Reciprocidad o muerte
- Opinión
Desde que los seres humanos decidieron vivir juntos, establecieron un contrato social no escrito, en el que formularon normas, prohibiciones y propósitos comunes que les permitieran una convivencia mínimamente pacífica. Después surgieron pensadores que le dieron un estatuto formal, como Locke, Kant y Rousseau.
Todos esos contratos históricos tienen un defecto: suponen individuos desnudos y acósmicos, sin el mínimo vínculo con la naturaleza o
Más todavía: a partir de los padres fundadores de la modernidad, Descartes y Bacon, se implantó la ilusión de que el ser humano está por encima y fuera de la naturaleza, con el propósito de dominarla y poseerla.
Este proyecto continúa llevándose a cabo mediante la guerra de conquista que se sigue con la apropiación de todos los recursos y servicios naturales. Atrás queda siempre un rastro de devastación de la naturaleza, y de deshumanización brutal.
Antes se hacía la guerra para apropiarse de regiones y pueblos. Hoy ya se han conquistado todos los espacios, y lo que se lleva es una guerra total y sin cuartel contra
La agresión es mundial, y la reacción de
No tenemos otra salida que no sea reintroducir consciente y rápidamente lo que habíamos olvidado: un contrato natural articulado con el contrato social. Se trata de superar nuestro arrogante antropocentrismo y de poner todas las cosas en su lugar, y a nosotros junto a ellas, como parte de un todo.
¿Qué es un contrato natural?: Es el reconocimiento por parte del ser humano de que él está inserto en la naturaleza, de la que recibe todo, y el reconocimiento de que debe comportarse como hijo de
El contrato natural, como todos los contratos, supone reciprocidad. La naturaleza nos da todo lo que necesitamos, y nosotros, en contrapartida, la respetamos, y reconocemos sus derechos de existir y preservamos su integridad y vitalidad.
Al contrato exclusivamente social debemos añadir ahora el contrato natural de reciprocidad y simbiosis. Renunciamos a dominar y a poseer, y nos hermanamos con todas las cosas. No simplemente las utilizamos, sino que, al usarlas cuando lo necesitamos, las contemplamos, admiramos su belleza y organicidad, y cuidamos de ellas.
La naturaleza es nuestro anfitrión generoso, y nosotros somos sus huéspedes agradecidos. No vamos a establecer una tregua en esta guerra sin fin, sino que vamos a establecer una paz perenne con la naturaleza y con
La crisis económica de 1929 ni por un momento se preguntó por la naturaleza y por
¿Cuándo es traído a debate ese factor, a la búsqueda de soluciones para la crisis actual? Estamos siendo dominados por economistas –en su gran mayoría, verdaderos “idiotas especializados” (Fachidioten), que no ven sino números, mercados y monedas, y olvidan que comen, beben, respiran y pisan suelos contaminados. O sea: que sólo pueden hacer lo que hacen porque están asentados en la naturaleza, que les posibilita hacer todo lo que hacen, especialmente dar razones al egoísmo y a las barbaridades que la actual economía have, perjudicando a millones y millones de personas, y que van minando la base que la sostiene.
O restablecemos la reciprocidad entre la naturaleza y el ser humano, y rearticulamos el contrato social con el contrato natural, o tenemos que aceptar el riesgo de ser expulsados y eliminados por Gaia. Confío que en aprenderemos a partir del sufrimiento y del uso del poco buen sentido que todavía nos queda.
- Leonardo Boff es teólogo.
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