuevo las mujeres, afectadas y vulneradas por la pobreza.
El citado informe de Coneval hace mención a varias causas del crecimiento de la pobreza: el aumento de precios en los alimentos, la disminución de las remesas (transferencias entre pobres); pero, sobre todo lo achaca a las condiciones precarias del mercado del trabajo.
Efectivamente, las remesas han disminuido en más de 10 por ciento, pero lo que es más grave, superan a los ingresos derivados de las exportaciones petroleras.
Respecto al incremento de los alimentos, y de acuerdo a Banco de México, en 2009, estos crecieron por encima del índice de precios; lo mismo se registra en el caso de frutas y verduras.
Por lo que concierne al mercado del trabajo, basta considerar las condiciones de los salarios.
La variación del salario contractual en 2009 fue de 4,4 y en el sector comercio --ampliamente feminizado. El salario base de cotización del IMSS varió 5,4 y 3,9 en el primer y segundo trimestre, respectivamente (Banxico). Por su parte, el salario mínimo aumentó cuatro por ciento respecto a 2008. Todas estas cifras son inferiores al INPC y particularmente a la variación que registraron los precios de los alimentos, y al observado en frutas y verduras.
Cabe mencionar que, en el caso del salario contractual, aunque su variación sea menor al salario base de cotización, el poder adquisitivo del trabajador es compensando por las prestaciones que contienen los contratos de trabajo.
Sin embargo, aún así es evidente que ha habido una importante pérdida del poder adquisitivo del salario en general, que significa más pobreza y contracción del mercado interno.
https://www.alainet.org/es/articulo/135629?language=en
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