Otra mundialización

24/11/2008
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No hay Cumbre que no se ocupe de la crisis economica mundial. APEC no fue distinta. Ciertamente, Bush, García y sus compinches buscaron maquillar el fracaso del neoliberalismo y su tesis de “todo el poder al mercado libre y desregulado” bajo el poder de las transnacionales. Pero, de las mismas intervenciones de los jefes de Estado se entiende que se encara la más grave en la historia del capitalismo. Lejos estamos –como dice García- de un “incidente”, menos aún una “crisis de crecimiento”. Más bien, se trata tanto de un fraude a escala planetaria, como se una crisis civilizatoria.

Por un lado, es inmoral calificar de “crisis de crecimiento” a una gran estafa planetaria en el manejo de las burbujas de las principales bolsas -desde la de Internet (años atrás) hasta la especulación dolosa de acciones sobrevaluadas por la hoy quebrada y desaparecida “banca de inversión”- y el consumismo irresponsable promovido por el gobierno de Bush con el crédito hipotecario “subprime” y la especulación inmobiliaria en EEUU. Por otro lado, es una crisis que rebasa lo financiero y económico. Se extiende a la crisis energética, a la alimentaria, al cambio climático, a la crisis de las instituciones y el orden surgido después de la II Guerra Mundial. Se trata de una crisis civilizatoria, del fracaso paradigma productivista, la sobreexplotación y saqueo de la naturaleza que nos impuso el capitalismo desenfrenado. Una crisis que pone en cuestión nuestra sobrevivencia misma al llevar al mundo más allá de los límites que puede soportar con el recalentamiento global, mientras excluye a millones de seres humanos de derechos fundamentales.

En APEC -aunque hubo quien dijo que recibiríamos US $100,000 millones de dólares de inversión en 3 años (¿tipo el millón de empleos con el TLC con EEUU que seguimos esperando?), a pesar de que el crédito y la inversión se contraen en el mundo y los capitales fugan del tercer mundo- no escuchamos soluciones. La crisis no es una abstracción hueca: es desempleo; hambre; caída de los precios de nuestras exportaciones; reducción de la recaudación del Estado, las regiones y municipios; recorte de presupuestos y programas sociales… Y requerimos alternativas.

Por ello, los movimientos sociales y fuerzas politicas comprometidas con el cambio debemos discutir, nacional e internacionalmente, sobre la crisis y las alternativas. Se han ido construyendo movimientos de resistencia al neoliberalismo, con un importante protagonismo de los movimientos sociales. Ello ha abierto paso a fuerzas y cambios políticos, especialmente importantes en América Latina. De allí la derrota del ALCA que EEUU quería imponer y la forja de proyectos integradores –políticos y sociales- latinoamericanos, desde espacios como el Foro Social Mundial (nacido en Brasil), el Foro de Sao Paulo, la Alianza Social Continental, hasta el MERCOSUR o el comercio argentino-brasileño usando sus propias monedas. De allí la forja de espacios de integración energética como Petro-Caribe y las articulaciones de petroleras estatales hasta el nacimiento de UNASUR, los esfuerzos por la forja de un Banco del Sur (alternativo al Banco Mundial manejado por las grandes potencias), el ALBA y espacios de comunicaciones alternativos como Tele-Sur.

Un auténtico esfuerzo por encarar la crisis debe plantearse algunos ejes centrales. En primer lugar, una democratización profunda de nuestras sociedades, acabando con la exclusión neoliberal que margina a las mayorías de sus derechos fundamentales, politicos, sociales y económicos. En segundo lugar, construir un modelo economico alternativo que recupere el papel del Estado, de la propiedad estatal y comunitaria, junto a la privada, que disminuya las desigualdades sociales y esté al servicio del bienestar de la gente y no del mercado. En tercer lugar, las reformas estructurales que el neoliberalismo proscribió: la reforma tributaria (que pague más quien tiene más), la reforma agraria (tierra para quien la trabaja y respeto a los territorios comunales de los pueblos originarios), la reforma del Estado (regulador, propietario de los recursos naturales, descentralizado, multinacional, pluricultural, participativo y sujeto al control ciudadano). En cuarto lugar, garantizar y ampliar las politicas y los derechos sociales de la gente. Quinto, batallar por un Nuevo Orden Internacional: multipolar, basado en el respeto a la soberanía de las naciones, que forje integraciones regionales y reforme las instituciones en crisis como la ONU, la OMC, los organismos financieros multilaterales. En sexto lugar, una propuesta social alternativa, que incluya no solo a los trabajadores y campesinos, sino a las PYMES, los empresarios nacionales, los pueblos originarios, los temas de genero, y las juventudes, hoy fuertemente afectadas por el individualismo, el consumismo, la violencia y el desempleo. Y, finalmente, es indispensable replantear la relación con la naturaleza, espacio en el cual los pueblos originarios y la cosmovisión indígena tienen mucho que enseñar a la cosmovisión occidental, productivista y de explotación de la naturaleza, en lugar de la convivencia con ella.

¡Otro mundo es posible: nos toca imaginarlo y construirlo!

La República, 24 de Noviembre de 2008
 

https://www.alainet.org/es/articulo/131019
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