La semana anterior se realizó en Quito el Foro de Seguridad Andino Regional, organizado por el Parlamento Andino; sumado al hecho que en la reunión de la OEA en Medellín el tema de la crisis en la región andina haya copado la mayor atención, evidencia la importancia que en estos momentos representa la región para la estabilidad americana.

Los temas de seguridad en las Américas estuvieron marcados, durante la guerra fría, por lo que se consideraba la amenaza global, el comunismo. Hoy en la región andina se sitúan los factores de riesgo o amenaza más relevantes para la seguridad en Sudamérica, exceptuando la llamada ‘triple frontera’ y la Amazonía: a) se produce la mayoría de cocaína y parte importante de heroína que llega al mercado norteamericano; b) el conflicto armado colombiano crecientemente regionalizado; c) hay países ricos en recursos energéticos –petróleo y gas-, con gobiernos considerados por Washington como expresivos del ‘populismo antimercado’ y en esa medida poco confiables; d) Bolivia vive un proceso de tensión social y regional que bajo los autonomismos podrían amenazar su integridad nacional.

En el Foro de Quito los problemas de mayor relevancia fueron la crisis colombo-ecuatoriana –asociada al conflicto armado colombiano y la crisis derivada con Venezuela-, así como la eventualidad de riesgos secesionistas en Bolivia. Pero también se insistió en la importancia de fortalecer la OEA, sin oponerse a que se creen otras organizaciones subregionales.

El conflicto armado colombiano es percibido como una ‘amenaza’ no en los términos clásicos de enfrentamientos entre Estados, sino de los efectos que la acción de actores irregulares tiene sobre los países colindantes. Esto se complejiza por el carácter transnacional del narcotráfico y su incidencia en la región. Ahora bien, la regionalización creciente hace que el conflicto armado colombiano cada vez sea percibido no sólo como una amenaza interna para el Estado colombiano, sino como una amenaza regional y el principal factor de perturbación en los Andes. En esa medida, la solución –que para la mayoría de los países de la región sigue siendo vista como una de tipo negociado-, cada vez más es vista como una necesidad regional y no sólo colombiana y por ello es previsible el escenario de una creciente incidencia internacional –más allá de los deseos de los actores nacionales-.

Es interesante señalar que si bien para los ecuatorianos de diversas procedencias, hay la convicción que el conflicto armado colombiano es un tema exclusivo de su vecino, en el cual ellos no quieren ni tienen porque involucrarse, en la mayoría de los analistas de otras nacionalidades parece existir la certeza que las FARC hoy día son una amenaza regional, una organización trasnacionalizada, pero que en cualquier caso afecta a los vecinos de Colombia y a Ecuador de manera relevante. Esto por supuesto no significa que exoneren a Colombia de haber violado la soberanía territorial ecuatoriana el 1 de marzo anterior. El Senador demócrata norteamericano Christopher Dobb en su intervención de cierre del evento señaló categóricamente “la seguridad de Colombia es la seguridad del Ecuador y viceversa”, resaltando de esta manera que no era aceptable el que Ecuador asumiera el caso de las FARC en su territorio como un problema exclusivamente colombiano.

No hay duda que desarrollar de medidas de confianza mutua, entendidas como acciones concretas y no solamente como declaraciones, es un camino importante para ir restituyendo la confianza, que hoy día está erosionada en las relaciones colombo-ecuatorianas y en esa dirección el restablecimiento reciente de la ‘cartilla de seguridad’ entre las fuerzas armadas de los dos países es un avance que hay que valorar. La seguridad regional pasa por un momento complejo y de re-definiciones, pero es probable que a mediano plazo se consolide sobre nuevas bases positivas para los países de la región.

- Alejo Vargas Velásquez es profesor Universidad Nacional