El MERCOSUR hijo del derrumbe de las dictaduras militares del Cono Sur

01/07/2008
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El MERCOSUR tiene 17 años desde su constitución y décadas de intentos fallidos. Desde la firma de su institucionalización con la redemocratización regional hasta la fecha ha pasado por diferentes etapas y hasta en algún momento pareció diluirse en el desinterés de las mal llamadas políticas neoliberales, en realidad neomercantilistas. La estigmatización de éstas y la llegada a los gobiernos de nuevas fuerzas políticas en la Argentina, Brasil y Uruguay, y hasta de algún modo en Paraguay, cambió la historia.

Hacia 1961 el presidente brasilero Janio Quadros y el argentino Arturo Frondizi se reunieron en Uruguayana, Brasil, frente a Paso de los Libres, de la que era nativo Frondizi. Suscribieron el “Tratado de Uruguayana” que implicaba un avance en el proceso de integración entre las dos principales economías de la región, pero al poco tiempo Quadros renunció y Frondizi fue derribado por un golpe militar. Una vez más las ideas que alguna vez habían tenido Juan Domingo Perón y Getulio Vargas quedaron en la nada.

Allá sobre finales de la autoproclamada “Revolución Argentina” los militares brasileros que habían impulsado un proyecto desarrollista que había comenzado a confrontarse con las políticas impulsadas desde los Estados Unidos de América desarrollaron la idea de la integración regional. En todo el Cono Sur gobernaban militares, con excepción de Chile. Desde Brasilia se había pensado en unir a los países de la Cuenca del Plata sobre la base de una cuestión estratégica: el descubrimiento del enorme yacimiento ferrífero de El Mutún, en Bolivia.

La idea era que los gobiernos de la Argentina y el Brasil, junto con los de Bolivia, el Paraguay y el Uruguay invirtieran en el desarrollo minero de El Mutún y en la construcción de una gran acería en Corumbá, Brasil. Debía ser la empresa siderúrgica más grande desde el Río Bravo al sur y una de las mayores del mundo. Para eso llegó a la Argentina un enviado del gobierno brasilero y quiso vender la idea. Los militares argentinos, que desarrollaban hipótesis de conflicto regionales, rechazaron la propuesta.
Las fuerzas armadas golpistas de la región que unos años después se unieron en la criminal “Operación Cóndor” para secuestrar, torturar y asesinar, seguían teniendo como eje de sus estrategias potenciales guerras con sus vecinos. Ese era el caso clave entre la Argentina y el Brasil, aunque no faltaban otros casos, como el de la Argentina con Chile o el del Paraguay con Bolivia, como remanente de la guerra los había enfrentado algunas décadas atrás.

En consecuencia la propuesta de El Mutún quedó en aguas de borrajas. Tras cuatro décadas desperdiciadas apenas meses atrás el gobierno boliviano del presiente Evo Morales puso en marcha la explotación del yacimiento mediante un acuerdo con la empresa india Jindal. Pero en el ínterin los otros cuatro países de la Cuenca del Plata habían avanzado hacia la constitución de un bloque que como tal ocupa el quinto lugar en el mundo en el PIB PPP detrás de los Estados Unidos de América, China, Japón y la India.

Fue la hecatombe de los regímenes dictatoriales del Cono Sur lo que abrió las puertas a la integración. Uno tras otro los gobiernos militares fueron reemplazados por otros surgidos de procesos electorales. El primero de ellos fue en la Argentina el de Raúl Ricardo Alfonsín, hecho facilitado por la derrota de las fuerzas armadas en la “Guerra de las Malvinas” en 1982. De una manera menos traumática el general Joäo Baptista Figuereido institucionalizó el poder político en el Brasil.

Allá por febrero de 1985 el electo presidente del Brasil, mediante un mecanismo indirecto, Tancredo Neves, del actual Partido del Movimiento Democrático Brasilero (PMDB), llegó a la Argentina y se entrevistó con Alfonsín. El motivo central era el de encontrar un punto de acuerdo para negociar sobre bases comunes las respectivas deudas externas. No hubo acuerdo sobre esto pero sí sobre la necesidad de avanzar en un proceso cooperativo entre los dos países.

Tancredo Neves no llegó a gobernar. Apenas llegado al Brasil y a los pocos días falleció sin haber asumido. Fue reemplazado por José Sarney, quién había sido electo como su vicepresidente, aunque integraba otra fuerza política. Fueron, finalmente, Alfonsín y Sarney los que avanzaron en ese terreno mediante un acuerdo bilateral que sentó las bases para lo que luego, con la suma del Paraguay y el Uruguay, dio lugar en 1991 al Mercado Común del Sur, el MERCOSUR.

Los proyectos iniciales de conformar una zona de libre comercio y una unión aduanera no prosperaron. Sobre todo porque tanto Carlos Saúl Menem en la Argentina como Fernando Henrique Cardoso en el Brasil jugaron sus propias cartas en el marco del ya señalado “neoliberalismo”. Así el MERCOSUR se mantuvo en un estado de latencia y no sólo no se avanzó sino que hasta, en la práctica, se produjo un retroceso que hizo perder buena parte de su sentido al proyecto.

Pero cambiaron los tiempos con Luiz Inácio Lula da Silva en el Brasil y Néstor Carlos Kirchner en la Argentina, acompañados por Tabaré Vázquez en el Uruguay y hasta por Nicanor Duarte Frutos en el Paraguay a pesar de las resistencias internas de cada uno de ellos. El MERCOSUR adquirió dimensión y avanzó en el proceso de conformación de sus instituciones como su parlamento y la Comisión de Representantes Permanentes (CRPM) que se instalaron en Montevideo.

Las nuevas políticas, en el marco de una situación internacional favorable lo hicieron crecer y sumar nuevos acuerdos, incorporando como asociados al resto de los países castellano hablantes de América del Sur y firmando su primer tratado extra zona con Israel. Ahora son varios los nuevos acuerdos en puerta: los países del Africa del Sur, Turquía y Jordania entre los más inmediatos; una mayor integración con Chile; y nuevas medidas para la integración civil, como la del libre tránsito de personas sin pasaportes.

La potencialidad real del pacto regional, no suficiente valorada aún por muchos, ha hecho del MERCOSUR una voz potente en el marco global. Como ya se ha dicho quinto tomado como unidad entre los países del mundo y sexto si se considera también a la Unión Europea (UE) como ente único. El acuerdo tiene voz decisiva en la Ronda de Doha de la Organización Mundial del Comercio (OMC) y hasta se hace sentir en los foros internacionales como cuando hiciera fracasar en Mar del Plata el intento de los EUA de crear el Area de Libre Comercio de las Américas (ALCA).

-Fernando Del Corro, enviado especial a San Miguel del Tucumán, Argentina. Periodista, miembro de la redacción de Mercosur Noticias, historiador, docente de la Facultad de Ciencias Económicas (FCE) de la Universidad de Buenos Aires (UBA).
https://www.alainet.org/es/articulo/128480
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